jueves, 14 de julio de 2016

Renovación europea o muerte

Cañete: comparecencia a puerta cerrada, preguntas escritas y sin réplica
Cañete: comparecencia a puerta cerrada, preguntas escritas y sin réplica
La comparecencia del Comisario Arias Cañete ante el Parlamento Europeo por su presunta participación en el caso Acuamed y por la implicación de su esposa en los papeles de Panamá, han dejado al descubierto terribles carencias democráticas. La primera, y más evidente, es la celebración de la declaración a puerta cerrada, obviamente sin prensa y dejando al margen a los ciudadanos europeos. La segunda, que las preguntas realizadas debieron ser enviadas por escrito a la Comisión con anterioridad. Y la tercera, que no existió posibilidad de réplica. ¿Es esto un Parlamento transparente y cercano al ciudadano? ¿De verdad se sorprenden del aumento de euroescépticos? Por si fuera poco, el injusto fallo del Tribunal de Justicia de la UE sobre el fraude de las cláusulas suelo pone a Europa, tras el Brexit, frente a un reto: Renovarse o morir.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, cuenta con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

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