Madrid, 21 de diciembre de 1996
Cada día entiendo menos las cosas que pasan. Definitivamente no debo ser de este mundo, de esta época o, más sencillo aún, el mundo está del revés y por tanto ha cambiado sin darme cuenta, y entre multitud de cosas, la escala de valores por la que me vengo rigiendo.
Comprendo, y veo absolutamente normal y encomiable, que un artista triunfe en cualquiera que sea la faceta que cultive y alcance la cota de popularidad que le corresponda; comprendo que tenga sus incondicionales que, al fin y al cabo, son los que hacen que pueda seguir viviendo de su peculiar arte. Ahora, lo que verdaderamente me sorprende y no alcanzo a comprender es cómo proliferan, y además con inusitado éxito, los restaurantes y cafeterías promovidos por famosos ("top models", actores, deportistas, etcétera), es decir, promovidos precisamente por aquéllos que no pasan, ni pasarán, necesidad ya que disponen del dinero suficiente para echarse a dormir el resto de sus días sin preocupaciones económicas que logren alterar el más frágil de sus sueños. Pero, algunos, parecen no tener suficiente y ambicionan más riquezas y comienzan a introducirse en otros campos completamente ajenos a su profesión y en los que, gracias en parte a la desmedida estupidez humana pero, sobre todo, gracias al dinero de que disponen y a la publicidad que gratuitamente se les da, van a hacerse aún más ricos en tanto que dejarán a los modestos propietarios de hostelería, y a sus pequeños negocios de la zona, en una situación comprometida y, no precisamente porque en los locales de estas estrellas se dé un servicio claramente diferenciado a un mejor precio para el cliente, sino porque la televisión y la prensa, sobre todo la del corazón, nos tienen adocenados y comida la moral de manera tal que nos anestesian ante cierto tipo de hechos y, paradójicamente, logran que nos preocupemos precisamente por quienes no nos necesitan para nada y sin embargo seamos incapaces de ayudar a los que verdaderamente lo están necesitando y nos lo están pidiendo a gritos.
¿Qué nos está pasando?
Cada día entiendo menos las cosas que pasan. Definitivamente no debo ser de este mundo, de esta época o, más sencillo aún, el mundo está del revés y por tanto ha cambiado sin darme cuenta, y entre multitud de cosas, la escala de valores por la que me vengo rigiendo.
Comprendo, y veo absolutamente normal y encomiable, que un artista triunfe en cualquiera que sea la faceta que cultive y alcance la cota de popularidad que le corresponda; comprendo que tenga sus incondicionales que, al fin y al cabo, son los que hacen que pueda seguir viviendo de su peculiar arte. Ahora, lo que verdaderamente me sorprende y no alcanzo a comprender es cómo proliferan, y además con inusitado éxito, los restaurantes y cafeterías promovidos por famosos ("top models", actores, deportistas, etcétera), es decir, promovidos precisamente por aquéllos que no pasan, ni pasarán, necesidad ya que disponen del dinero suficiente para echarse a dormir el resto de sus días sin preocupaciones económicas que logren alterar el más frágil de sus sueños. Pero, algunos, parecen no tener suficiente y ambicionan más riquezas y comienzan a introducirse en otros campos completamente ajenos a su profesión y en los que, gracias en parte a la desmedida estupidez humana pero, sobre todo, gracias al dinero de que disponen y a la publicidad que gratuitamente se les da, van a hacerse aún más ricos en tanto que dejarán a los modestos propietarios de hostelería, y a sus pequeños negocios de la zona, en una situación comprometida y, no precisamente porque en los locales de estas estrellas se dé un servicio claramente diferenciado a un mejor precio para el cliente, sino porque la televisión y la prensa, sobre todo la del corazón, nos tienen adocenados y comida la moral de manera tal que nos anestesian ante cierto tipo de hechos y, paradójicamente, logran que nos preocupemos precisamente por quienes no nos necesitan para nada y sin embargo seamos incapaces de ayudar a los que verdaderamente lo están necesitando y nos lo están pidiendo a gritos.
¿Qué nos está pasando?
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