¡Menos mal!, toca a su fin la X Legislatura de la democracia española, caracterizada por el Desprecio. Desprecio así escrito, con mayúsculas: Desprecio a los ciudadanos que se han echado a las calles para condenar el sufrimiento generado al aplicar recortes, una y otra vez, en Sanidad (además implementar el repago de medicamentos), Educación, Ayudas a la Dependencia… y subir el impuesto más injusto, el IVA, dejando a un lado el primer deber que tiene todo gobernante, que no es otro que mejorar las condiciones de vida de los gobernados. Desprecio al Parlamento al aplicar un rodillo implacable que no ha dejado el mínimo resquicio al diálogo, liquidando el consenso (Parlamento deriva del francés “parler”, que significa hablar). Desprecio a la Libertad por su “Ley Mordaza”. Desprecio a periodistas y ciudadanos que se han visto ninguneados continuamente al no contestar preguntas que merecían no ser ignoradas. Desprecio a la Justicia por las tasas judiciales. Desprecio a la inteligencia al presentar, en un gesto insólito, unos Presupuestos del Estado para el año próximo, cuando previsiblemente ya no estén en el gobierno, y de los que la propia UE duda de su cumplimiento. Desprecio absoluto a los trabajadores, por una dolorosa, inútil y ultraliberal reforma laboral.
Por si no fuera suficiente, en estos dolorosos cuatro años España ha dejado de ser un “Estado social, democrático de Derecho”. Ya no es social por todos los recortes habidos en la totalidad de ámbitos sociales. Democrático por que los que llegaron al poder lo hicieron mintiendo (“Sanidad, educación, pensiones… ¡Eso no se toca! ¡No se toca!”). Y de Derecho porque ya sólo pueden acudir a los tribunales aquellos que tienen dinero para pagarse la justicia. Además, en cualquier democracia de calidad, el presidente del gobierno hubiera dimitido tras conocerse su apoyo, con SMS incluido, al ex tesorero de su partido con cuentas en Suiza por valor de 47 millones de euros y un sueldo de 21.300 euros mensuales, además de despacho, secretaria y coche, todo ello por no hacer nada.
Pero terminemos con buen sabor de boca. Dos cosas son lo mejor de estos cuatro años: que concluye esta aciaga Legislatura y el nacimiento de Podemos que, sin haber gobernado, ha obligado a los partidos tradicionales a cambiar los modos democráticos.
Por si no fuera suficiente, en estos dolorosos cuatro años España ha dejado de ser un “Estado social, democrático de Derecho”. Ya no es social por todos los recortes habidos en la totalidad de ámbitos sociales. Democrático por que los que llegaron al poder lo hicieron mintiendo (“Sanidad, educación, pensiones… ¡Eso no se toca! ¡No se toca!”). Y de Derecho porque ya sólo pueden acudir a los tribunales aquellos que tienen dinero para pagarse la justicia. Además, en cualquier democracia de calidad, el presidente del gobierno hubiera dimitido tras conocerse su apoyo, con SMS incluido, al ex tesorero de su partido con cuentas en Suiza por valor de 47 millones de euros y un sueldo de 21.300 euros mensuales, además de despacho, secretaria y coche, todo ello por no hacer nada.
Pero terminemos con buen sabor de boca. Dos cosas son lo mejor de estos cuatro años: que concluye esta aciaga Legislatura y el nacimiento de Podemos que, sin haber gobernado, ha obligado a los partidos tradicionales a cambiar los modos democráticos.
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