lunes, 25 de diciembre de 2017

Sostenibilidad inexcusable

Debemos mimar nuestro planeta
Debemos mimar nuestro planeta
So pretexto de estrenar año, recapacite en el estrés diario que nuestra especie somete al medio ambiente: el agua que bebemos y contaminamos, la energía consumida, los alimentos ingeridos, la ropa y calzado que usamos, los libros, revistas y prensa que precisan árboles, la polución de nuestros vehículos, los animales y plantas extinguidos, los recursos usados para el ocio, los desechos eliminados por nuestros cuerpos, los kilos de basura generada, el CO2 que los fumadores expulsan al aire y el agua y suelo que sus colillas contaminan… Y no hablemos ya de la sobreexplotación de recursos naturales. Ahora extrapole y piense qué sucedería si cada ser humano, de los 7.600 millones que somos, viviera en una sociedad tan consumista como la nuestra e hiciera lo mismo que usted o yo cada uno de los días de sus vidas. ¿Cuánto tiempo soportaría el planeta ese grado de depredación y maltrato masivos?
Afirmamos que estamos dispuestos a consumir responsablemente; pero la realidad es que no. Somos absolutamente incapaces de prescindir de nuestras pequeñas comodidades. Si a esto añadimos que los políticos no se atreven a enfrentarse a los lobbies industriales, financieros o económicos –y menos a las urnas ante el temor de un castigo si optasen por tratar de invertir esta tendencia suicida prohibiendo los combustibles fósiles y cuanto fuera menester para satisfacer de manera responsable nuestras necesidades, respetando el medio ambiente y a los seres que lo habitan– para cambiar el rumbo del destino y no comprometer la calidad de vida de las futuras generaciones, el panorama es muy oscuro. Podemos continuar cerrando los ojos y hacer de la Tierra un mundo enfermo, con el único objetivo de sostener esta alocada economía que sólo aporta el enriquecimiento de unos pocos y el apuntalamiento en el poder de las élites mientras nos abocamos al desastre; pero ¿cuál será nuestro legado a nuestros descendientes? ¿Qué dirán de nosotros el día de mañana, si es que hay un mañana para la humanidad? Porque no olvidemos que, aunque nosotros necesitemos a nuestro planeta para vivir, él no nos necesita para nada. Es más, sin nosotros, hallaría más pronto el camino para regenerarse, tal y como ocurrió tras las grandes extinciones de anteriores eras geológicas.
Me temo que no tenemos remedio.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

A vueltas con los discos duros

El borrado de los discos duros: un trabajo bien hecho
El borrado de los discos duros: un trabajo bien hecho
Preguntado M. Rajoy sobre el múltiple borrado y posterior destrucción a martillazos de los discos duros de Bárcenas –con presunta información crucial sobre la financiación B del Partido Popular–, exculpó a sus trabajadores contestando pasmosamente que estos “se comportaron como hay que comportarse en una circunstancia como esa”.
Si valoramos que el pulverizado se produjo un mes después de poner Bárcenas una denuncia contra el PP por forzar su despacho y vaciarlo –incluido el robo de dos ordenadores–, no cabe duda que el trabajillo se ejecutó con brillantez. Los empleados, aleccionados sobre cómo actuar en semejante tesitura, privaron a los españoles del esclarecimiento de uno de los casos de corrupción más graves. Y no fue por cumplir el protocolo, no; ¿o cree usted que si la información hubiese sido la normal, referida a la gestión y cuentas legales de la formación, se habría triturado? La respuesta cae como fruta madura y despeja la incógnita del porqué de tan riguroso machaque.

domingo, 17 de diciembre de 2017

¿Nos amargarán la jubilación?

Los jubilados tendremos que pedir limosna
Los jubilados tendremos que pedir limosna
Dejar de trabajar es una gozada. No lo dude: jubilación viene de júbilo. Sin embargo hoy, ese gozo que nos debería proporcionar la jubilación –siempre que no nos arrojen antes al paro–, se tornará amargura si en lugar de cumplir los sueños que tenemos para esa etapa, debemos implorar limosna a las puertas de las iglesias para completar la exigua pensión. Y eso será lo que forzosamente haremos si el Gobierno, en vez de poner remedio, persiste en depreciarla y vendernos las maravillas de los planes privados al tiempo que las empresas, asistidas de la reforma laboral, reducen puestos de trabajo y salarios para incrementar beneficios.
¿Y qué nos salvaría de mendigar? La solución, que probablemente abriría la puerta a la esperanza, sería que las máquinas supresoras de puestos de trabajo, las grandes empresas y los que más riqueza exprimen a la sociedad, contribuyesen porcentualmente como cualquier currante. No hay otra; porque la privación de este derecho será un ataque a la paz social.

lunes, 11 de diciembre de 2017

La sinrazón del bitcoin

Bitcoins y capitalismo virtual
El capitalismo se hace virtual para beneficio de unos pocos
El alocado crecimiento exponencial del bitcoin, moneda virtual, ha engendrado una nueva burbuja; aunque lo más sorprendente de su éxito es que detrás de ella no hay nada, ningún respaldo, solo el vacío. Ni siquiera su comercio está regulado. Es una criptodivisa –del griego, oculto–, un medio digital de intercambio de rastreo tan arduo que garantiza el anonimato de su propietario. Y lo peor es que la delincuencia ya exige rescates en esta moneda. También evasores, estafadores, traficantes, políticos, empresarios corruptos y mafiosos… el hampa organizada del mundo la usa para ocultar su botín anónimamente y lejos de miradas incómodas. Es un paraíso fiscal alojado en la nube. Su escalada debe mucho a esto.
Debería prohibirse o, si no, regular su uso con luz y taquígrafos para saber quién y cuánto tiene y, por supuesto, que abonen impuestos.
En un mundo friki no sorprende que cualquier ocurrencia sea un éxito comercial. ¿Cuál será el siguiente pelotazo? ¿Vender cuerno de unicornio virtual?

miércoles, 6 de diciembre de 2017

De verdad, ¿vale todo?

