Madrid, 25 de mayo de 1996.
Machaca que machaca, cual indestructible martillo pilón, José María Cuevas, presidente de la patronal, no cejará hasta conseguirlo. Y puesto que desde hace veinte años parece que los trabajadores le hemos cogido gusto a la involucionista marcha de los cangrejos, así será. Entonces, por qué andarnos con paños calientes abaratando, en un pausado pero continuo goteo, el coste del despido para, según él, reducir a cambio el empleo temporal. Reformen ustedes, y de una vez por todas, el mercado laboral y concedan a la patronal su exigencia de despido gratuito el libre ya existe, de manera tal que todos aquellos afortunados que después de esta definitiva reforma (al menos se acabará esta especie de suplicio de Tántalo) continúen teniendo la ventura de mantener su puesto de trabajo, pasarán de la noche a la mañana, como por arte de magia y fuere cual fuese su situación laboral anterior, a tener un apreciado ‘empleo fijo’. Imaginénse, por un instante, qué maravilla: España rozando la quimera con el cien por cien de sus respetados, envidiados y exiguos asalariados en posesión de un ‘contrato fijo’.
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