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domingo, 14 de septiembre de 2025

El muro insalvable de las noticias falsas

 

El fascismo, con sus mentiras y odios, llevan el mundo al desastre
El fascismo, con sus mentiras y odios, llevan el mundo al desastre

Reconozco que cuando debato con alguien cuyos argumentos se basan en mentiras, me desarma. Pero no por falta de razones y datos para rebatirlos. Me descoloca constatar, con tristeza y asombro, que vivimos en realidades paralelas, tan distintas y distantes que un muro invisible pero infranqueable se alza entre nosotros. Y así, el diálogo se torna estéril.
Ese muro no es de ladrillos y cemento, sino erigido en la desinformación, en titulares manipulados, en emociones exacerbadas… cimentado sobre el odio y la peligrosa facilidad y velocidad con que se comparten falsedades en las redes sociales. Y lo más alarmante es el rechazo sistemático a todo lo que no encaje en una visión preestablecida de su mundo.
A lo largo de mi vida, incluso en los debates más encendidos, siempre hubo espacio para la razón, para el contraste de ideas, para el intercambio sincero. Podías estar en desacuerdo con alguien, pero, aun así, existía un compromiso común: el respeto por los hechos, las fuentes fiables y el pensamiento crítico. El diálogo era posible. La escucha, también. Podías convencer o ser convencido.
Pero desde que las redes sociales se convirtieron en el medio principal —y en algunos casos único— de información para muchas personas, todo cambió. La rapidez sustituyó a la reflexión; la viralidad, a la veracidad; la inteligencia, a la estupidez. Y en ese entorno, la mentira se disfraza de verdad con turbadora facilidad. Ahora, como diría Unamuno, solo quieren vencer.
Lo peor no es que haya personas que se equivoquen o que crean en una información falsa. Eso siempre ha sucedido. Lo verdaderamente desolador es que, aun cuando se les presentan datos contrastados, hechos irrefutables, pruebas objetivas, se cierran en banda. No escuchan ni quieren escuchar. Porque admitir una mentira es, para muchos, arruinar el relato que han construido sobre sí mismos y sobre el mundo. Y ese vértigo es, para ellos, más insondable que la mentira misma.
Así, infundio a infundio, se va erigiendo ese muro que separa no solo opiniones, sino realidades. Una muralla que impide el encuentro, que impide el entendimiento, que impide llegar al otro, que nos fragmenta como sociedad y nos aleja como individuos.
Y, a pesar del desaliento, no dudo que la verdad —por incómoda o lenta que sea— tiene un valor irrenunciable. Porque sin ella, no hay diálogo posible. Y sin diálogo, no hay futuro compartido.

lunes, 8 de septiembre de 2025

Ni un paso atrás: agotar la legislatura para frenar la involución

 

El PP ya no disimula
El PP ya no disimula

Agotar la legislatura no es solo una necesidad política, es una obligación moral. La alternativa reaccionaria representa un retroceso devastador para la democracia, los derechos sociales y la dignidad de millones de personas. Además, la derecha ha demostrado una preocupante falta de capacidad para gestionar situaciones complejas. Siempre fue incompetente.
El mal llamado “milagro económico” de Aznar fue un espejismo: entrada en el euro, ciclo económico internacional favorable, privatización salvaje del patrimonio nacional y el estallido de una burbuja inmobiliaria alimentada por una ley del suelo irresponsable. A eso se sumaron fondos europeos y bajos precios de materias primas. Un escenario excepcional que no tiene nada que ver con una gestión ejemplar, sino más bien con un saqueo del patrimonio.
Además, cuando les ha tocado gestionar crisis, su respuesta ha sido deficiente: desde la manipulación del 11-M, la catástrofe del Prestige, el escándalo del Yak-42, hasta los recortes de Rajoy y la pérdida de derechos laborales. A esto se suman tragedias como el Madrid Arena, la gestión de las residencias en la pandemia, la DANA valenciana o los recientes incendios. En todos estos casos, la derecha mostró su verdadera cara: desprecio a las víctimas, mentiras sistemáticas, cero rendir cuentas y una arrogancia criminal que jamás asumió responsabilidades. A día de hoy, seguimos esperando una sola disculpa. Jamás llegará, porque mejorar la vida de la gente nunca ha sido su objetivo. Su rechazo al sector público es notorio; su propósito es desgastar a la izquierda con el fin de alcanzar el poder, y una vez lo logran, buscan controlar las instituciones para perpetuar y ampliar las desigualdades sociales. Su enfoque es crear leyes que beneficien a los más poderosos.
No es ficción. Es su historial. Y es una amenaza real. Volverían los recortes, el bloqueo institucional, la precariedad y la propaganda. Volverían los insultos a los sindicatos, el negacionismo climático, la criminalización de la protesta y el retroceso de derechos de mujeres, migrantes y trabajadores.
Por eso, agotar la legislatura es una necesidad estratégica y una declaración de principios. Presentar unos presupuestos valientes, centrados en la justicia social, obligará a retratarse a quienes votan en contra de proteger a la mayoría. Será una herramienta para consolidar un proyecto de país que ha demostrado capacidad de gestión, voluntad de diálogo y compromiso con el futuro.
La derecha ha gobernado, y el resultado fue desolador. No lo olvidamos. Hoy, más que nunca, necesitamos resistencia, pero también ambición. No basta con frenar. Hay que avanzar.
Ni un paso atrás.

