viernes, 31 de julio de 2015

Economía perversa


Sí, perversa, porque perverso es tener que crecer al menos un 2 % anual para que un país no entre en recesión. Y a veces ni eso ya que, en países como China, aún creciendo un 3 % anual, y según los entendidos, implicaría estar en recesión. Este crecimiento es insostenible para el planeta y, por tanto, para los seres vivos que lo habitamos.
Ciudad de Panamá de noche
Aglomeración urbana. Panamá de noche
Parece que políticos, millonarios y economistas, a pesar de las señales corroboradas por miles de científicos sobre la realidad del cambio climático, siguen su inveterada costumbre de pensar a corto plazo y mirarse el ombligo para maquinar cómo mantenerse en sus sillones y ganar más dinero, olvidándose del mañana y de la tierra que heredarán nuestros nietos. Desde la Revolución Industrial, con el uso y explotación de los combustibles fósiles, ha sido así: por donde hemos ido pasando, hemos ido dejando nuestra sucia huella, invadiendo y contaminando, con absoluto desprecio y total negligencia, los ambientes naturales, reduciendo sus hábitats a zonas cada vez más pequeñas y, a no ser que esta tendencia se invierta, gran parte de la vida animal y vegetal se encontrará en breve al borde de la extinción, si no lo está ya.
Por si no bastara, la población, el motor que tira de la economía consumista para enriquecer a unos pocos, continúa aumentando a un ritmo endiablado y así resulta imposible lograr una economía sostenible. En el año 1000 de nuestra era se estima que habitábamos esta pequeña y delicada roca viajera del espacio 310 millones de personas. En 1900 pasamos a superar el quíntuple de esa cantidad con 1.650 millones de individuos. En 1965 doblamos ampliamente la cifra pasando a 3.335 millones de habitantes. En este año, 2015, la hemos duplicado con creces al pasar a ser más 7.376 millones de seres humanos. Una locura que continuará: según algunas estimaciones de la ONU, la población mundial en 2100 podría superar el doble de la actual y llegar a los 15.800 millones de personas, aunque también existen otras estimaciones a la baja, ¿será cierto después de tanto crecimiento exponencial? Veremos.
Piensen, cada uno de ustedes, en los desperdicios que producen en un sólo día su vida: el agua que utilizan y que ensucian con detergentes y jabones, la energía que consumen, los alimentos que comen, las ropas que visten y el calzado que usan, los libros o revistas que compran, lo que polucionan sus vehículos privados, los recursos que consumen para su ocio, los residuos que desechan sus cuerpos, la basura que generan y, si fuman, el CO2 que expulsan y el aire que, de paso, contaminan. ¡Ah, el tabaco! Esa es otra. Cada año se arrojan al suelo 4,5 billones de colillas con sus correspondientes filtros, hechos de un material no biodegradable que tarda 25 años en descomponerse. Cada una de estas colillas, además de nicotina y alquitrán, contiene sustancias tóxicas que pueden contaminar hasta 50 litros de agua, es decir, un paquete de cigarrillos tiene potencial suficiente para envenenar unos 1.000 litros de agua. Ahora extrapole y medite qué sucedería si cada ser humano, de los 7.376 millones que somos, hiciera lo mismo que usted todos y cada uno de los días de su vida. ¿Cuánto tiempo soportaría el planeta ese grado de depredación masiva?
La realidad es que casi nadie está dispuesto a consumir responsablemente. Decimos que sí, pero no. Somos incapaces de prescindir de nuestros coches, nuestros cigarrillos, nuestras superfluas y pequeñas comodidades… No salen adelante leyes para cambiar las cosas porque nuestros políticos no se atreven a enfrentarse a los lobbies industriales, financieros o económicos ni, mucho menos, a las urnas ante el temor de un castigo por decidirse a invertir esta tendencia suicida y prohibir los combustibles fósiles y cuanto sea menester para satisfacer de manera responsable nuestras necesidades sin comprometer la calidad de vida de las futuras generaciones, respetando siempre el medio ambiente. Sin duda, adoptar estas sensatas medidas tendría un coste económico elevado, aunque, de cara al futuro se abrirían nuevas oportunidades en nuevos negocios para un desarrollo responsable con la consiguiente creación de nuevos puestos de trabajo. De momento, para financiar este paso audaz, y que no lo paguemos los de siempre, habría que conseguir que los ricos y las grandes empresas pagaran impuestos como lo hacemos el resto de los mortales, y no la pequeña carga impositiva testimonial que soportan en la actualidad.
De todos modos siempre podremos continuar con los ojos cerrados haciendo de La Tierra un planeta muy enfermo con el único objetivo de sostener esta alocada economía que sólo aporta el enriquecimiento de unos pocos y el mantenimiento en el poder de unos políticos, en su mayoría, ineptos y cobardes.
¿Cuál será nuestro legado a nuestros descendientes? ¿Qué dirán de nosotros el día de mañana, si es que llega a existir un mañana para la raza humana?
¡Perverso y de locos!

