Madrid, 25 de mayo de 1997.
Cataléptico me ha dejado la noticia de que el primer ministro japonés soportó dos horas de cola para adquirir un juguete que, siendo en apariencia un llavero normal, esconde dentro una mascota virtual (pollo en el caso de Japón, perro en el caso de España) con idénticas necesidades que el animal de verdad, sólo que éste vive en una minúscula pantalla y reclama a su dueño comida, horas de sueño, atenciones, limpieza y visitas periódicas al veterinario.
Parece que en Japón, avanzadilla del mercado juguetero universal, se han vendido 14 millones de unidades en 6 meses, provocando con ello el colapso productivo en las fábricas de algunos fabricantes de chips y logrando alcanzar en el mercado negro, ante esta súbita escasez del milagroso producto, el desproporcionado e increíble precio de 100.000 pesetas.
Dice uno de los representantes de la empresa española que los comercializará que este juguete ‘introduce en el niño el concepto de responsabilidad porque si no interactúa con el cachorro, éste se muere’, para añadir a continuación que ‘a mí ya se me han muerto varios porque no tengo tiempo de atenderlos’.
Confiemos que los niños se hagan verdaderamente responsables con este invento si no, mucho me temo que el día de mañana, los infantes que hayan sido educados en la responsable obligación de tener que cuidar un animal con esta invención, lleven a sus progenitores a un asilo y, para aliviar su mala conciencia, se compren un llavero donde la mascota virtual haya sido sustituida por unos ancianos padres a los que poder dar todo su cibernético cariño.
Cataléptico me ha dejado la noticia de que el primer ministro japonés soportó dos horas de cola para adquirir un juguete que, siendo en apariencia un llavero normal, esconde dentro una mascota virtual (pollo en el caso de Japón, perro en el caso de España) con idénticas necesidades que el animal de verdad, sólo que éste vive en una minúscula pantalla y reclama a su dueño comida, horas de sueño, atenciones, limpieza y visitas periódicas al veterinario.
Parece que en Japón, avanzadilla del mercado juguetero universal, se han vendido 14 millones de unidades en 6 meses, provocando con ello el colapso productivo en las fábricas de algunos fabricantes de chips y logrando alcanzar en el mercado negro, ante esta súbita escasez del milagroso producto, el desproporcionado e increíble precio de 100.000 pesetas.
Dice uno de los representantes de la empresa española que los comercializará que este juguete ‘introduce en el niño el concepto de responsabilidad porque si no interactúa con el cachorro, éste se muere’, para añadir a continuación que ‘a mí ya se me han muerto varios porque no tengo tiempo de atenderlos’.
Confiemos que los niños se hagan verdaderamente responsables con este invento si no, mucho me temo que el día de mañana, los infantes que hayan sido educados en la responsable obligación de tener que cuidar un animal con esta invención, lleven a sus progenitores a un asilo y, para aliviar su mala conciencia, se compren un llavero donde la mascota virtual haya sido sustituida por unos ancianos padres a los que poder dar todo su cibernético cariño.
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