jueves, 14 de enero de 2021

¡Y nos robaron la sonrisa!

 

Al final no fue la guerra nuclear, fuimos nosotros
Al final no fue la guerra nuclear, fuimos nosotros
En los años 60, inmerso el mundo en la Guerra Fría, mis amigos y yo avivábamos el fértil imaginario infantil con las películas americanas serie B que echaban en la tele la sobremesa de los sábados y en los cines de barrio en sesiones dobles. Fantaseábamos con un futuro poco halagüeño donde los mutantes de aquellos celuloides, poblarían el mundo.
Años más tarde, la paranoia nuclear seguía viva y al licenciarme del servicio militar en la Marina me entregaron una “Cartilla para la defensa y protección atómicas” que aún conservo. Nos explicaban los efectos de la desintegración del átomo y a sobrevivir al apocalipsis mediante rudimentarios refugios antiradiación, principios de descontaminación radiactiva y primeros auxilios. Estábamos concienciados; pero ni en las más aterradoras pesadillas llegamos a intuir que la codicia humana maltrataría la naturaleza hasta hacerla estallar en forma de un virus que, desdibujando la sonrisa del rostro, nos arrebataría besos, abrazos y caricias del alma.

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