El patético trío de las Azores: Blair, Bush y Aznar |
Es imposible entender el inseguro mundo actual sin la guerra de Irak. Una guerra que desestabilizó Oriente Medio y fue el germen del terrorista Estado Islámico. El informe Chilcot recoge que Blair y Aznar mintieron a sus ciudadanos fingiendo que hacían todo lo posible por evitar la guerra. Así Aznar, para “sacarnos del rincón de la Historia”, aparcando la diplomacia y sabiendo que la guerra no era el último recurso, se arrimó a Bush. Nos metió en una guerra, elaborada con pruebas falsas y sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, de trágicas consecuencias. La patética foto de las Azores, en la que aparece el aciago trío, Bush, Blair y Aznar, provocó cientos de miles de muertes de inocentes y un mundo dramáticamente más inestable. Además el petróleo pasó de los 20 dólares el barril en los prolegómenos a los 144 en 2008, llenando el bolsillo de unos pocos, siendo uno de los aceleradores de la actual crisis económica. Y no olvidemos que Bush tiene importantes nexos con empresas petroleras. Los que sospechábamos que era una guerra injusta por intereses económicos teníamos razón: no existían armas de destrucción masiva. ¿No merecemos los españoles una reflexión pública de Aznar?
¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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El pasado día 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, cuenta con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!
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