lunes, 27 de julio de 2015

El futuro hace tiempo que llegó

Cuando era niño, allá por los sesenta, se decía que en el año 2000, entonces paradigma del futuro, tendríamos mucho tiempo de ocio porque las máquinas, los “cerebros electrónicos” y los robots harían gran parte de nuestro trabajo. La idea que yo me hacía de ese prometedor futuro pasaba por mantener salarios y disminuir las horas de trabajo conforme se fuera incorporando esa trepidante maquinaria a las fábricas, los tajos o los despachos. De esta forma tan sencilla se mantendría el poder adquisitivo y a los trabajadores ocupados, necesarios en su conjunto para que la economía funcione. El tiempo de ocio lo dedicaríamos a nuestros pasatiempos y a la familia. La sociedad, en general, sería más rica, feliz y satisfecha.
Si bien es cierto que el año 2000 hace tiempo que pasó, no lo es menos que esa esperanza quedó truncada: existen ejércitos de parados y trabajadores precarios en todos los países porque el trabajo está fatal y difícilmente se encuentra y si se encuentra es precario y mal pagado. La realidad actual es ésta, y no porque los sueños de una informática avanzada, los robots o una sofisticada maquinaria no se hayan cumplido, sino porque la ambición del capitalismo neoliberal es ilimitada: no ha querido mejorar la sociedad distribuyendo la riqueza, sino obtener beneficios desmedidos por encima de todas las cosas, de tal modo que las personas han perdido sus empleos mientras han visto, en muchos casos, como sus puestos han sido ocupados por versátiles y rutilantes máquinas. Ellos sabrán, llegará un día en que nadie pueda consumir.
pintada parisina
Seamos realistas, pidamos lo imposible

Visto lo visto tendremos que ponerle remedio. Como en la pintada parisina de Mayo del 68 habrá que ser realista y pedir lo imposible, y dado que el capitalismo es codicioso, lo que hay que hacer es sencillo: ponerle coto y que las máquinas paguen las cotizaciones y el desempleo de las personas que se ven arrojadas al paro, pero no hasta que se jubilen, sino para siempre. De este modo, los jóvenes que deberían ocupar esos puestos vacantes por jubilaciones, podrán tener un futuro esperanzador ya que una máquina estará cotizando por ellos y costeando su paro.

domingo, 26 de julio de 2015

Llanto

Y aquí, sentado frente al fuego, me hallo.
Las llamas consumen la leña como los años mi vida.
La tristeza absoluta me embarga, y callo.
Mirando la imposible figura del fuego surgida,
mi congoja se desparrama por doquier,
de modo tal que, hasta las algodonosas nubes,
lejanas de mí como están,
se tornan grises, oscuras y densas,
y comienzan,
en impenitente lluvia, a llorar,
esparciendo su melancolía,
que no es más que la mía.
Y la naturaleza, sin darse cuenta,
de mi tristeza, que es la tuya,
se ha llenado.
Nubes
Algodonosas nubes

viernes, 24 de julio de 2015

Pecadillo venial, si acaso

Don Ernesto, como todos los segundos días de cada mes, salvo que cayeran en festivo, se dirigió al banco donde le abonaban puntualmente los honorarios correspondientes a su trabajo como director de la Biblioteca Municipal de la localidad en la que se hallaba destinado, de la cuál, por cierto y según se comentaba por el pueblo, faltaban cada vez más volúmenes; pero eso es tema para otra historia.
Rutinariamente Pascual, el cajero, contó los billetes delante de él, mientras charlaban de cosas mundanas. Durante un breve instante, Ernesto tuvo conciencia fugaz de que Pascual contaba demasiados billetes pero, dado que era un conversador brillante, se hallaba enfrascado en la charla y no le concedió importancia a este hecho. Cuando Pascual hubo terminado de contar el dinero, Ernesto le indicó, siguiendo el hábito, que, si era tan amable, se lo metiera en un sobre, cosa que hizo con escrupuloso ademán, remetiendo la solapa en el interior del mismo para no tener que pegarla.

