viernes, 9 de septiembre de 2016

El capricho de Esperanza Aguirre

El capricho de Esperanza Aguirre
Campo de golf de canal: un sinsentido muy caro
Una reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, confirmando otra de 2013 del Tribunal Supremo, tras revelar un “claro desvío de poder”, resuelve que en los terrenos públicos destinados a un parque del Canal de Isabel II, en los que siendo Esperanza Aguirre presidenta de la Comunidad de Madrid, con obstinación y contra todo criterio, construyó un campo de golf privado sin licencia, debe ahora demolerse para que “la parcela vuelva al estado físico anterior a la ejecución de las obras”. Lógico.
Casualmente se adjudicó su explotación a una empresa privada, empresa cuyo dueño tiene relación con el hermano y con el cuñado de Ignacio González, en aquel entonces mano derecha de Aguirre.
Y ahora, ¿quién pagará semejante atropello e incompetencia? ¿Será la señora Aguirre quien devuelva lo que costó y sufrague las obras de demolición con su fortuna? ¿O el dinero saldrá del mismo sitio que se sacó para construir el campo de golf? Los caprichos de los políticos, ocurrencias personales interesadas o no, que no responden a necesidades ciudadanas, salen muy caros. Mucho me temo que este despropósito lo pagaremos entre todos… y Aguirre, una vez más, se irá de rositas.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha alcanzado las más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

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