Mezclar política y religión es altamente tóxico |
A menudo el poder religioso no se contenta con marcar la vida espiritual de sus fieles, sino que incluso ambiciona controlar la vida pública de todos. La religión debe quedar sujeta al ámbito privado. Algunos creyentes consideran que su credo está por encima de todo y son capaces de cualquier cosa para que así sea. Ya sabemos a dónde lleva esto: tenemos ejemplos recientes con Trump en USA, Bolsonaro en Brasil o Áñez en Bolivia. Y también, muy a menudo, la derecha flirtea con la religión para captar votos. La mezcla es altamente explosiva.
El PP, haciendo uso político de la religión al estilo bolsonarista para engatusar al votante latino, en su absurdo mitin de contraprogramación a la Cumbre Iberoamericana, se entregó a una telepredicadora evangélica que no cree en la teoría de la evolución, sostiene que Dios cura el cáncer y bendijo a la derecha.
¿Qué pensarán los votantes católicos del PP de este guiño interesado a los evangélicos?
La frontera entre política y religión debe ser tajante.
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