Al salir del banco, continuando con su inveterada costumbre de todos los segundos días de cada mes, Ernesto, hombre de costumbres sibaritas siempre que la economía se lo permitía, que no era a menudo ya que parecía que el dinero fresco le quemaba y agujereaba sus manos por la celeridad con que lo dilapidaba, persona de buen vivir y aún mejor comer, se dirigió al mejor y más caro restaurante del pueblo. Allí se pidió a modo de entrante, una tabla de sabrosos patés y, para comer, unas ostras y una suculenta rodaja de merluza fresca a la bilbaína, regado todo ello, como no podía ser menos, de un delicado vino de Rioja que alegraba el paladar y endulzaba el alma.
Cuando había dado buena cuenta de las ostras y se disponía a atacar para su deleite la fresca, jugosa y humeante merluza, entraron en el restaurante, cual procesión de padres capuchinos, el cajero, el interventor y el director de la sucursal bancaria, con caras de evidente agobio.
—¡Don Ernesto!, menos mal que lo hemos encontrado— dijo el interventor trasmutando su gesto crispado en cara de alivio.
—¿Qué sucede, caballeros? Ustedes dirán en qué les puedo ayudar.
 —Verá usted, don Ernesto: estamos apesadumbrados porque sucede que se ha producido un lamentable error a la hora de hacer efectiva su nómina. Nada que no se pueda subsanar, por supuesto. Así que no se preocupe— dijo el director —. Pero, y disculpe mi atrevimiento, ¿sería tan amable de comprobar lo que le hemos abonado?
Ernesto, hombre de mundo como era, anduvo rápido de reflejos y se percató de que ninguno de los tres soltaba prenda ni de la cuantía del error cometido ni del signo matemático del mismo y, a pesar de llevar el sobre con la paga en el bolsillo interior de la chaqueta, contestó pausadamente, sopesando cada una de sus palabras para ver el efecto que producían en el insólito auditorio:
—No faltaba más. Pero me temo que ahora no será posible. He dejado el sobre en mi despacho así que, esta misma tarde, en cuanto abra la Biblioteca, comprobaré lo que ustedes me comentan y, de hallar alguna diferencia, estén ustedes tranquilos que se lo haré saber sin demora.
En los rostros de sus interlocutores se reflejó un atisbo de decepción.
—Muy bien, don Ernesto... si no es indiscreción, ¿a qué hora abre usted?
—A las cinco, señores. De todas formas —continuó diciendo después de una breve pausa en la que pudo observar cierto recelo en los tres pares de ojos que se clavaban en él— disculpen ustedes mi falta de tacto. Me gustaría, y por ello les ruego, señores —añadió solemnemente—, que alguno de ustedes tuviera la amabilidad de hallarse presente en el momento de proceder a la comprobación.
—No, por Dios. No es necesario —intervino rápidamente el director — ¿Cómo íbamos a descon...?
—Insisto— cortó bruscamente Ernesto consiguiendo ser tajante—. Quiero que al menos uno de ustedes me acompañe, para tranquilidad suya y, sobre todo, para tranquilidad mía; así que, a las cinco en punto, nos vemos en la puerta. Caballeros...
—¡Que aproveche! —dijo el trío casi al unísono.
—Gracias. ¿Si gustan?
Cuando hubo pasado un rato, antes de entrar a los postres, Ernesto se dirigió a los servicios y una vez allí miró el contenido del sobre. En efecto, los tres bancarios tenían razón: se había producido una confusión y le habían abonado justo el doble.
—¡Qué astutos han sido! —, pensó —Por ladinos se llevarán una sorpresa.
 Antes de volver a su mesa, Ernesto llamó por teléfono a su amigo Juan y le dijo que tenía algo importante que comentarle y, que por favor, se pasara a tomar el café por el restaurante.
Cuando Juan llegó, Ernesto le puso al corriente de lo sucedido y le pidió consejo moral sobre algo que le inquietaba diciéndole:
—Querido Juanito, de todo este farragoso asunto, lo único que me preocupa es saber si el cajero deberá restituir el importe que ha desaparecido o no.
—Qué va. No te preocupes por eso —y tras un instante en silencio, continuó—. A los cajeros de todas las entidades les descuentan mensualmente una pequeña cantidad para pagar una especie de seguro que se llama quebranto de moneda, y que sirve precisamente para casos como éste. Así que estate tranquilo porque a Pascual no le descontarán ni una peseta de su nómina.
—Bueno, eso me tranquiliza. Ahora bien, en el plano ético creo que el dinero que, digamos, me han regalado, lo dejará de ganar una institución que sirve al capital y que, moralmente hablando, siempre, en mayor o menor medida a lo largo de su breve historia, ha hecho uso y abuso de la usura. Si no, no tendrían esos rendimientos tan desmedidos. Por tanto, mi opinión al respecto es que quién hurta a una corporación capitalista de esta clase, no comete fraude de ningún tipo. ¿Entiendes...? Bastante nos sacan a nosotros. Los beneficios de la banca son de todo punto escandalosos. Es más, si obtienen esos beneficios astronómicos que publican sin recato la prensa especializada, es porque, evidentemente, nos engañan y nos cobran más de lo que deben. No me cabe ninguna duda. ¿No te parece?
—Estoy totalmente de acuerdo contigo, Ernesto. Y además, robar a éstos no debe ser siquiera, moralmente hablando, pecado venial,  ¿sabes cómo que te digo?
 —Por supuesto. Eso mismo pensaba yo —Ernesto sacó dos cigarrillos del paquete de tabaco que estaba encima de la mesa y le ofreció uno a Juan. Éste aceptó y, tras darle fuego, continuó diciendo mientras jugueteaba con el mechero entre las manos—. Bien, pues podemos decir que hoy he tenido la increíble fortuna de cobrar una paga inesperada, extra, y nunca mejor dicho. Vamos a tomar otra copita para celebrarlo y después me acercaré a la Biblioteca para tenerlo todo a punto antes de las cinco, pues me ronda en la cabeza lo que creo que puede ser una gran jugada. Y, si me lo permites, y aprovechando que es viernes y la pequeña pedrea que me ha tocado, esta noche te invito a cenar y, de paso, te cuento el desenlace de esta sorprendente historia.

*     *     *

Cuando dieron las cinco en el reloj del Ayuntamiento, Ernesto dobló el esquinazo del edificio de la Biblioteca que conducía a la entrada principal de la misma. Allí, a falta de uno, se topó con los tres personajes que, si no fuera por su vestimenta actual, aunque no a la moda, parecerían rescatados de un cuento del ingenioso Dickens.
—Buenas tardes, señores.
—Buenas tardes —respondieron.
Ernesto abrió la enorme y pesada puerta y les invitó a pasar. Los condujo hasta su despacho y allí, a la vista de todos, se dirigió al cajón de su escritorio. Sacando su llavero del bolsillo del pantalón, introdujo una llave en la cerradura y la giró a continuación. Cogió el sobre y vio, de soslayo, cómo intercambiaban miradas de alivio. Lo abrió con parsimonia y, con esmerada y ensayada lentitud, contó el dinero para sí. Cuando terminó puso el fajo sobre la mesa y dijo:
—Efectivamente, señores. Tienen ustedes razón. Se ha producido un error —e hizo una pausa adrede para ver cómo, en los inquietos rostros que le habían acosado desde aquel mediodía, se dibujaban aliviadas sonrisas de aprobación—. Me han abonado ustedes cincuenta mil pesetas de menos y me agrada ver la diligencia, preocupación e interés que ustedes han puesto en todo este delicado asunto.