lunes, 1 de septiembre de 2025

La derecha europea y la gran anomalía española

 

Aunque cambien de logo mil veces, continuarán siendo franquistas
Aunque cambien de logo mil veces, continuarán siendo franquistas

En Europa, la derecha democrática se forjó combatiendo al fascismo y asumiendo los valores de la libertad, la justicia social y el respeto a los derechos humanos. A ver si se enteran en Europa de que, por contra, la derecha española tiene un origen radicalmente opuesto: fue parida por el franquismo y se siente incómoda con la libertad, la justicia social y el respeto rotundo a los derechos humanos.
El Partido Popular es Alianza Popular, fundada por siete ministros de Franco, por eso evita condenar de forma tajante los crímenes de la dictadura. Su ADN político conserva los viejos dogmas despóticos del Movimiento Nacional: la unidad indivisible de la patria, el orden público impuesto cimentado en la represión y una moral reaccionaria que machaca a las minorías. No es casualidad que el PP rechace la Ley de Memoria Democrática, desprecie la pluralidad, hable de terrorismo incendiario, pretenda deportar a migrantes y se muestre incómodo ante cualquier avance en derechos civiles. Hace tiempo disimulaba. Ahora, no. Su deriva, abrazando sin pudor los discursos de Vox, no es una anomalía sino una vuelta a casa. El PP, en vez de aislar a la ultraderecha como en Europa, la integra y la legitima. Esta complicidad diligente no solo alimenta la crispación, sino que lo atrapa en una espiral de confrontación política y cultural que impide a España tener una derecha civilizada homologable a la europea y el avance hacia una democracia plena. Y lo que es aún peor: nos acerca peligrosamente hacia un siniestro y oscuro pasado.

martes, 26 de agosto de 2025

Ecos de un tiempo pretérito

En España el fascismo avanza de mano de PP y Vox
En España el fascismo avanza de mano de PP y Vox

En el filo de la historia, como si esta tuviera memoria y voluntad propia, se esbozan extrañas simetrías. Hoy, cual viejo disco rayado con el mundo girando desconfiado y crispado por crisis múltiples, desigualdades crecientes y un hartazgo generalizado hacia ciertas élites, los ecos del periodo de entreguerras vuelven a hacerse audibles.
Entonces, tras la Gran Guerra, el mundo estaba descompuesto. Europa era un continente lleno de dolor, devastado, ruinas y promesas rotas. Las democracias liberales, recién implantadas en muchos países, se tambaleaban frente al empuje de fuerzas que prometían orden, orgullo nacional y unidad frente al caos. Alemania, humillada y empobrecida, fue el crisol del resentimiento, y en sus calles floreció el fascismo como reacción brutal al miedo y la incertidumbre.
Hoy, aunque de momento no hay trincheras generalizadas hay otras heridas. Las crisis económicas —la de 2008, la pandemia, la inflación, el desempleo— han dejado huellas profundas. En muchas naciones, el ciudadano común se siente traicionado, ignorado por políticos tecnócratas y desplazado por una globalización que no reparte sus frutos equitativamente. De este modo, como en los años 30, la frustración vuelve a ser el caldo de cultivo perfecto para los discursos del odio.
Los nuevos fascismos no marchan con uniformes, pero sí con banderas. Tienen canales en redes sociales en lugar de emisoras de radio, pero gritan lo mismo: que la culpa la tienen los otros, los diferentes, los débiles, los de fuera. Como entonces, el lenguaje se vuelve tan agresivo que debilita las instituciones. El ciudadano temeroso acepta que se cuestionen las elecciones, se normalicen las mentiras y se desprecie la prensa libre.
También ahora, como entonces, hay un vacío emocional. En los años de entreguerras, el sentimiento de comunidad estaba roto, y surgieron líderes carismáticos que prometían devolver la dignidad y la grandeza perdidas. Hoy, vemos un fenómeno similar: figuras autoritarias, populistas, que ofrecen soluciones simples a problemas complejos, que dicen lo que “nadie se atreve a decir”, y que excitan nuestro cerebro reptiliano.
Y al igual que entonces, el mundo está revuelto. La guerra en Ucrania, el genocidio en Oriente Medio, las pugnas entre potencias, la crisis climática —todo parece sacudir un orden mundial que cruje como un edificio con cimientos decrépitos. El multilateralismo se erosiona, las alianzas se tambalean, y el miedo vuelve a dictar las decisiones.
Pero no todo está perdido. La historia también enseña que el fascismo fue derrotado, y que de sus cenizas surgieron acuerdos y estructuras que, con todos sus fallos, evitaron otra catástrofe global durante décadas. Tal vez el verdadero reto sea reconocer las señales a tiempo para escribir un final distinto.
El mundo de hoy se parece al de ayer, sí. Pero, con sentido común, aún podríamos estar a tiempo de escribir otro final. Y, aunque realmente no lo creo, es lo que espero.

domingo, 20 de julio de 2025

Hacienda patriótica

 

PP y Vox siempre besan el culo a los ricos
PP y Vox siempre besan el culo a los ricos

