miércoles, 31 de agosto de 2016

La propaganda del PP

La responsabilidad de que se forme Gobierno nunca será del no candidato. Esta recae sobre quien pretende ser investido ya que tiene el encargo de recabar apoyos; y Rajoy inflexible como es, desde el 26 de junio, más de dos meses después, no ha hecho más que remitir al resto de fuerzas políticas un resumen de su programa político para que, ante semejante golosina y porque él lo vale, le apoyaran sin más. Ni siquiera su descafeinado pacto con Ciudadanos ha sido fruto de su esfuerzo. Fue Rivera quien le tendió la mano. Es la inacción personificada. Ahora se presenta a una investidura fallida y, ante su parálisis para seducir al resto formaciones, se justifica echando balones fuera. Hasta sido incapaz de aproximarse al PNV, la derecha vasca exsocia de Aznar, que para informarse de los acuerdos PP-C’s ha tenido que descargárselos de internet. Así que no es Pedro Sánchez el responsable de las siete plagas, que según el Apocalipsis y el PP se nos vendrán encima, sino el propio Rajoy.
¡Pero nos lo venden tan bien!

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

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