miércoles, 22 de julio de 2015

Subsidios, subvenciones y mamandurrias

Ahora me entero de que Esperanza Aguirre no paga el IBI de la vivienda en la que reside en el centro de la capital, por tener ésta más de 50 años de antigüedad, estar protegida con la clasificación de nivel 1 y haber gestionado su exención (si no se reclama este derecho, el Ayuntamiento lo sigue cobrando).
Al mismo tiempo, dos empresas de su marido Fernando Ramírez de Haro, solicitan y disfrutan de subvenciones públicas de los fondos de la Política Agraria Común de la Unión Europea que han sumado 2,5 millones de euros en ocho años (lo que supone más de 300.000 euros de media al año).
Todo está muy bien, y es legal, y tienen derecho, y hacen bien en pedirlo, pero que luego no nos venga diciendo la indignada señora Aguirre en uno de sus calentones mediáticos que “Los subsidios, subvenciones y mamandurrias tienen que acabarse”. Teniendo en cuenta estos datos, su unidad familiar se vería seriamente perjudicada o ¿tal vez lo suyo y de su marido no sean mamandurrias ni subvenciones sino algo que le parece perfecto? o ¿tal vez, simplemente, seamos el resto de los mortales los que no tenemos derecho a mamandurrias ni subvenciones?

Deuda de Grecia y España

Realidad: Mariano Rajoy no sabe qué hacer para poner a parir a Grecia en clave de elecciones generales españolas. Hace pocos días dijo “Grecia debe mucho dinero, algo más del 90 % de su PIB, es como si en España debiéramos 900.000 millones de euros, que es una cifra astronómica”.
Datos: Lo que España debe alcanza ya el 98% del PIB y asciende 1.045.000 millones de euros (así escrito para que Rajoy lo entienda y su mente no lo confunda), o lo que es lo mismo 1,045 billones de euros, es decir 145.000 millones de euros más que los hipotéticos 900.000 millones de euros que debería Grecia si fuera España (+16,1 %). Además, está previsto que este mismo año nuestra deuda alcance el 100 % del PIB. Cada minuto que pasa, la deuda española se incrementa en 96.000 euros, más de 138 millones de euros al día.
Conclusión: ¡Qué cifra astronómica! ¡Qué nivel!

