sábado, 27 de agosto de 2016

Fiscalidad y hucha de pensiones

Una fiscalidad escasa e injusta para cargarse el Estado del bienestar
Una fiscalidad escasa e injusta para cargarse el Estado del bienestar
Según datos del Eurostat, la presión fiscal en España es del 34% del PIB, muy por debajo de la media de la eurozona que es del 42%. En Francia el 48%. Un asalariado medio español cobra 26.000 euros anuales y paga al erario, entre impuestos directos e indirectos, un 49%; o sea, aporta 15 puntos por encima de la media. Las grandes fortunas, con ingeniería financiera, sólo tributan el 1% y las grandes empresas en torno al 7% de sus beneficios. De este modo, con una fiscalidad escasa y manifiestamente injusta, además de recaer sobre la clase media el sostenimiento del gasto público, resulta imposible costear el Estado de bienestar o alimentar la hucha de las pensiones.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

jueves, 25 de agosto de 2016

La contaminación como arma política

Boina de contaminación sobre Madrid
Boina de contaminación sobre Madrid vista desde la Casa de Campo
David Pérez, alcalde popular de Alcorcón, recurre el protocolo anticontaminación de la capital argumentando que “no se puede cerrar Madrid a mis vecinos como si esto fuera el Berlin [sic] comunista”.
En este asunto, lo trascendental es la salud de todos, incluidos los habitantes de la urbe. Por supuesto que Madrid no es el Berlín comunista, pero hay que evitar que sea una descomunal cámara de gas. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, anualmente al menos 27.000 ciudadanos españoles mueren prematuramente a causa de la contaminación medioambiental, 24 veces más que los fallecidos en accidente de tráfico. Según la OMS, no menos de 44,7 millones de españoles respiramos aire contaminado en 2014. El 95% de la población española respira aire con niveles superiores a lo recomendado por la OMS, principalmente por el tráfico. En Madrid, gobernando el PP, se llegó a superar en 10 veces los límites permitidos sin tomar ninguna medida. Las autoridades deben velar por la salud de los ciudadanos y, lo quiera o no David Pérez, esto afortunadamente va a cambiar.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

martes, 23 de agosto de 2016

La patronal y el drama del paro

La patronal y el despido gratuito
La patronal sigue buscando el despido gratuito
Si alguien proclama que para terminar con las guerras hay que abaratar y liberalizar el mercado de armamentos, o que para acabar con el hambre se tiene que reducir a la mitad la superficie dedicada al cultivo, o que para erradicar el sida se debe prescindir de preservativos y dejar de distribuir jeringuillas, todos pensaríamos que la persona en cuestión desvaría al proponer tan formidable disparate, ¿no?
Por el mismo razonamiento, resulta paradójico que si la patronal persigue la creación de empleo, salga siempre con la misma cantinela de abaratar el coste del despido.
Señores patronos, cuando reflexionen en voz alta háganlo con prudencia, sensatez y buen juicio… ¡que se les ven las intenciones!

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

sábado, 20 de agosto de 2016

La deuda pública se dispara, todo un disparate

Evolución de la deuda pública española desde 1909
Evolución de la deuda pública española desde 1909
Desde 1909 España no alcanzaba un déficit superior al 100 % del PIB. Con Rajoy, como se ingresa menos, el 101 %; y eso que cuando llegó a la Moncloa en 2011 se lo encontró en el 70 % y entonces, alarmado, profetizó: “hemos gastado más de lo que teníamos […] nadie puede vivir eternamente a préstamo, porque aumentan los intereses que tenemos que pagar […] Esto no es economía, es puro sentido común”.
Pues ahí están los hechos. Y lo preocupante para el sentido común es que el pago de los intereses generados compromete el gasto público, la inversión futura y el crecimiento, a la vez que inquieta la confianza de los mercados financieros por ver si la devolución es viable. Y, aunque de momento los intereses son muy bajos, cada hora que pasa los españoles pagamos por este concepto 4 millones de euros, más de 35.000 millones al año. Cuando la prima de riesgo suba, y tarde o temprano subirá porque según George Soros los mercados son generalmente imprevisibles, la asunción de la deuda será un enorme lastre.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

viernes, 19 de agosto de 2016

El secuestro de la ciudadanía

Rajoy utiliza a la ciudadanía para su propio beneficio
Rajoy utiliza a la ciudadanía para su propio beneficio
Seré sincero y hablaré claro: retorcer la legalidad para beneficio propio es lo que ha hecho Mariano Rajoy. Es indignante el chantaje a un partido con la población como rehén. La particular idiosincrasia de Rajoy, que le lleva a imaginar que es él o la debacle, le ha conducido esta vez demasiado lejos al situar la espada de Damocles sobre la cabeza de Pedro Sánchez, con el punto de mira puesto en el día de Navidad, al cavilar que con una alta abstención obtendrá la mayoría absoluta. Esto debería hacer reaccionar a la oposición para unirse y alcanzar un acuerdo de gobierno que deje fuera al chantajista que ha pergeñado la utilización, sin escrúpulos, de la ciudadanía en tan singular día del año.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

Día Mundial de la Asistencia Humanitaria

Día Mundial de la Asistencia Humanitaria
Día Mundial de la Asistencia Humanitaria
En un mundo plagado de conflictos, hoy, Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, es obligado recordar a aquellos que, dondequiera que sobrevenga el desastre, aportan su tiempo, esfuerzo, constancia y cariño, ejerciendo la solidaridad y la cooperación con imparcialidad, mientras socorren y alivian el sufrimiento de los más vulnerables: marginados, refugiados, minorías étnicas… en suma, los damnificados sin voz de la egoísta sociedad actual que, en su mayoría, prefiere mirar para otro lado.
A todos ellos, voluntarios anónimos imprescindibles, mi más sincero reconocimiento.
 
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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

jueves, 18 de agosto de 2016

Rajoy toma el pelo a Ciudadanos y a la ciudadanía

Mariano Rajoy toma el pelo a todo el mundo
Mariano Rajoy toma el pelo a todo el mundo
Al salir del Comité Ejecutivo del PP, el presidente en funciones, superándose a sí mismo y habiendo perdido una semana en la que ha estado de vacaciones, hace una envolvente sin asumir sus responsabilidades y responde en lengua mariana a la fijación de fecha y hora y a las seis innegociables condiciones de Ciudadanos que ni sí ni no, ni blanco ni negro, sino todo lo contrario. De esta singular manera, Rajoy nos comunica la inaceptable prolongación de la situación de bloqueo institucional que padece España: tres semanas después de su designación por parte del Jefe del Estado, los españoles continuamos ignorando si finalmente se dignará a cumplir con su deber constitucional o en qué momento lo haría. Así, la incertidumbre y la preocupación se apoderan de una ciudadanía atónita ante su posible espantada.
Pero ¡atención! Su ninguneo al Rey, que lo ha nombrado candidato, y su indiferencia al Parlamento, al que debería acudir para exponer su programa político, le sitúan al borde del sistema a punto de convertirse en un digno hooligan de la política.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.
¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!