Desde 2009 es vinculante para los países integrantes de la Unión Europea el cumplimiento de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE que, en su artículo 18 sobre el Derecho de Asilo reza: “Se garantiza el derecho de asilo dentro del respeto de las normas de la Convención de Ginebra de 28 de julio de 1951 y del Protocolo de 31 de enero de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados y de conformidad con el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea.”
Por tanto, ahora mismo, la mayoría de los gobiernos integrantes de este “mercado de mercaderes”, que no Europa, están perpetrando una clara dejación de funciones. Todos los países que no han seguido las normas establecidas en esta materia deberían ser expulsados por incumplimiento sistemático de la Carta. Sé que no se hará porque, como he dicho, esto es la Europa de los mercaderes y sus ciudadanos somos sólo mercancía para producir dinero. En este triste contexto ¿qué son los refugiados? Nada, absolutamente nada.
Por tanto, ahora mismo, la mayoría de los gobiernos integrantes de este “mercado de mercaderes”, que no Europa, están perpetrando una clara dejación de funciones. Todos los países que no han seguido las normas establecidas en esta materia deberían ser expulsados por incumplimiento sistemático de la Carta. Sé que no se hará porque, como he dicho, esto es la Europa de los mercaderes y sus ciudadanos somos sólo mercancía para producir dinero. En este triste contexto ¿qué son los refugiados? Nada, absolutamente nada.
Unión Europea, no. Mercado de mercaderes, sí. |
Por eso y con abasoluta impunidad, el pasado jueves en Bruselas, resultó indignante escuchar al presidente húngaro Viktor Orbán sostener, ante relevantes dirigentes de la UE, a los que no se les cayó la cara de vergüenza, que su país tiene derecho a decidir el no querer un gran número de musulmanes en su territorio insistiendo, una vez más, en que “la única respuesta” posible a la crisis migratoria en Europa es reforzar las fronteras. Por mucho que la diplomacia deba ser respetada, este señor al manifestar lo dicho está incumpliendo la Carta Europea, con lo que pierde, al menos en Europa, cualquier legitimidad. Los dirigentes deberían haberle contestado y no permanecer callados.
Ya lo dijo bien claro el activista y Premio Nobel de la Paz de 1964, Martin Luther King: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos…”