La sombra de Donald Trump se cierne sobre los parques nacionales
La sombra de Donald Trump se cierne sobre los parques nacionales
Donald Trump, en su habitual política liberal, abre la puerta a la explotación de los recursos naturales en dos parques nacionales para beneficiar a las élites de los combustibles fósiles, grandes generadores del cambio climático. Esta modificación en el estatus de ambas reservas, supone recortar en un 70 % su superficie protegida. En ellas existen zonas arqueológicas con arte rupestre de poblaciones primitivas y albergan terrenos que varias comunidades de nativos americanos consideran sagrados.
¿No hay límites? ¿Todo es válido?
En un planeta con recursos limitados, la producción desmedida –que requiere una extracción masiva de recursos–, el consumismo exagerado, la desproporcionada cantidad de residuos generados y los gases de efecto invernadero, nos llevarán al colapso. Al final, nuestra especie desaparecerá por su excesiva codicia, pero la naturaleza, que no nos necesita, encontrará el camino para regenerarse, como ocurrió tras las grandes extinciones de anteriores eras geológicas.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Nacionalismo e izquierda

Los nacionalismos siempre han sido patrimonio de la derecha. Que lo siga siendo.
Los nacionalismos siempre han sido patrimonio de la derecha. Que lo siga siendo.
La auténtica izquierda es internacional e integradora, no nacionalista –ergo la CUP y ERC no lo son–; su bandera: la solidaridad y la unión entre pueblos. Por eso a mí no me cautivan ni fronteras, ni patrias, ni himnos. Me defino como ciudadano del universo y mi “patria” está donde están los que amo.
El nacionalismo es un acto de fe colectivo que forja su irracionalidad territorial en líneas sobre un mapa y no en porosas fronteras de enriquecedores intercambios étnicos y culturales. Para no debatir de lo real, explota el victimismo emocional –con agravios reales e inventados– y hace de su ficción una realidad que adultera la historia fabricando una identidad opuesta donde la pureza de lenguaje y cultura derivan en exclusión y odio.
Para refutarlo se necesitan Democracia y Verdad –con mayúsculas–, ningún agravio más. La izquierda, que con su indulgencia ha contribuido a reforzarlo, debería ser la solución; pero jamás dar apoyo a quien antepone territorio y raza a igualdad y derechos. Que continúe siendo patrimonio de la derecha.

jueves, 30 de noviembre de 2017

Mediterráneo: la gran fosa común

El goteo de muertos en el Mediterráneo es continuo. Aylan yace muerto en la orilla
El goteo de muertos en el Mediterráneo es continuo. Aylan yace sin vida en la orilla
¿Pero qué hago aquí, Dios mío? Todo el dinero que pedí prestado a mis vecinos para llegar a Europa, ¿lo podré devolver algún día? ¿Merecerán la pena los peligros corridos o habrán sido una locura? Me siento como un pelele sin voluntad propia al que fueran a mantear… como si no tuviera capacidad de acción… simplemente me dejo arrastrar en el torrente de acontecimientos: asustado, metido en esta barcaza de mala muerte atestada de otros muchos que, como yo, van en busca de una oportunidad, de un futuro que poder construir. En esta noche sin luna, plagada de estrellas, puedo oler sus miedos. Puedo ver sus enormes ojos blancos exageradamente abiertos. Percibo el brillo del sudor que, en pequeñas gotas, perla sus frentes... Me doy cuenta de que tirito –no sé si de frío o de estrés–, mis manos están heladas pero sudorosas. Comparto sus temores y angustias: nos hallamos en medio del agitado mar tratando de entrar en un país que no es el nuestro de forma ilegal, la única que podemos. Sé que no hacemos nada malo. No comprendo por qué no podemos viajar a donde queramos. Es arbitrario e injusto. Los ricos y poderosos sí pueden. ¿Qué nos diferencia? ¿El dinero? ¿Acaso no somos seres humanos como ellos? En esta barcaza abarrotada de personas, las enormes olas, con sus crestas blancas sobre el oscuro telón de la noche, que en un barco de línea ni se dejarían sentir, resultan sobrecogedoras. Me pregunto una vez más para qué tanto riesgo, ¿por qué?... Sí, ya sé: para buscar un futuro mejor a mi prole, para dar una esperanza por la que vivir a mi familia que ahora siento tan desgarradoramente lejana. Mi familia... qué palabra tan evocadora de gratos y felices momentos... Pero, ¿qué ocurre? ¿Qué son esos focos? Aquellos gritos lejanos vienen de otras barcas como la nuestra. ¡Dios mío! ¿Qué hacéis? ¡No os lancéis al agua! ¡Quietos! ¡Vais a volcar el bote! ¡No sé nadar! Si me ocurre algo, ¿qué será de mis hijos y mi mujer anclados en la miseria y sin esperanza?... Esto se vuelca. ¡Qué alguien me ayude!...
Entretanto Juanito, que hace sus deberes en su confortable hogar ante un globo terráqueo físico, observa abstraído el mundo como lo que es: algo insignificante y sin las fronteras disgregadoras que dibujan los hombres.
Al día siguiente, en el desayuno el padre de Juanito lee en el periódico la trágica noticia del naufragio de unas pateras en la cercana costa y llega a la conclusión de que lo único que puede ayudar a solventar esta inmoralidad, de la que todos somos algo responsables, es un desarrollo justo, equilibrado y verdadero, henchidor de anhelos y esperanzas en las zonas deprimidas del hermoso, aunque irracional, planeta que habitamos.