martes, 9 de febrero de 2016

Agresión homófoba en Madrid



Educación para la Ciudadanía
Portada del libro del tercer ciclo de primaria

La noche del pasado viernes, tres o más agresores propinaron una paliza a un joven homosexual en Madrid, al ofensivo grito de “maricón”, y sólo por su condición. Estos matones que van en grupo, tienen que ser detenidos y pagar por su delito; pero para luchar contra las agresiones no basta únicamente con el castigo, hay que educar desde la infancia, en las familias y en los colegios, inculcando valores como la tolerancia, la justicia, la libertad, el respeto al otro, la solidaridad, los derechos humanos, los deberes, la responsabilidad, el civismo… ¡Anda!, pero si esa asignatura ya existía y se llamaba “Educación para la Ciudadanía” y se la cargó el PP.

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En otro orden de cosas, el inclemente, duro y frío invierno hace tiempo que llegó, señor Jean-Claude Juncker, presidente de la CE, y sus palabras de tahúr resultan infladas, pomposas, grandilocuentes, afectadas, hipócritas, engañosas, falsas, tramposas, insensibles, vacías, huecas y febles, mientras la ineptitud y dejación de funciones de su política europea, entre cuyas obligaciones cuenta con el vinculante cumplimiento, desde 2009, de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE que, en su artículo 18 sobre el Derecho de Asilo reza: “Se  garantiza  el  derecho  de  asilo  dentro  del  respeto  de  las  normas  de  la  Convención  de  Ginebra  de  28  de julio   de   1951   y   del   Protocolo   de   31   de   enero   de   1967   sobre   el   Estatuto   de   los   Refugiados   y   de conformidad  con  el  Tratado  constitutivo  de  la  Comunidad  Europea”, hace que miles y miles de refugiados, niños, jóvenes, adultos y ancianos continúen su innecesario y trágico calvario por las tierras y costas de Europa que muchas veces concluye trocando su esperanza por la lóbrega tumba. Gobernantes de Europa: Asuman sus responsabilidades o que todos esos muertos inocentes, incluidos los pequeños angelitos en sus blancos ataúdes, atormenten sus acomodadas conciencias.

Insisto en dos certidumbres:

• Nadie abandona sus raíces, su familia, sus amigos, su país, la tierra que le vio nacer, porque sí.

• Usted, señor Jean-Claude Juncker, usted que me está leyendo, y yo, haríamos lo mismo que ellos en idénticas circunstancias.

¡Qué monumental deshonra para esta vieja, acomodada e hipócrita Europa!

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