PP y Vox, cada vez que tocan el poder, amparan a los poderosos: legislan para una minoría privilegiada mientras castigan al resto. Mientras Rajoy en el Consejo de Ministros recortaba el estado de bienestar, la Hacienda dirigida por Cristóbal Montoro, presuntamente se convertía en un lobby para beneficiar a grandes corporaciones. Este caso de corrupción premium, gravísimo y sin parangón, sería otro capítulo del extenso libro de tropelías del PP: hacer leyes a medida desde el Gobierno para desviar miles de millones del bolsillo de los contribuyentes hacia grandes corporaciones. Ese dinero, que debería haberse destinado a sanidad, educación o dependencia, acabó en manos de oligarcas que jamás pagan las consecuencias.
El PP no gobierna: saquea. Sus recortes siempre se ceban con los más vulnerables, mientras sus amnistías fiscales y sus leyes tramposas protegen a poderosos y corruptos. Y todavía tienen la desfachatez de hablar de “corrupción” y “patriotismo”. ¿Defender España? No, solo defienden a los poderosos.
El PP es una maquinaria perfectamente engrasada para saquear lo público, disfrazada de partido político. Una organización criminal, como bien recoge una sentencia. Cada vez que gobiernan, la riqueza fluye hacia arriba y la miseria hacia abajo. No es casualidad. Es su modelo de país. Uno donde siempre mandan los poderosos y el resto paga.
¿Mafia o democracia? ¿Y tú me lo preguntas? Mafia… eres tú.

jueves, 17 de julio de 2025

Igualdad ciudadana

 

Feijóo miente más que habla
Feijóo miente más que habla

Sostiene Feijóo que «la igualdad de los ciudadanos en el acceso a los servicios públicos no puede depender del código postal». Coincido, pero es un discurso tramposo porque el PP y sus aliados solo miran los intereses de los ricos. Madrid, la comunidad más adinerada de España, también es la que menos invierte en sanidad por habitante, con un sistema colapsado que arroja a más del 38% de la población al negocio de la sanidad privada, 14 puntos por encima de la media. ¿Eso es igualdad?
Y, en educación, lo mismo. Madrid lidera el ranking de comunidades que menos invierten por estudiante, con unas ratios por profesor insoportables. Mientras tanto, el Gobierno de Ayuso abre tres veces más aulas concertadas que públicas, lo que significa más dinero público destinado a financiar colegios privados. Si los 1.500 millones de euros anuales que se destinan a la concertada se invirtieran en la pública, Madrid tendría un sistema educativo de calidad para todos, no solo para los que pueden permitírselo. ¿Eso es igualdad?
Señor Feijóo: Piense antes de hablar. Los que habitamos en códigos postales que comienzan por 28, sufrimos un sistema público quemado por pura ideología ultraliberal del PP, que recorta en servicios esenciales para bajar impuestos a los ricos y fomentar el negocio privado. Y usted, con su doble vara de medir, no hace más que esconder esta realidad. Los intereses de los más poderosos están por encima de la igualdad y la justicia social, y eso no se soluciona con discursos de tahúr.

viernes, 11 de julio de 2025

¡Envido más!

 

Es casi imposible diferenciar al PP de Vox
Es casi imposible diferenciar al PP de Vox

Feijóo, en su congreso de deriva reaccionaria, calca el discurso xenófobo de Vox y promete que si gobiernan «vamos a reducir la inmigración ilegal». Este gran estratega ignora que si te pones a la altura de Vox, Vox, fiel al manual de Trump y Le Pen, sube la apuesta. Por eso Rocío de Meer envida más y proclama sin tapujos deportar a ocho millones de seres humanos en un «proceso extraordinariamente complejo de remigración» para mantener su versión rancia y excluyente de la «identidad española». Incluso plantea negar la nacionalidad a niños nacidos aquí si sus padres son extranjeros. Lo dice, por cierto, alguien con apellido holandés que, aplicando su propio delirio, no sería considerada española.
Pero lo verdaderamente grave es la claudicación moral del PP, que ha dejado de ser la derecha para convertirse en la muleta blanqueadora de la derecha extrema. ¿Qué esperaba el PP al competir en odio con Vox? ¿Que los ultras le cedieran el protagonismo? Es ingenuidad e irresponsabilidad, porque si juegas con ideas reaccionarias, te quemas. ¿Qué hará ahora Feijóo? ¿Seguir hundiéndose en el fango fascista?
La historia es clara: por el mismo precio, entre el original y la copia, el electorado escoge el original. El PP regala votos a Vox mientras dilapida la poca dignidad, los pocos principios y la poca vergüenza que le quedaba.

miércoles, 9 de julio de 2025

Los españoles


El PP, con menos cerebro que un mosquito, cae continuamente en las trampas que le teje Vox
El PP, con menos cerebro que un mosquito, cae continuamente en las trampas que le teje Vox
En su congreso, un eufórico Feijóo sostuvo que cuando él gobierne «en España mandarán los españoles». Y tan orgulloso de su absurda perogrullada. ¿O tal vez insinúa que en España gobiernan los norteamericanos? ¿O que catalanes y vascos no son españoles?
Es retórica; sé que Feijóo profundiza en la exclusión y el ultranacionalismo porque abraza el discurso más rancio y divisivo del espectro político. Su retórica de «los españoles» es chovinismo y no política inclusiva.
El PP, bajo su mando, ha dado un giro derechista tan abrupto como peligroso. Sin rubor abraza el neofascismo de Vox en lugar de desmarcarse de la derecha extrema. Opta por unirse a ellos en su cruzada contra todo lo que huela a pluralismo y a diversidad. Y, en su afán por ganar apoyos de la derecha más radical, demuestra no importarle fragmentar el país con tal de avivar su ansia de poder. Se cree un cid dispuesto a enterrar cualquier vestigio de progresismo en nombre del anacrónico «nacionalismo español» que no tiene cabida en una sociedad moderna y diversa.
Al abrazar los postulados de Vox, Feijóo traiciona a la España plural que somos y contribuye a erosionar la convivencia entre territorios, lenguas y culturas. Si este es el futuro que Feijóo promete, debemos esperar una España rota y dividida.

