domingo, 25 de septiembre de 2016

Presión a Sánchez para permitir el “Gobierno Drácula”


26J. En la sede nacional del PSOE se pedía “un sí por el cambio”.
 Sé que voy a emplear un lenguaje muy duro, pero no lo es menos el que utiliza el Gobierno en funciones. Como si ellos no fueran un conglomerado de un sinfín de partidos de la derecha, osan llamar “Gobierno Frankenstein” a una legítima y posible alternativa. Por si fuera poco, los barones y viejas glorias del PSOE continúan empeñados en hundir su formación. La presión incesante, para que Sánchez deje gobernar al PP, es intolerable. Amenazan con irse del partido si intenta formar un Gobierno de cambio. Los que prefieren que gobierne el partido de la corrupción y los recortes no deberían marcharse si Sánchez pacta, es que hace muchísimo tiempo que deberían ser un vestigio del pasado: tendrían que haber desparecido de la escena política antes de que la S y la O se transformaran en meras reliquias, cuando sus ideales se apagaron y se desentendieron del socialismo y de la defensa de la clase obrera.
Si en esta encarnizada refriega triunfan la vieja guardia y los barones retrógrados, el PSOE, posibilitando que Rajoy gobierne, será un residuo testimonial del espectro político. Así que ya están perdiendo tiempo: ¡puerta! Y, en el comité federal, que no se olviden que el lema electoral del PSOE en junio era “un sí por el cambio”. ¿Cuál? ¿La continuidad de Rajoy? Cualquier cosa mejor que un “Gobierno Drácula”, aquel que sustrae hasta la última gota de sangre a la gente corriente, porque a los poderosos ni los rozan.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

---oOo---
El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha alcanzado las más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

No hay comentarios:

Publicar un comentario