lunes, 18 de abril de 2016

Esperanza Aguirre y los impuestos

Esperanza Aguirre y los impuestos
Esperanza Aguirre y los impuestos
Manifiesta Esperanza Aguirre, en una entrevista reciente, que “si yo no fuera política haría todo lo que pudiera para pagar los menos impuestos posibles”. Creo que lleva años buscando la forma de pagar lo menos posible y que, por ejemplo, por eso no paga el IBI de la vivienda en la que reside en el centro de la capital, por tener ésta más de 50 años de antigüedad, estar protegida con la clasificación de nivel 1 y haber gestionado su exención (si no se reclama este derecho, el Ayuntamiento lo sigue cobrando), al mismo tiempo que dos empresas de su marido, Fernando Ramírez de Haro, solicitan y disfrutan de subvenciones públicas de los fondos de la Política Agraria Común de la Unión Europea, que han sumado 2,5 millones de euros en ocho años (más de 300.000 euros de media al año).
Todo es legal, y tienen derecho, y hacen muy bien en pedirlo, pero que luego no nos venga diciendo que “como soy política tengo que pagar todo lo que tengo que pagar y más” o que “los subsidios, subvenciones y mamandurrias tienen que acabarse”. Con datos tan reveladores le rogaría que no nos tomara el pelo.


¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado y después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás pensamos ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo. Incluso varias ONG como Médicos Sin Fronteras o ACNUR, han suspendido todas sus actividades en el centro de registro de refugiados por entender que se ha convertido en un centro de detención.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

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