domingo, 29 de junio de 2025

El PP y su empecinado desprestigio de España

 

Mentir y mentir para dejar a España por los suelos en el extranjero

Sostiene Feijóo, refiriéndose a Sánchez, que «no puede representar a España quien la desprestigia en un ridículo internacional».
Veamos quién desprestigia en el extranjero. Cada vez que el PP no gobierna, lo hace. Desde Aznar hasta Ayuso, pasando por el mismo Feijóo, no han dudado en socavar la imagen de España en foros europeos e internacionales con tal de derrocar al Gobierno.
Por poner solo unos ejemplos recientes: Feijóo acusa a Sánchez de «ridículo internacional» por su política exterior, de «inseguridad energética» tras un apagón, ha cuestionado la gestión de los fondos europeos y la excepción ibérica y sostiene que España tiene «el presidente menos fiable de Europa». Aznar llegó a pedir una «movilización internacional» contra España. Ayuso afirma que «España está aislada del mundo» y que «es un problema para la OTAN». ¿Eso no es hablar mal del país?
Quien no puede «representar a España» es usted, señor Feijóo, por usarla como rehén de la estrategia partidista en el exterior. Eso no es hacer oposición: es sabotear nuestra reputación. La política exterior debería ser un espacio de país, no un arma electoral. El PP no defiende a España: la desgasta fuera para intentar ganarla dentro. Y eso sí que es hacer un verdadero ridículo.

miércoles, 25 de junio de 2025

El PP: cáncer de la democracia

 

El PP corroe la democracia
El PP corroe la democracia

El PP asume que el poder le pertenece por la gracia de Dios, convencido de que las instituciones del Estado son su coto privado. No importa si gobierna o no: siembra dudas, manipula a la opinión pública y cuestiona la legitimidad de las instituciones que deben servir a todos los ciudadanos. Vayamos por partes. En 1993, varios sondeos privados daban al PP una victoria mínima, pero cuando se cerraron las urnas, los entonces líderes del partido, Arenas y Gallardón, no dudaron en denunciar un supuesto “pucherazo” orquestado por el Gobierno socialista. Fue necesario que el Rey Juan Carlos I telefoneara a Aznar para poner fin a semejante despropósito. En 2004, para intentar retener el poder a toda costa, el PP mintió a sabiendas al atribuir la autoría de los atentados del 11M a ETA. Ahora, Aznar, Feijóo y toda su cúpula hacen declaraciones incendiarias sembrando la sospecha sobre la integridad de nuestro sistema electoral, sin presentar una solo prueba, sabiendo perfectamente que el nuestro es uno de los más transparentes y rigurosos del mundo. El PP no solo desprecia la verdad, sino que manipula a la ciudadanía para alimentar sus propios intereses. Son lo peor de la política, la encarnación del trumpismo.
No es un partido de Estado, es un cáncer de la democracia.

miércoles, 18 de junio de 2025

La colosal decepción

 

A pesar de los corruptos no podemos olvidar lo que significa ser de izquierdas
A pesar de los corruptos no podemos olvidar lo que significa ser de izquierdas

Suena el teléfono. Es mi amigo Rafa, de izquierdas de toda la vida, como yo:
–Miguel... Estoy hundido. Llevo días dándole vueltas. No sé si voy a votar. Si lo hiciera, ni siquiera sé a quién. Me siento estafado. La izquierda... lo que pensábamos que era la izquierda... me parece ahora una farsa. Farfolla. Me da hasta vergüenza.
–No digas eso, Rafa. No podemos rendirnos. Entiendo el desencanto. Todos estamos hartos de ver cómo se mancha lo que es limpio. Pero si tú, que has creído siempre en un mundo más justo, más libre, tiras la toalla... ¿entonces qué nos queda? Justo por eso hay que votar.
–¿Y qué sentido tiene seguir defendiendo algo que parece roto? Se supone que la izquierda es ética, diferente, pero ahora... corrupción, luchas internas, postureo... ¿Qué queda de todo aquello?
–Queda lo esencial. Queda la convicción de que este país, cuando avanza en derechos sociales, cuando hay más libertades, más justicia, es porque ha sido la izquierda quien lo ha impulsado. La derecha jamás. La derecha solo gestiona privilegios para ricos y, cuando tiene poder, lo usa para recortar derechos y libertades, para criminalizar, para retroceder. ¿Quieres que te recorten la pensión o que bajen el salario mínimo?...
–No; pero es que hay cosas que también duelen desde dentro. No todo lo puede justificar el “mal menor”.
–Y no hay que justificarlo todo. Al contrario, hay que exigir más. Pero desde dentro, desde la acción. No desde la abstención. No podemos permitir que el ruido de la “fachosfera” —política, judicial, mediática— nos nuble el juicio. Toda esa bulla está hecha para desmotivarnos. Para que la gente como tú diga: “no merece la pena”.
–Es que lo que está pasando es muy grave...
–Gravísimo. Y precisamente por eso hay que meter en la cárcel a los corruptos y que lo paguen. Pero no podemos olvidar que la derecha ha hecho cosas muchísimo peores: saqueo de las arcas públicas, redes para destruir pruebas que les incriminaban, elaborar informes falsos para hundir a rivales políticos... y los ha protegido. Eso sí que es una auténtica mafia. Pero ellos no dudan en votarse. Nosotros, en cambio, nos autoflagelamos. Nos derrotamos solos.
–¿Y no es honesto dudar?
–Claro que sí. Y valiente. Pero no podemos dejar que la duda nos paralice. Tú creías en un mundo más justo, y esa idea sigue viva. Está herida por los miserables, sí, pero no muerta. No votes por unas siglas. Vota por esa idea. Porque si tú y yo renunciamos a ella, entonces sí que habrán ganado los que persiguen la desafección.
–No sé… igual tienes razón. Necesitaba hablar de esto con alguien.
–No te rindas, Rafa. No ahora.

