miércoles, 22 de julio de 2015

Subsidios, subvenciones y mamandurrias

Ahora me entero de que Esperanza Aguirre no paga el IBI de la vivienda en la que reside en el centro de la capital, por tener ésta más de 50 años de antigüedad, estar protegida con la clasificación de nivel 1 y haber gestionado su exención (si no se reclama este derecho, el Ayuntamiento lo sigue cobrando).
Al mismo tiempo, dos empresas de su marido Fernando Ramírez de Haro, solicitan y disfrutan de subvenciones públicas de los fondos de la Política Agraria Común de la Unión Europea que han sumado 2,5 millones de euros en ocho años (lo que supone más de 300.000 euros de media al año).
Todo está muy bien, y es legal, y tienen derecho, y hacen bien en pedirlo, pero que luego no nos venga diciendo la indignada señora Aguirre en uno de sus calentones mediáticos que “Los subsidios, subvenciones y mamandurrias tienen que acabarse”. Teniendo en cuenta estos datos, su unidad familiar se vería seriamente perjudicada o ¿tal vez lo suyo y de su marido no sean mamandurrias ni subvenciones sino algo que le parece perfecto? o ¿tal vez, simplemente, seamos el resto de los mortales los que no tenemos derecho a mamandurrias ni subvenciones?

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