Las llamas consumen la leña como los años mi vida.
La tristeza absoluta me embarga, y callo.
Mirando la imposible figura del fuego surgida,
mi congoja se desparrama por doquier,
de modo tal que, hasta las algodonosas nubes,
lejanas de mí como están,
se tornan grises, oscuras y densas,
y comienzan,
en impenitente lluvia, a llorar,
esparciendo su melancolía,
que no es más que la mía.
Y la naturaleza, sin darse cuenta,
de mi tristeza, que es la tuya,
se ha llenado.
Algodonosas nubes |
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