domingo, 15 de junio de 2025

Feijóo: Ríndase a la democracia, no a la mentira

 

Feijóo no abandona el guion ultraderechista
Feijóo no abandona el guion ultraderechista
España votó. Y votó plural. Votó por la convivencia, por la diversidad ideológica, por una democracia que, aunque imperfecta, sigue siendo el único sistema que garantiza libertades, derechos y justicia social. Quien aún no lo ha entendido, o se niega a aceptarlo, es el PP. Parafraseando a su propio líder: quien debe «rendirse a la democracia» es el PP. Porque rendirse a la democracia no es claudicar, es aceptar que no se puede deslegitimar a diario lo que emana de las urnas solo porque no te favorece.
El PP ha convertido la crítica política legítima en corrosión constante de las instituciones. No aceptan al Gobierno porque no lo lideran. Llaman ilegítimo a lo que es legal. Hablan de libertad, pero pactan con quienes recortan derechos. Alimentan el odio territorial para ocultar su falta de proyecto de país. No hacen oposición, siembran odio, desafección, ruido y desconfianza en la democracia misma. Son el «verdadero peligro para la democracia».
Y también es alarmante el papel de Ayuso, presidenta madrileña, que ha decidido importar las peores tácticas del “trumpismo”. Lo que pretende con su nueva normativa es reprimir la disidencia, amordazar a los jóvenes y convertir las universidades en espacios controlados por el miedo. Multas de hasta 100.000 euros por protestar sin permiso, de hasta 15.000 por una pancarta, y hasta un millón de euros en casos extremos. Es un delirio autoritario impropio de una democracia europea. ¿Qué será lo siguiente, perseguir el pensamiento crítico como si fuera un delito?
Y Vox, con su agenda reaccionaria, no solo no desentona en este escenario, sino que lo lidera. Negacionismo climático, censura cultural, ataques a colectivos vulnerables, y un desprecio total por la memoria democrática. Y el PP, lejos de frenarlo, lo respalda y le abre la puerta del poder en ayuntamientos y comunidades. ¿A cambio de qué? ¿De una alcaldía? ¿De un presupuesto? ¿De una falsa apariencia de estabilidad?
La democracia no es solo votar. Es sobre todo respeto al resultado. Es garantizar la libertad de expresión, incluso cuando molesta. Es permitir la protesta, incluso cuando incomoda. Es entender que el poder no da derecho a imponer el silencio, sino la responsabilidad de proteger el diálogo.
A la derecha, que cada día intenta socavar la democracia desde las instituciones que deberían defenderla, hay que decirle claro: ríndanse a la democracia. Acepten las reglas del juego o admitan de una vez que lo que quieren es romper el tablero.
La ciudadanía les observa. La historia también.

lunes, 26 de mayo de 2025

PP: Recortes, negligencia y privatizaciones

 