domingo, 19 de julio de 2015

Hablemos de Aznar

Sí, hablemos de él, el que aseguró al diario estadounidense “The Wall Street Journal” que él era el milagro económico que salvó a España: José María Aznar. Muchos otros, también, han aplaudido esta sobrevalorada “brillante etapa”.
José María Aznar
José María Aznar: España va bien
Bien, comencemos: Aznar, siguiendo la senda iniciada por su predecesor, Felipe González, fue el Presidente de Gobierno que más privatizó. Ingresó por este concepto unos 30.000 millones de euros, que en valor actualizado supondrían más de 40.000 millones. Vendió, a partir de 1997, sectores absolutamente estratégicos de la economía española como eran, son y serán, la electricidad, el gas, el petróleo, el transporte, o las telecomunicaciones que, de la noche a la mañana, dejaron de ser de todos los españoles para pasar a unas pocas manos privadas. Sus consecuencias las sufrimos todos en la actualidad cuando nos llega, por ejemplo, la factura de la luz (¿será que las pobres compañías tienen pérdidas y nos tienen que subir continuamente los precios?). En esta liquidación sin precedentes se deshizo sobre todo de aquellas empresas que obtenían grandes beneficios, dejando sin privatizar las que daban pérdidas. Las privatizadas fueron empresas tan importantes —”joyas de la corona” las llamaban algunos— como Repsol, Telefónica, Endesa, Gas Natural, Argentaria, Seat, Indra, Enatcar, Red Eléctrica, Retevisión, Cepsa, Iberia, Ena, Transmediterránea, Ence, Tabacalera, Casa, Aldeasa, Aceralia, Elcano, Izar, Barreras, Cope, Ebro, Santa Bárbara. Muchas de ellas forman en la actualidad parte del IBEX 35, y cosechan beneficios anuales que rondan los 12.000 millones de euros. Ya, siendo expresidente, Aznar fue contratado como asesor externo por Endesa, empresa que él privatizó, y por ello recibe un sueldo de unos 200.000 euros anuales, que, dependiendo de los objetivos, puede llegar a ser 300.000 euros. ¡Vaya milagro del señor Aznar!
Vendiendo lo que era de todos los españoles, Aznar consiguió reducir el nivel de deuda pública de esta etapa, pero no el déficit estructural, ya que estas ventas producen ingresos a las arcas del Estado sólo el año de la enajenación. Pero con este negocio sí que logró cumplir el requisito europeo de reducir el déficit fiscal por debajo del 3% del PIB.
Además y por si fuera poco, durante los años del gobierno de Aznar (1996-2004), España recibió importantes recursos de los fondos europeos equivalentes al 1% del PIB, lo que llevó al canciller alemán, Gerhard Schröder, a vincular el crecimiento de la economía española a las ayudas recibidas, con el consiguiente cabreo del gobierno español. También hubo factores externos que ayudaron disparar la economía nacional como fue la reducción de los precios de las materias primas a nivel mundial y el auge de China. Además tuvo la suerte de que la producción anual mundial, en términos de Producto Interior Bruto, creció a un ritmo superior al 3% casi todos los años de ambas legislaturas.
Asimismo, en 1998 Aznar aprueba la “Ley de Liberalización del Suelo” que logra que técnica y prácticamente todo el suelo sea urbanizable, salvo aquel que esté expresamente prohibido por una disposición jurídica. Se comienzan a construir y comprar viviendas disparatadamente, no porque sean baratas sino precisamente porque son caras, a la espera de que su precio continuará subiendo mucho más en el futuro. Con ello Aznar logra un espectacular aumento de los ingresos gracias a un sistema fiscal con excelentes herramientas recaudatorias, como son el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, que grava la compraventa de viviendas usadas con un tipo del 7%, y el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados, que las grava con otro 1% adicional, consiguiendo que estos años del gobierno de Aznar se ingrese casi un punto de PIB anualmente. De este modo, esta ley va contribuyendo a inflar la burbuja inmobiliaria desatando a la vez una acelerada actividad recalificadora, con la que los gobiernos locales ven llenarse las arcas municipales y, en muchos casos, algunas cuentas corrientes particulares, consiguiendo que, a la vez que se aumenta la construcción de forma totalmente descompensada, se inflen artificialmente los precios de la vivienda que llegarán a doblarse en 2007. A la vez, el parque inmobiliario va creciendo a ritmo de casi un 5% anual, hasta que al final se consigue un pernicioso exceso de oferta. En este perverso “círculo virtuoso”, los desmesurados y extraordinarios beneficios que las empresas constructoras, las inmobiliarias y la Banca van obteniendo (con sus hipotecas, que no son tales, sino créditos bancarios con aval hipotecario), suponen otro aumento de la recaudación del impuesto de sociedades cifrado en 1,3 puntos del PIB. Por cierto, más tarde, esas “hipotecas” otorgadas a todo el mundo y por encima del valor de la vivienda, llevarán a la quiebra de numerosas Cajas de Ahorros y a tener que solicitar un rescate con dinero público para salvar a muchas entidades bancarias, además de tener que presenciar infinidad de humillantes y dolorosos desahucios.
En resumidas cuentas: con los datos en la mano se desmonta una leyenda muy aplaudida y extendida y constatamos que el importante ajuste fiscal del periodo Aznar no fue ningún milagro. La situación que confluyó para la creación del euro, el auge de la economía mundial, la venta del patrimonio de todos y la burbuja inmobiliaria son, gracias a dios, irrepetibles. Con aquellas mimbres hasta el más tonto hace canastos... aunque luego nos lleve al desastre del estallido de la enorme burbuja con todas sus injustas consecuencias.
Otra dato clave para que conozcamos la catadura moral de la persona de que estamos hablando es que durante su primera legislatura (1996 - 2000), Aznar se vio obligado a gobernar en minoría, apoyado por nacionalistas vascos y catalanes. En este período, José María, “habló catalán en la intimidad” y realizó innumerables transferencias de competencias a la Generalitat de Cataluña en materias de tráfico, de justicia, de educación, en agricultura, cultura, sanidad, empleo, puertos, medio ambiente, mediación de seguros y vivienda. Con ello dio vía libre a un renacer vigoroso del nacionalismo catalán. Al mismo tiempo, en el País Vasco, la banda terrorista ETA era “un movimiento vasco de liberación” y durante las negociaciones de paz, el secretario de Estado para la Seguridad, dijo que “no podrá haber nunca ni vencedores ni vencidos” y que el Gobierno no busca una “rendición total” de ETA. También durante ese periodo acercó presos de ETA a Euskadi porque “el Gobierno, cuando toma decisiones, hace política”. Además señaló estar dispuesto a llegar “al perdón, la generosidad y la comprensión”. En su segunda legislatura (2000 – 2004), logró la mayoría absoluta y se destapó el tarro de las esencias que sacó a relucir lo mejor de Aznar en su estado puro. Incluso nos metió en la Guerra del Golfo (recordar la foto de las Azores y el "créanme si les digo que Irak tiene armas de destrucción masiva") para "sacarnos del rincón de la Historia", con la consiguiente crisis mundial del petróleo, al pasar el barril de 20 dólares a 144, contribuyendo, a la vez, a crear un mundo más inseguro. Recordar, también, que en el colofón de sus mandatos se atrevió a mentirnos a todos los españoles sobre la autoría del mayor atentado terrorista acaecido en España.
Al margen de las conclusiones que cada uno pueda extraer, nadie duda que los gobernantes son personas como las demás, y pueden cometer errores como los cometemos todos. Lo que molesta, y mucho, es que traten de cambiar la Historia para vendernos la moto, y con ello nos llaman tontos.
Estos son datos claros, lo demás, habladurías.

jueves, 16 de julio de 2015

La empanada mental de "la mayoría"

