miércoles, 13 de abril de 2016

Los papeles de Panamá: una verdad incómoda

Los papeles de Panamá aún tienen mucho que revelar
Los papeles de Panamá aún tienen mucho que revelar
Nada nuevo bajo el sol. ¿A qué tanta sorpresa? ¡Los ricos evaden impuestos! ¡Las grandes empresas proporcionalmente contribuyen poco! ¡La ingeniería financiera está en auge! ¿A quién le extraña? Vivimos en un mundo liberal capitalista, nada solidario, con herramientas y legislaciones internacionales que consienten bancas opacas y países con fiscalidades mínimas. Mientras no exista voluntad política universal para acabar con ello, nada cambiará. Por suerte, existen personas con acceso a esta información que, al tener una conciencia social honesta, ven éticamente reprobable este tipo de comportamientos y lo filtran a una prensa que hace bien su trabajo y, tras contrastarlo, lo publica, caiga quien caiga.
Así que tiemblen todos aquellos que, además de en Panamá, tienen cuentas y empresas en paraísos fiscales como Brunéi, Hong Kong, Maldivas, Liberia, Mauricio, Seychelles, Islas Cook, Nauru, Niue, Islas Marshall, Vanuatu, Anguila, Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Bermudas, Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán, Granada, Montserrat, San Vicente, Granadinas, San Cristóbal y Nieves, Andorra, Islas del Canal, Gibraltar o Luxemburgo, porque más temprano que tarde se conocerá la verdad. Y si no, que reflexionen sobre lo que vaticinó el médico y pensador español Gregorio Marañón: “La semilla de la verdad puede tardar en florecer, pero al final florece, pase lo que pase”.


¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado y después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás pensamos ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo. Incluso varias ONG como Médicos Sin Fronteras o ACNUR, han suspendido todas sus actividades en el centro de registro de refugiados por entender que se ha convertido en un centro de detención.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!
Por cierto, ayer se iniciaron las primeras expulsiones a Turquía.

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