Lo del PP es para hacérselo mirar
Lo del PP es para hacérselo mirar

Una vez más, y ya son muchas, nos enfrentamos a una situación límite donde las administraciones del Partido Popular, en lugar de asumir responsabilidades, optan por el viejo recurso de echar balones fuera. Lo vimos con la gestión de la crisis de 2008 y su década de políticas neoliberales que acentuaron los efectos sociales de la crisis. Lo vimos con la gestión de las residencias de mayores durante la trágica pandemia. Lo hemos visto con la DANA, con la precariedad creciente en la sanidad y la educación públicas, y ahora lo volvemos a ver con personas que duermen en el suelo del aeropuerto de Barajas por no tener un hogar. ¿Qué tienen en común todos estos fracasos de gestión? La firma del PP.
Es insultante que quienes ostentan el poder autonómico —y, en muchos casos, también el municipal— se presenten como meras víctimas de un Gobierno central al que acusan de inacción. Las competencias en sanidad, educación, servicios sociales y emergencia climática son, por ley, responsabilidad de las comunidades autónomas y ayuntamientos. Y, sin embargo, una y otra vez, el PP utiliza el altavoz mediático para desviar la atención de su absoluta incompetencia desinformando a la sociedad.
En educación, los recortes acumulados han dejado aulas masificadas, centros públicos deteriorados y una brecha digital que margina aún más a los que menos tienen. En sanidad, el desmantelamiento progresivo de la atención primaria y las listas de espera interminables son el resultado directo de una estrategia política que favorece el negocio privado antes que lo público. ¿Y ante las críticas? Victimismo y propaganda.
Lo más grave no es solo la mala gestión. Es la absoluta falta de autocrítica y empatía, y el uso sistemático del engaño como herramienta política. No es casualidad: es su ideología. Una que prioriza los intereses económicos de unos pocos frente a los derechos de la mayoría. Y ahora, estos mismos gestores que han fallado en lo más esencial —cuidar de su gente— pretenden dar el salto al Gobierno de la nación. Sin olvidar que, por si fuera poco, siempre desprecian a las víctimas. Para hacérselo mirar.
La ciudadanía merece gobernantes responsables, no trileros políticos. Basta ya de mentiras. Basta ya de usar la administración como plataforma de marketing ideológico. La realidad no se puede maquillar con ruedas de prensa ni con titulares afines. Hay personas sufriendo, servicios colapsando, derechos en retroceso. Y detrás de todo eso, siempre está el PP.

viernes, 23 de mayo de 2025

Los “muy patriotas”

 

Los "muy patriotas" usan pulseras con banderitas de paraísos fiscales
Los "muy patriotas" usan pulseras con banderitas de paraísos fiscales

Hay una constante inquietante en la trayectoria del Partido Popular: su deslealtad sistemática con España cada vez que no gobierna. España solo importa si ellos mandan. Para el PP, el amor a la patria es selectivo, oportunista y profundamente hipócrita. Mientras se envuelven en banderas y proclaman a los cuatro vientos su supuesta defensa de los intereses nacionales, sus actos desmienten con crudeza esa fachada patriótica. Lo que de verdad defienden —con uñas, dientes y contactos en Bruselas— son los intereses de las grandes empresas, incluso aunque sean extranjeras y su beneficio implique un coste descomunal para los ciudadanos españoles.
El último ejemplo escandaloso lo encontramos en el apoyo del PP a la empresa minera australiana Berkeley, que reclama nada menos que 921 millones de euros al Estado español por no permitirle abrir una mina de uranio en Salamanca. ¿Y quiénes están detrás de esa maniobra de presión contra nuestro país? Nada menos que destacados ex altos cargos del PP, como Jaime García-Legaz y Manuel Lamela, convertidos ahora en lobistas del uranio radiactivo. ¿Dónde queda el interés general? ¿Dónde está el patriotismo?
El PP, que se rasga las vestiduras por cualquier decisión del Gobierno de coalición, se dedica a apoyar una empresa extranjera que pretende sangrar al Estado tras ver frustradas sus ambiciones extractivas gracias a una decisión técnica del Consejo de Seguridad Nuclear. ¿Quién defiende aquí a España?
Pero el escándalo no se queda en lo económico. Es político y moral. El PP ha convertido en costumbre la deslegitimación constante del Gobierno elegido democráticamente. Allá donde va —sea en el Congreso, en Bruselas o en foros internacionales—, no pierde oportunidad de presentar a España como un país hundido, sin ley, al borde del colapso. Porque para el PP, cuando ellos no gobiernan, España se convierte automáticamente en una nación fallida.
No tienen reparos en cuestionar la democracia, los tribunales o las instituciones si eso debilita al Ejecutivo de turno. Y al mismo tiempo, claman por la unidad y el amor a España. Su patriotismo se ejerce a costa del propio país, siempre que eso los acerque un poco más al poder.
El PP no tiene un problema con el Gobierno. Lo tiene con la democracia cuando no les da la razón. Y lo tiene con España cuando no les pertenece. Lo han demostrado una y otra vez, y lo vuelven a hacer ahora, poniendo los intereses de una multinacional minera australiana por encima del interés general de los españoles.
Hablan de España, pero solo les interesa el reparto. Hablan de patriotismo, pero solo practican el partidismo. Si algo ha quedado claro con el caso de la mina de uranio, es que, para el PP, “España” es solo una excusa cuando está en la oposición, y un botín cuando está en el poder.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Manifestaciones del odio

 

Ultraderecha (PP) y derecha extrema (Vox): unidos por el odio
Ultraderecha (PP) y derecha extrema (Vox): unidos por el odio

Desde que Pedro Sánchez asumió la presidencia en 2018, la ultraderecha y la derecha extrema iniciaron una ofensiva sistemática contra el Gobierno legítimamente elegido. El Partido Popular y Vox, aliados en lo ideológico y en lo estratégico, han rechazado de plano los resultados democráticos, etiquetando al Ejecutivo como “ilegítimo”, “okupa” y deshumanizando a su presidente con discursos cargados de odio. Este rechazo constante al resultado de las urnas y alianzas no es oposición política: es un vil ataque directo al corazón de la democracia.
En lugar de dialogar o proponer y construir alternativas, ambos partidos hermanados han encontrado en el odio y la antipolítica visceral un cemento eficaz para movilizar a sus bases. Y, bajo esta premisa, han convocado manifestaciones para sembrar crispación ciudadana y desgaste institucional. La connivencia entre una ultraderecha que se dice “moderada” y una derecha extrema que niega consensos básicos, resulta no solo antidemocrática, sino profundamente perjudicial para la paz social.
Cuando se normaliza el discurso del odio, se deslegitima el diálogo y se degrada la convivencia. Y eso es tan sumamente peligroso que, en democracia, jamás puede ser el camino.