Después de lo ocurrido en las recientes votaciones para elegir presidente del Eurogrupo, me parece que comienzo a entender algunas cosas de nuestro Presidente de Gobierno Mariano Rajoy cuando, en un alarde de irresponsabilidad política, dice que Podemos se ha apropiado de muchas alcaldías que el PP ganó en las pasadas elecciones.
Urna electoral
Urna, símbolo de democracia
Empiezo a sospechar que nuestro querido Presidente no tiene bien claro el término de mayoría, pues garantizó al Ministro de Economía, Luis de Guindos, que "contaba ya con el voto a favor de la mayoría de los 28 primeros ministros de los Estados miembros" en su candidatura a ser presidente del Eurogrupo, y todos sabemos que a pesar de esa "mayoría", Luis de Guindos perdió la pugna para ser presidente del Eurogrupo ante el socialdemócrata holandés Jeroen Dijsselbloem. ¿Se habrá apropiado Jeroen también del cargo?
Estimado Presidente le explicaré, para que hable con propiedad y deje de embarrar la política con su neolengua, que una cosa es tener mayoría relativa o simple, que según la Real Academia Española (RAE) es aquella mayoría "formada por el mayor número de votos, no con relación al total de estos, sino al número que obtiene cada una de las personas o cuestiones que se votan a la vez", y otra bien distinta es gozar de la mayoría absoluta, que según la misma RAE es aquella "que consta de más de la mitad de los votos", con la que al parecer ha contado Dijsselbloem para ganar.
Teniendo en cuenta lo anterior, es verdad que su partido, que por cierto es un frente nacional, pues agrupa innumerables partidos de derechas, ha sido el más votado en algunas alcaldías pero que no van a presidir debido a que cuenta con una insuficiente mayoría relativa, ya que no ha gozado de los votos necesarios para lograr la mayoría absoluta, que sí suman los que gobiernan, y son inapelables para ganar y poder administrar estas instituciones democráticamente.
Ah, una última aclaración al irresponsable uso del lenguaje: en contra de lo que dijo su Ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, que aún sigue en el cargo, las urnas no son un peligro. Lo que sí es un peligro y da miedo es la dictadura, o los recortes de libertades de la Ley Mordaza, o que se utilice la televisión pública con fines partidistas, o la corrupción de nuestros representantes, o la existencia en España de dos millones y medio de niños que no se alimentan adecuadamente porque los ingresos familiares están por debajo del umbral de la pobreza, o los más de 5.440.000 parados de este país según el INE, o las personas que emigran por falta de empleo, o los contratos basura, o los recortes en sanidad y educación, o declaraciones tan insensatas como las mencionadas más arriba de Isabel, que no aportan nada al debate político ni contribuyen, tampoco, a nada bueno. Las urnas, sin embargo, son sólo un símbolo de democracia.
¡Vaya tropa!

Huida vertical

Lo cierto es que cuando decidió seguir aquella ruta para descender de la montaña, no pensó que fuera tan difícil. Bien es verdad que sabía que no iba a ser fácil, pero ahora se encontraba allí frente a un desnivel que rompía, casi verticalmente, la ya de por sí pronunciada pendiente. La caída que se presentaba ante sus ojos era de unos cuatro metros, y daba paso, sin solución de continuidad, y precisamente éso era lo malo del asunto, a una pendiente con una inclinación de unos sesenta grados. Por tanto, si no calculaba muy bien sus movimientos y llegaba abajo con mucha inercia, lo más probable es que siguiera cayendo sin más remedio.
«¡Ánimo!, Teodoro —se dijo—, si pasas esto, el resto será pan comido.» Lo cual, tampoco era del todo cierto, pues existía otro cortado más. Había, pues, que pensar y medir todos los movimientos. Por suerte, esta ruta tenía, casi en todo su recorrido, una pared que formaba con ella un ángulo de unos noventa grados, con lo cual se podría ayudar mucho con sus brazos, empujando hacia los lados para contrarrestar, de alguna manera, la fuerza de la gravedad. Había que decidirse, el momento urgía, así que puso su mano derecha lo más abajo que pudo sobre una pequeña grieta de la pared. Con su mano izquierda hizo lo propio y con su mirada trató de buscar algún saliente, por pequeño que fuera, para colocar los pies. Hizo fuerza con sus brazos como queriendo separar las paredes que, en ángulo de noventa grados, se le ofrecían y, a la vez, relajó el cuerpo para que fuese cayendo poco a poco. Mientras, con lo pies buscaba algún saliente donde colocar sus zapatillas. Le dolían los brazos cansados y cargados después del esfuerzo del día. Las piernas hacía rato que habían comenzado a dar muestras de flaqueza. ¿Entonces por qué no parar y continuar en otro momento? No podía. Tenía que llegar cuanto antes al punto de extracción, único lugar donde podría encontrarse seguro.
Huida peligrosa
Al borde del precipicio
Calculó que habría un metro desde sus zapatillas al fin del desnivel. Si se dejaba caer no era nada, salvo que la pendiente continuaba y casi no existía sitio para frenar el golpe. Buscó un lugar donde sujetarse en caso de fallar. Los brazos, debido a la tensión acumulada, empezaban a temblarle. Las pocas fuerzas que le restaban, comenzaban a dar serías muestras de abandono. No encontró lugar alguno donde poder aferrarse; pero estaba claro que debía lanzarse, puesto que no podía dar marcha atrás. Se dejó caer. Notó el golpe e intentó amortiguarlo todo lo posible para que su cuerpo no se moviera. Sus pies trastabillaron e irremediablemente comenzó a rodar por la pendiente tal y como había temido. Su cuerpo se fue golpeando según iba cayendo. Una peña de enormes aristas se alzaba ante él unos quince metros más abajo. A pesar de sus intentos por detenerse, su cuerpo iba ganando cada vez más velocidad. Sus manos, descarnadas ya, intentaban asirse a todo lo que podían cual zarpas de gato. De repente su cabeza golpeó brutalmente contra la peña... En ese isntante notó el suelo frío, su respiración agitada y el cuerpo bañado en sudor, su cabeza le dolía... y su cama, de la cual se había caído, permanecía a su derecha.

