Cercedilla, 14 de agosto de 1996
Mucho se ha hablado y escrito este verano del caso de la recién nacida hallada milagrosamente con vida en un contenedor de escombros; pero, por contra, poco o nada se ha dicho sobre las posibles soluciones para tratar de remediar, de cara al futuro, hechos tan lamentables como éste. Deseo dejar claro que parto de la ignorancia más absoluta en temas legales, pero abro mi mente y me dejo llevar por aquello que me dicta el sentido común con el fin de intentar ayudar a esas personas que han visto como única salida, o tal vez como la menos complicada, la eliminación del hijo no deseado. Por ello quiero imaginar que si quienes se encuentran en situaciones semejantes tuviesen la posibilidad de acercarse a un hospital, con absoluta garantía de que una vez que hayan dado a luz a su retoño lo puedan dejar allí y marcharse libremente sin tener por ello que someterse a ningún tipo de interrogatorio (ni siquiera dar su filiación) y, menos aún, correr el riesgo de ser detenidos y expulsados (caso de inmigrantes mal adjetivados como ilegales) evitaríamos, probablemente, la repetición de numerosas tragedias de este tipo. Querámoslo o no, estas personas, inmersas como están en un universo cuya espiral les arrastra hacia el rincón más lúgubre de la naturaleza humana, lo harán de una u otra forma. Son ellos y las circunstancias que los rodean. Pero nosotros otorguemos al menos una oportunidad a la vida facilitando las cosas o, de lo contrario, no nos rasguemos después las vestiduras.
Mucho se ha hablado y escrito este verano del caso de la recién nacida hallada milagrosamente con vida en un contenedor de escombros; pero, por contra, poco o nada se ha dicho sobre las posibles soluciones para tratar de remediar, de cara al futuro, hechos tan lamentables como éste. Deseo dejar claro que parto de la ignorancia más absoluta en temas legales, pero abro mi mente y me dejo llevar por aquello que me dicta el sentido común con el fin de intentar ayudar a esas personas que han visto como única salida, o tal vez como la menos complicada, la eliminación del hijo no deseado. Por ello quiero imaginar que si quienes se encuentran en situaciones semejantes tuviesen la posibilidad de acercarse a un hospital, con absoluta garantía de que una vez que hayan dado a luz a su retoño lo puedan dejar allí y marcharse libremente sin tener por ello que someterse a ningún tipo de interrogatorio (ni siquiera dar su filiación) y, menos aún, correr el riesgo de ser detenidos y expulsados (caso de inmigrantes mal adjetivados como ilegales) evitaríamos, probablemente, la repetición de numerosas tragedias de este tipo. Querámoslo o no, estas personas, inmersas como están en un universo cuya espiral les arrastra hacia el rincón más lúgubre de la naturaleza humana, lo harán de una u otra forma. Son ellos y las circunstancias que los rodean. Pero nosotros otorguemos al menos una oportunidad a la vida facilitando las cosas o, de lo contrario, no nos rasguemos después las vestiduras.
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