miércoles, 7 de mayo de 2025

El PP: la mentira como estrategia

El PP abonado al catastrofismo y la mentira
El PP abonado al catastrofismo y la mentira

 El PP, con rostro pétreo, acusa al Gobierno de mentir. ¿Cómo pueden ser tan descarados? ¿Cómo pueden hablar de “mentira” quienes han hecho del engaño y la manipulación su forma habitual de hacer política?
Ahora, con el apagón, vuelven a su estrategia preferida: sin esperar informes técnicos, sin atender a los datos ni a los expertos que insisten en que aún es prematuro aventurar causas, se lanzan a acusar al Gobierno de ocultar la verdad. El problema no es la crítica —legítima y necesaria en democracia—, sino la absoluta falta de rigor, de responsabilidad y de respeto por los hechos y utilizar el dolor o la confusión para alimentar su relato tóxico y partidista. No importa lo que ocurra; su respuesta es automática: atacar, embarrar y desinformar.
Este patrón no es nuevo. La historia reciente está plagada de episodios donde el PP mintió de forma descarada y dolosa. El 11-M y su burda insistencia en culpar a ETA por interés electoral. El escándalo del Yak-42, con su infame identificación de cadáveres, ocultación pruebas y premios a los responsables. La catástrofe del Prestige, con sus "hilillos de plastilina" mientras el mar se pintaba de negro. El accidente del Metro de Valencia, con la desaparición de pruebas clave. El Madrid Arena, donde se justificó lo injustificable. Los miles de muertos en residencias durante la pandemia, con declaraciones crueles como que “se iban a morir igual” cuando, si acaso en un hospital morirían atendidas. Y, más recientemente, la indolente gestión de la DANA, con excusas absurdas y la manipulación de la realidad para tapar su grave negligencia. ¿Y la corrupción? La Gürtel no era un caso aislado, es un modelo de partido: una red de corrupción saqueaba lo público, mientras decían que todo era “una conspiración contra el PP”.
La mentira no es un error ocasional en su discurso: es su herramienta política central, su mecanismo de supervivencia. No dimiten, no piden perdón, no rectifican, no asumen jamás responsabilidad alguna. Mienten, señalan, manipulan y siembran dudas para embarrar el debate. Lo más alarmante es que buena parte de la ciudadanía, víctima de ese constante bombardeo de desinformación, les sigue otorgando su confianza en las urnas. ¿Cómo no nos va a ir como nos va?
Basta ya de permitir que quienes hicieron de la mentira y la corrupción su bandera pretendan ahora darnos lecciones de transparencia y decencia. Ya no es solo cinismo: es una estrategia calculada que degrada la democracia, banaliza la verdad y burla la inteligencia de la ciudadanía. Si de verdad queremos dignificar la política, lo primero es no blanquear a quienes sistemáticamente la ensucian.

miércoles, 30 de abril de 2025

Hipocresía y cinismo: el doble rasero de Feijóo

 

Feijóo tiene más cara que espalda
Feijóo tiene más cara que espalda

Es sencillamente insultante que Alberto Núñez Feijóo se atreva a hablar de transparencia y a exigir responsabilidades al Gobierno de España por el reciente apagón, cuando él mismo practica un silencio cómplice ante la opacidad de Carlos Mazón. ¿Dónde queda su supuesta defensa de la verdad y la rendición de cuentas cuando se trata de uno de los suyos?
Y mientras el Ejecutivo comparece públicamente de forma reiterada para informar y dar explicaciones a la ciudadanía, en forma convincente y seria asegurando que todo se sabrá, Feijóo guarda un silencio miserable y cobarde ante las incógnitas que rodean al presidente de la Generalitat Valenciana. ¿Dónde estuvo Mazón el 29 de octubre? ¿Qué hizo? ¿Por qué no muestra la factura de El Ventorro y su listado de llamadas? ¿Qué es lo que pretende ocultar?
Feijóo exige transparencia a los demás, pero no se atreve a exigirla en su propia casa. Es el tipo de cinismo político que degrada la confianza pública y convierte la ética en una herramienta de conveniencia partidista. Y lo peor: lo hace con una arrogancia que insulta la inteligencia de los ciudadanos.
Si de verdad cree en la rendición de cuentas, que empiece por exigirle a Mazón, si se atreve, las explicaciones que tanto reclama al resto. De lo contrario, sus palabras no son más que ruido vacío y vergonzoso oportunismo.

lunes, 21 de abril de 2025

Si quiere impuestos justos vote con cabeza

 

Votar es un acto cívico que requiere una gran responsabilidad
Votar es un acto cívico que requiere una gran responsabilidad