martes, 14 de julio de 2015

Mitos (mentiras insidiosas), que se derrumban, sobre los griegos

Impuestos en porcentaje del PIB
Impuestos en porcentaje del PIB
Tras años de machacarnos, interesadamente, los oídos diciendo que los griegos no pagan impuestos, ahora nos enteramos de que lo que pagan actualmente los helenos en tributos es muy superior a lo que se paga en otros países europeos: el 45,8 % de su PIB va a parar a las arcas del Estado en forma de impuestos. En España, por por poner un ejemplo cercano, sólo el 37,8 %.
Asímismo, el mito de que los griegos se jubilan pronto y cobran mucho, es otra mentira interesada que se desmorona tras las siete reformas llevadas a cabo en su sistema de pensiones desde 2010, y que, por cierto, han tenido un impacto enormemente negativo en las condiciones de vida de los pensionistas griegos al acercarlos a niveles de pobreza: la cuantía de las pensiones, en general, son muy bajas y la pensión media griega es de 665 euros, frente a los 1.000 euros que cobran los pensionistas españoles. Y esto no es nuevo, ya en 2010, y según los datos que nos brinda Eurostat para la percepción anual media por pensión de jubilación, señalaban que Dinamarca contaba con la pensión más alta (18.579,8 €) seguida por Holanda (18.035,6 €). Del otro lado, España, con una cuantía de 11.702 €, era la tercera por la cola aventajando únicamente a Grecia (8.362,0 €) y a Portugal (7.099,7 €).
Por otro lado, su edad de jubilación no dista mucho de la de otros países europeos: la edad media real de jubilación en Grecia (datos de 2013) se establece en los 64,4 años, frente a los 64,3 de España y los 63,2 de media en la eurozona, y todo ello a pesar de la pésima situación del paro en Grecia.
¿A qué viene ahora presionarlos sin piedad en las negociaciones para un tercer rescate que, debido a las duras condiciones impuestas, no podrán pagar?
¿Tal vez, como ningún país puede ser expulsado del euro, se trate de obligar a Grecia a que pida su baja?
Mentiras, mentiras, mentiras...
Salvemos Grecia
Salvemos Grecia

lunes, 13 de julio de 2015

Sentimiento extraño

—Será mejor que te quedes esperando en la plaza, sentado a la sombrita —le dijo su mujer.
—Sí, no es mala idea.
Así pues, mientras su esposa se internaba en el supermercado de aquella apacible localidad costera para hacer la compra, Alfredo se dirigió al centro de la plazoleta donde un grupo de niños armaba infantil bulla con sus juegos. Se sentó junto a la fuente buscando la sombra de los árboles y el frescor que el agua le pudiera proporcionar, pues el día recién amanecido se presentaba, sin ninguna duda, caluroso.
El embriagador perfume de la flor de azahar, omnipresente en las localidades mediterráneas, impregnaba el ambiente. No se estaba mal allí y más teniendo en cuenta que sentía su cuerpo extraño y un tanto cansado, sin poder hallar para ello ninguna explicación plausible. Sin darse cuenta y a la vez que dejaba volar su imaginación, se quedó mirando el chorro que, mientras salía verticalmente de la fuente, dibujaba imposibles figuras en el aire. Ello fue haciendo que Alfredo se relajara lentamente mientras todos sus sentidos le fueron embargando poco a poco.
No sabría decir cuánto tiempo permaneció en esta suspensión temporal del alma pero, de repente, se dio cuenta de que, aparentemente, el chorro de la fuente y el agua de la misma se habían congelado. ¿Era eso posible en pleno verano? Miró a su alrededor para ver si las demás personas se habían percatado de este insólito hecho; pero vio, con estupefacción, como toda la gente que podía divisar, a su vez había suspendido su existencia. Es más, incluso unos pájaros que en aquel momento cruzaban el cielo de color azul intenso, se habían petrificado suspendidos en él sin caerse. El aire, las nubes, las ramas de los árboles, antes apaciblemente mecidas por el viento, se habían detenido como si quisieran hacer un paréntesis en su pasar por la vida. Todos y todo cuanto le rodeaba, menos él, se hallaba estancado en el tiempo. ¿Qué estaría ocurriendo?
Le parecía estar viviendo una alucinación. Se levantó y, en un gesto de sana curiosidad infantil, tocó el agua inmovilizada. Para mayor sorpresa, podía atravesarla, al fin y al cabo sólo era agua —pensó él—, pero sin mojarse, ni alterar su forma por más que lo intentó, aunque pudiera notar su frescor. En su mente se cruzaban atropelladamente miles de ideas. Súbitamente, algo le impulsó a salir corriendo hacia el supermercado para ver qué había sucedido con su mujer. Con tan sólo este objetivo, nítido y anclado en ese instante en su mente, cruzó la improvisada sala de aquel museo de cera al aire libre. Los coches, que en el momento de producirse el evento circulaban con normalidad por la calle, ahora, al estar detenidos, no representaban ningún peligro. Así que, sin pensárselo dos veces, eligió el camino más corto y cruzó por delante de un inmenso todoterreno.

