Los ricos y las grandes empresas deben pagar impuestos como el resto de los mortales para financiar un verdadero Estado de bienestar |
Según una reciente investigación realizada por Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), prolongar la jubilación entre los 60 y los 69 años incrementa el riesgo de mortalidad temprana en un 4,4 % cada año de retraso, en especial en profesiones de exigencia física o estrés laboral. Además, por si fuera poco, asegura que este aplazamiento no compensa porque «el impacto adverso sobre la esperanza de vida supera las ganancias fiscales».
Y, como la vida es para disfrutarla y el progreso es avanzar a unas sociedades mejores y más plenas en lo físico y lo mental, sería preferible fijar la jubilación a los 60. Los jóvenes entrarían más temprano en el mercado laboral y el dinero adicional para pagar las pensiones saldría de los escandalosos beneficios, por lo mucho que nos cobran, de las grandes empresas y que hoy día, con la ingeniería financiera y paraísos fiscales, contribuyen poco al reparto de la riqueza.
Así es como se logra el progreso de la sociedad: trabajar menos, disfrutar más.