Los impuestos no son un castigo: son la base de una sociedad más justa. Por eso el mantra populista de bajar impuestos que la derecha repite infatigablemente, es una trampa. Aunque reducir impuestos a las clases trabajadoras es más que deseable, solo debe hacerse cuando las grandes fortunas y corporaciones tributen de forma justa y efectiva como el común de los mortales. Según el informe Oxfam Intermón de 2023, publicado en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con datos proporcionados por UBS, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 95%.
Ante semejante obscenidad, cabe preguntarse: ¿por qué quienes más sufren la precariedad respaldan opciones políticas que encubren recortes al Estado de bienestar?
La respuesta está en el discurso, seductor pero engañoso, que los conservadores usan como bandera sobre la bajada de impuestos; pero omiten que los recortes afectan a servicios fundamentales como la sanidad, la educación o las pensiones con efectos devastadores para la mayoría. Por tanto, no debemos votar a quienes nos bajan unas migajas en impuestos, mientras perdonan ingentes cantidades a los más poderosos a base de recortar servicios. Tenemos que entender que con los impuestos se financian hospitales, colegios, pensiones, infraestructuras, programas de desempleo y políticas de igualdad. Y, sobre todo, debemos votar con conciencia a aquellos que defienden que los grandes poderes –empresas e individuos– que más tienen –y tienen más porque obtienen beneficios desproporcionados a través de prácticas abusivas, fijando precios muy por encima de lo ético por sus productos, de ahí las cifras milmillonarias–, contribuyan de manera justa y en mucha mayor medida a fortalecer el Estado de bienestar, tal y como establece el principio de progresividad fiscal recogido en el artículo 31 de nuestra Constitución.
Solo así construiremos una sociedad en la que los derechos no dependan del bolsillo, sino del compromiso colectivo con la justicia redistributiva.

domingo, 6 de abril de 2025

La Internacional Reaccionaria y Fascista

 

El PP, caído en la trampa de Vox, también ha entrado en la Internacional Reaccionaria y Fascista
El PP, caído en la trampa de Vox, también ha entrado en la Internacional Reaccionaria y Fascista

Marcados por el resurgimiento de movimientos fascistas y reaccionarios que se expanden por todo el mundo, vivimos tiempos cada vez más oscuros. Este abominable fenómeno no se da en un universo paralelo, sino que es una realidad tangible, que alimentan líderes con ansias imperialistas que responden a intereses financieros privados y ven la política no como un medio para mejorar la vida de las personas, sino como un negocio para enriquecer a unos pocos a costa del bienestar colectivo.
Esta Internacional Reaccionaria busca consolidar un nuevo orden donde las grandes corporaciones dominen el mundo y, en lugar de promover el bienestar social, su objetivo es someter a las sociedades a una estructura de poder extremadamente jerárquica, con un pequeño grupo de magnates tecnológicos erigidos como señores feudales modernos. Desde sus posiciones de poder, estos magnates pretenden gobernarnos mientras dictan nuestras vidas y decisiones a través de sus vastos imperios empresariales. Si lo logran, la promesa de progreso y prosperidad se desvanecerá, dejando a la mayoría de la población como simples siervos, dependientes de la protección y las migajas interesadas que nos arrojen unos pocos privilegiados.
Lo que está en juego es mucho más que una lucha económica; es una guerra por la propia democracia. Este auge del fascismo se alimenta de una profunda degeneración moral, que busca desmantelar las bases democráticas y reemplazarlas por un régimen de autocracia plebiscitaria, donde el poder ya no se base en la voluntad del pueblo, sino en una manipulación sistemática que aliene a las mayorías en favor de intereses elitistas.
El peligro de este movimiento no radica solo en su naturaleza autoritaria, sino en el daño irreversible que ya causa en el tejido social y político. Si permitimos que el fascismo siga ganando terreno, nos enfrentaremos a una regresión histórica, donde los avances en derechos humanos y democráticos se desmoronen, dejando un futuro sombrío de control absoluto y opresión.
Es crucial permanecer alertas para defender la libertad, la justicia y la igualdad ante la creciente amenaza de este nuevo totalitarismo.

miércoles, 26 de marzo de 2025

¡Con un par…!

 

Los cojones son la medida del PP para todo
Los cojones son la medida del PP para todo

Así de crecido, orgulloso y envalentonado está un Mazón que aconseja al presidente Sánchez que, «si tú no tienes lo que tienes que tener»… lo que continúa carece de importancia en esta genial frase de enorme calado filosófico y repleta de sabiduría ancestral.
Y no se equivoquen, no. No se trata del secreto de la felicidad, ni de esos pequeños detalles que hacen que la vida realmente merezca la pena, no, no. Se refiere a lo que todo hombre –y por extensión la humanidad– necesita: esos nobles y gloriosos atributos, ese par de pelotas que, según el sabio, machirulo y testosterónico autor de la frase, deben ser tan gordas, tan imponentes, tan… tan descomunales que no hay más razón
Porque, claro, ¿quién necesita un corazón lleno de bondad o una mente brillante, si no tienes lo que tienes que tener? ¿De qué sirve ser una persona decente, empática, que asume responsabilidades, si no posees ese par de cojones, esos dos inmensos baluartes de la virilidad, que parecen ser la medida exacta del valor de sus ideas en esta vida? ¡Ah! Qué importa si eres un genio en física cuántica o un poeta que conmueve a las masas... Si no tienes lo que tienes que tener, no eres nadie y lo demás no merece la pena.
Esta filosofía tan sincera, de tan vital importancia no hace más que subrayar los valores que realmente rigen el pensamiento del PP: ¡Con un par!