*     *     *

—No le vi aparecer. Se lo juro. Un instante antes no estaba y un segundo después... Fue como si surgiera de la nada... No lo entiendo —fue todo lo que el atónito e incrédulo conductor del todoterreno pudo balbucir ante los agentes de la policía municipal cuando se dispusieron a tomarle declaración.
Mientras, la que desde hacía años y hasta aquel día había sido la esposa de Alfredo, lloraba sin consuelo al lado del cadáver de su marido cubierto con una manta.

sábado, 11 de julio de 2015

Lección de democracia



Es lamentable tener un Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy Brey, con un nivel de conocimiento democrático tan patético. Ayer, sin ir más lejos, durante la Conferencia Política del PP, atacó a Podemos por “apropiarse de muchas alcaldías en España” (sic) que, según él, ganó el PP en las pasadas elecciones municipales.
Mariano Rajoy
Qué nivel. Vaya Presidente.
Vamos a ver, señor Presidente, en democracia, por suerte, nadie se apropia de nada que no le pertenezca, "salvo alguna cosa". Si el PP hubiera ganado de verdad esos municipios nadie podría habérselos arrebatado. Que yo sepa, las alcaldías que usted considera que, con malas artes, le han sido arrebatadas por “esos en los que está pensando”, han ganado legalmente unas votaciones constituyentes en la que han alcanzado la mayoría necesaria para ser alcaldes, todo ello siguiendo las reglas que esta sociedad se ha marcado para el juego democrático. Algo muy sencillo y absolutamente legítimo.
Resulta desolador que el Presidente de Gobierno se dedique a caldear los ánimos ciudadanos que, debido a la corrupción, el paro y los recortes, bastante acalorados están. Usted debería tener algo de responsabilidad y vergüenza y ser mesurado en sus actuaciones para fomentar la paz y la tranquilidad en la población, y no dejarse llevar por su orgullo mal entendido generando desconfianza entre la ciudadanía y haciéndola creer que algunos están asaltando el poder de manera ilegal. Parece que usted estuviera siguiendo el consejo de Henry Louis Mencken, periodista y crítico social estadounidense, cuando dijo aquello de que “el objetivo de la política práctica es mantener alarmada a la población amenazándola con una serie incesante de espantajos, todos ellos imaginarios”. Sería mejor que siguiese el consejo del vicepresidente estadounidense Hubert H. Humphrey: “La propaganda, para ser eficaz, debe ser creída. Para ser creída, tiene que ser creíble. Para ser creíble, debe ser verdad”. No manipule el cambio democrático que estamos viviendo y recuerde que George Steiner, escritor y filósofo francés, advirtió que “las palabras que han sido saturadas con mentiras o atrocidades no vuelven a la vida fácilmente”. Y es que luego ocurre lo que ocurre, y ya vaticinara la novelista y filósofa francesa Simone de Beauvoir: “Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”.
Aprenda a aceptar los resultados de las urnas. Eso es la democracia. Y si no, aténgase a lo que nos dice el acervo popular: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que deben obedecer pierden el respeto”.

viernes, 10 de julio de 2015

La fiesta, ¿de quién?

¿La fiesta de quién han estado pagando los alemanes? ¿La de los griegos que están a la cabeza de Europa en número de horas trabajadas?
Sí, señoras y señores. Resulta que los griegos, según los datos publicados este jueves por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), trabajan de media 2.042 horas al año, ocupando el puesto número uno en Europa, y el cuarto a nivel mundial, sólo por detrás de México, Costa Rica y Corea del Sur.
Alemania se come a Grecia
Alemania se come a Grecia.
Adivinen quiénes son los que menos horas trabajan en Europa. Sí, justo, los alemanes con 1.371 horas. Es decir, un griego trabaja un 49 % más de horas al año que un alemán o, lo que es lo mismo, 671 horas anuales más que, en jornadas de 8 horas al día y 20 días al mes, supondrían 4,2 meses más al año de trabajo.
Por contra, el salario medio alemán en 2014 era de 45.952 €, mientras el griego era de tan sólo 20.168 €. Un alemán gana un 128 % más que un griego. Sólo estos dos datos juntos revelan mucho y resultan demoledores.
¿No será que los griegos han estado pagando, pagan y pagarán la fiesta de los bancos alemanes que compraban deuda griega a más del 30 % con dinero prestado del Banco Central Europeo al 1 %?
Y si los bancos alemanes, que cobran esos intereses tan elevados por asumir ese "teórico riesgo", se quedaran ahora sin cobrar ¿no formaría parte del juego, como los que apuestan en el Casino a la ruleta y pierden?
Una vez más, los atónitos ciudadanos europeos, nos hallamos ante una forma de actuar en política indignante.
Por cierto y para su información, los españoles trabajamos 318 horas más al año que los alemanes y, también por cierto, cobramos menos. ¿También les habremos pagado parte de la fiesta?

viernes, 3 de julio de 2015

miércoles, 1 de julio de 2015

Tan lejana

RosaY yo, ayer, día de Navidad,
en una tarde gris y oscura,
de vuelta a casa,
pensé de nuevo en ti.
¿Qué estarías haciendo?
A lo mejor caminabas como yo,
en ese preciso momento,
pensando en mí,
como yo en ti.
Y tú, tan lejana en la distancia,
tan cercana en el pensamiento,
y nosotros sin saberlo,
nuestros dos corazones
al unísono latiendo.