La crisis, la gran estafa, parece agudizarse |
Llevamos 8 años inmersos en la dura crisis económica. En ella, mucha gente ha perdido todo, hasta la esperanza. Ahora, de nuevo, las Bolsas del mundo se desploman pero el gobierno alemán nos dice que “no hay que preocuparse” por la situación. Recelo porque siempre que las autoridades hacen declaraciones como estas es para echarse a temblar. Y pudiera ser que, en esta ocasión, tuvieran razón pero, a fuerza de creerse que están en una esfera superior a la nuestra, de someterse a ruedas de prensa en las que contestan con frases hechas sorteando las preguntas, de decir a los ciudadanos verdades a medias o, peor aún, mentiras, han perdido cualquier capacidad de transmitir una información veraz. No es que la ciudadanía sea estúpida para entenderlos o que ustedes hablen en una lengua extraña que no comprendamos, no. Es que ustedes se han ganado a pulso, pasito a pasito, la falta total de credibilidad.
Simplemente constato la realidad a ver si meditan y cambian de actitud: nosotros, el pueblo campechano, sencillamente, no les creemos porque el riesgo de que nos mientan o nos cuenten medias verdades, de que nos manipulen en suma, es demasiado alto, aunque el que hable sea un ministro o el mismísimo presidente del Gobierno.
Lo cuenta maravillosamente bien la fábula de Pedro y el lobo: tanto mintió a sus vecinos que, cuando realmente vino el lobo, nadie lo creyó.
Lo siento pero no gozan de ninguna credibilidad. Y eso es malo, para ustedes y para nosotros. Y por sus serenas declaraciones, temo lo peor: un agravamiento de la crisis mundial.
¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
Simplemente constato la realidad a ver si meditan y cambian de actitud: nosotros, el pueblo campechano, sencillamente, no les creemos porque el riesgo de que nos mientan o nos cuenten medias verdades, de que nos manipulen en suma, es demasiado alto, aunque el que hable sea un ministro o el mismísimo presidente del Gobierno.
Lo cuenta maravillosamente bien la fábula de Pedro y el lobo: tanto mintió a sus vecinos que, cuando realmente vino el lobo, nadie lo creyó.
Lo siento pero no gozan de ninguna credibilidad. Y eso es malo, para ustedes y para nosotros. Y por sus serenas declaraciones, temo lo peor: un agravamiento de la crisis mundial.
¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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En otro orden de cosas, el inclemente, duro y frío invierno hace mucho tiempo que llegó, señor Jean-Claude Juncker, presidente de la CE, y sus palabras de tahúr suenan pomposas, grandilocuentes, infladas, afectadas, hipócritas, engañosas, falsas, tramposas, insensibles, vacías, huecas y febles, mientras la ineptitud y dejación de funciones de su política europea, entre cuyas transcendentales obligaciones cuenta con el vinculante cumplimiento, desde 2009, de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE que, en su artículo 18 sobre el Derecho de Asilo reza: “Se garantiza el derecho de asilo dentro del respeto de las normas de la Convención de Ginebra de 28 de julio de 1951 y del Protocolo de 31 de enero de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados y de conformidad con el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea”, y continúa azotando a miles y miles de refugiados, niños, jóvenes, adultos y ancianos que viven un innecesario y trágico calvario por las tierras y costas de Europa que muchas veces termina trocando su anhelo de paz por la lóbrega y fría tumba. Gobernantes de Europa: Asuman sus responsabilidades o que todos esos muertos inocentes, incluidos los pequeños criaturitas en sus blancos ataúdes, atormenten sus acomodadas conciencias.
Insisto en dos certidumbres:
• Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, la tierra que le vio nacer, porque sí.
• Usted, señor Jean-Claude Juncker, usted que me está leyendo en este momento, y yo, haríamos lo mismo que ellos en idénticas circunstancias.
¡Qué monumental deshonra para esta vieja, acomodada e hipócrita Europa!
Insisto en dos certidumbres:
• Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, la tierra que le vio nacer, porque sí.
• Usted, señor Jean-Claude Juncker, usted que me está leyendo en este momento, y yo, haríamos lo mismo que ellos en idénticas circunstancias.
¡Qué monumental deshonra para esta vieja, acomodada e hipócrita Europa!
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