El
dinero cumple la Ley de la Conservación de la Energía: ni se crea ni se
destruye, tan sólo cambia de manos. Por eso las crisis económicas no son tales,
sino estafas al pueblo donde el dinero no se desvanece, tan sólo muda de
manos. Y ahí están los indicadores macroeconómicos delatándolo: caen las ventas de
coches utilitarios pero se disparan escandalosamente las ventas de los de
alta gama, bajan los salarios de los trabajadores pero se incrementan los de
los directivos y consejeros, suben los impuestos indirectos pero no los
directos, etc.
En resumen, las auténticas crisis afectan a todos por igual,
las grandes estafas únicamente a los pobres.
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