La incertidumbre es la que nos conviene |
El ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, ha advertido de las consecuencias que tendría para nuestra economía el posible pacto de gobierno entre PSOE, Podemos e IU. Asimismo ha alertado del “parón” que esta incertidumbre política está teniendo ya en “el análisis de nuevas inversiones”. Añade, también, que los inversores buscan estabilidad y que temen una agenda económica “no adecuada” que fuera contra sus intereses.
Somos los ciudadanos españoles los que hemos votado, por tanto ¿qué es eso de que los mercados condicionen nuestra soberanía? Son los gobiernos los que deberían condicionar la economía y acabar con los paraísos fiscales, implementando esa agenda “no adecuada”. Ya está bien de demonizar lo que se ha elegido en las urnas.
¿Qué opinará la economía mundial de los casos de corrupción que se están destapando en España y que obliga a las empresas corruptoras a pagar peajes al partido del gobierno? ¿Y de la negativa de Rajoy a presentarse a la investidura para que no “empiece a correr el plazo de dos meses que da la Constitución española”? O es que eso no genera incertidumbre en los mercados.
Y, si no la genera, ¿por qué será?
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En otro orden de cosas, el inclemente y frío invierno ya está aquí, señor Jean-Claude Juncker, presidente de la CE (palabras infladas, palabras pomposas, palabras grandilocuentes, palabras afectadas, palabras hipócritas, palabras engañosas, palabras falsas, palabras tramposas, palabras insensibles, palabras vacías, palabras huecas, palabras de tahúr, palabras febles) mientras la ineptitud y dejación de funciones de su política europea, entre cuyas obligaciones cuenta con el vinculante cumplimiento, desde 2009, de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE que, en su artículo 18 sobre el Derecho de Asilo reza: “Se garantiza el derecho de asilo dentro del respeto de las normas de la Convención de Ginebra de 28 de julio de 1951 y del Protocolo de 31 de enero de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados y de conformidad con el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea”, hace que miles y miles de refugiados, niños, jóvenes, adultos y ancianos continúen su innecesario y trágico calvario por las tierras y costas de Europa que, en demasiadas ocasiones, concluye con el pago de sus vidas.
Insisto en dos certidumbres:
• Nadie abandona su país, la tierra que le vio nacer, porque sí.
• Usted, señor Jean-Claude Juncker, usted que me está leyendo, y yo, haríamos lo mismo que ellos en idénticas circunstancias.
¡Qué monumental deshonra para esta vieja, acomodada e hipócrita Europa!