sábado, 20 de junio de 2015

¿Vida inteligente?


Madrid, 16 de julio de 1997

El ojo electrónico mostraba claramente un objeto, al parecer de metal, que, asomando entre el fino polvo rojizo, brillaba a la luz del remoto sol clavado en lo alto del cielo asalmonado. Los sabios, congregados ante las pantallas del potente ordenador del JPL de Pasadena, se quedaron mudos. Sobrepuestos a la impresión, dieron órdenes para que el pequeño vehículo teledirigido se acercara al intrigante objeto. Los minutos transcurridos hasta que éstas se cumplieron, pasaron con exas­perante lentitud. La tensión de ser los protagonistas de lo que podía ser un descubri­miento histórico sin igual, quedaba perfectamente reflejada en los rostros ansiosos del equipo científico de guardia. La imagen que entonces se plasmó en los monitores después de viajar a través de cientos de millones de kilómetros de oscuro y frío vacío, era tan nítida que, aun dejando lugar al ­asombro, no dejaba lugar a la duda: se podía afirmar que en el pasado Marte había sido hollado por algún tipo de vida inteligente al encontrar sobre su yerta y helada superficie uno de los objetos que probablemente hicieron de él un planeta desolado: una bomba nuclear sin estallar.

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