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La derecha sabe muy bien cómo prostituir todo: hasta el lenguaje |
Los regímenes autoritarios saben del poder del lenguaje y que su manipulación moldea la realidad, desvirtúa conceptos y vacía de contenido las ideas que se oponen a sus intereses. Y, de mano de PP y Vox, vemos la endiablada alteración del lenguaje con el fin de transformar las verdades en mentiras y, lo que es peor, reescribir la historia en beneficio propio.
La perversión del lenguaje no es trivial ni puede considerarse mera disputa semántica. La historia enseña que los regímenes autoritarios y fascistas se han valido del lenguaje para instaurar un clima de confusión, desinformación y, en última instancia, opresión. La mejor representación de cómo una dictadura puede reducir y controlar el pensamiento humano a través del control de las palabras, es la “neolengua” en la novela 1984 de Orwell. Un concepto con una carga de significado profundo y trascendente, se reduce a una etiqueta vacía, desprovista de su esencia. En ese contexto, la palabra libertad se convierte en sinónimo de represión, y los discursos se transforman en justificación de la tiranía.
Cuando PP y Vox usan los términos de “libertad”, “dictadura” o “tiranía”, se percibe la manipulación. La libertad, que en su concepto más puro y democrático implica autonomía, justicia e igualdad, es secuestrada por estos partidos y transformada en un término vacío, utilizado para legitimar políticas regresivas, discriminatorias y autoritarias. La “libertad” que promueven es una falacia que se sirve de la ignorancia y de la desinformación para avanzar en su agenda de asalto al poder.
Alarma ver cómo, con la excusa de “defender la libertad”, se atacan derechos fundamentales como los de las mujeres, la comunidad LGTBI+ o los inmigrantes, bajo el falso discurso de que las políticas de igualdad son una “dictadura del pensamiento”. Lo que antes era un esfuerzo por lograr una sociedad justa y equitativa, hoy se presenta como una amenaza a la “libertad” que ellos mismos –legatarios de la dictadura franquista– dicen defender. Pero esta “libertad” que invocan está lejos de ser libertad real. Es una máscara que oculta opresión, discriminación, miedo y añoranza a tiempos pretéritos.
Tampoco podemos obviar cómo el término “dictadura” es diluido y retorcido. En lugar de ser una denuncia a la intolerancia y el abuso de poder, se utiliza como una etiqueta para descalificar a quienes se oponen a sus políticas. Vox y el PP nos intentan convencer de que las voces democráticas, las que defienden los derechos humanos y las libertades fundamentales, son las verdaderas dictaduras, mientras que sus propios métodos de control, censura y acoso se presentan como medidas legítimas para “proteger la democracia”. Se manifiestan diciendo que esto es una dictadura, envueltos en banderas de una dictadura despiadada y real. Es un juego de espejos que desarma el sentido común.
Al prostituir el lenguaje ponen en peligro el futuro de la sociedad. Y si dejamos que sigan alterando el significado de nuestras palabras, si no nos enfrentamos a esta manipulación, nos encontraremos viviendo en una sociedad donde las mentiras se convierten en verdades y las verdades en delirio.
PP y Vox pervierten las palabras que han dado forma a nuestra historia y que son el pilar de nuestros derechos. Si no reaccionamos las consecuencias pueden ser irreversibles. La historia nos enseña que los regímenes que distorsionan el lenguaje terminan por destruir lo que queda de libertad y democracia. Si no afrontamos esta distorsión, perderemos la esencia misma de lo que significa ser libres.
Es hora de dejar de jugar con las palabras y empezar a defender el verdadero significado de la libertad. Para ello, necesitamos claridad, consciencia y coraje. Pero lo más importante es que todos comprendamos lo que Tony Judt nos enseñó: que el control sobre el lenguaje es un control sobre la realidad misma.
No nos dejemos engañar. La lucha por la democracia comienza con la resistencia frente al discurso manipulado. Es hora de actuar con claridad, conciencia y valentía.