sábado, 5 de marzo de 2016

Mariano Rajoy y su extraña percepción de la corrupción

¡Vaya tela, Mariano!
¡Vaya tela, Mariano!
Ayer, durante el debate para la segunda votación de investidura, Mariano Rajoy tuvo la desvergüenza y el cinismo de decirle a Pedro Sánchez que el “haber puesto las instituciones al servicio de su supervivencia” también “es corrupción”, equiparando un acto parlamentario expresamente recogido y regulado en la Constitución con una de las peores lacras de nuestra moderna sociedad que ha dejado a muchos ciudadanos en la estacada y sin recursos, además de desmedidos recortes en sanidad y educación con sus terribles consecuencias y, todo ello, sin entrar a valorar los perniciosos efectos derivados del grave deterioro de la imagen que España proyecta al exterior.
Y digo bien desvergüenza y cinismo porque quien lo manifestó es, o debería ser todo un experto en corrupción, aunque sólo sea por la multitud de casos que atañen a su partido, el Partido Popular, además de haber sido la persona que declinó ante el Rey asumir su responsabilidad histórica de tratar de formar gobierno para que “no comenzara a correr el plazo de dos meses que da la Constitución española”. ¡Vaya tela, Mariano!
¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Cambiando de tema, aunque el tema es candente y hace mucho tiempo que está ahí, el inclemente, duro y frío invierno hace mucho tiempo que llegó, señor Jean-Claude Juncker, presidente de la CE, y es duro de verdad para los que recorren como pueden los campos Europa, y sus palabras de tahúr, a estas alturas, resuenan pomposas, grandilocuentes, infladas, afectadas, hipócritas, engañosas, falsas, tramposas, insensibles, vacías, huecas y febles, mientras la ineptitud y dejación de funciones de su política europea, entre cuyas transcendentales obligaciones está el vinculante cumplimiento, desde 2009, de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE que, en su artículo 18 sobre el Derecho de Asilo reza: “Se garantiza el derecho de asilo dentro del  respeto de las normas de la Convención de Ginebra de 28 de julio de 1951 y del Protocolo de 31 de enero de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados y de conformidad con el Tratado constitutivo de la Comunidad  Europea”. Mientras, su desidia continúa azotando a miles y miles de refugiados, niños, jóvenes, adultos y ancianos que viven un innecesario y trágico calvario por los barrizales y costas de Europa que muchas veces acaba trocando su anhelo de paz por la lóbrega y fría tumba. Gobernantes de Europa: Asuman sus responsabilidades o que todas estas víctimas inocentes, incluidas las pequeñas vidas truncadas, atormenten sus adineradas pero pobres conciencias.
Me reitero en dos certidumbres:
• Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, la tierra que le vio nacer, porque sí.
• Usted, señor Jean-Claude Juncker, usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo que ellos en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestra familia.
¡Qué monumental deshonra para esta vieja, acomodada e hipócrita Europa!

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