Al virus se le combate con ciencia en los laboratorios, no en los campos de batalla |
A pesar de que las metáforas son muy sugerentes y de que un sinfín de líderes mundiales se empeña en adjetivar con términos bélicos a esta horrible pandemia, pienso que es un craso error. El coronavirus no es un enemigo, porque ni es persona ni país. Probablemente, ni ser vivo. Solo es un virus. Un agente infeccioso. Un patógeno. Una molécula compleja que necesita penetrar células del huésped para reproducirse. ¿Acaso luchamos contra la pandemia con obuses, balas, bombas y soldados? No; la combatimos a contra reloj con médicos y ciencia para obtener una vacuna. Y por eso no estamos enfrascados en una guerra, ni tan siquiera en una batalla, sino en una inmensa crisis sanitaria que devastará vidas, alterará nuestros hábitos y destruirá el tejido económico.
Es obsceno hablar de guerra cuando la mayoría de la población, salvo los que están en hospitales plantando cara a la muerte estamos, dentro de lo que cabe, confortablemente en casa sin temer que nos haga puré una bomba. En los conflictos armados casi todos los fondos, incluidos los de la ciencia, se desvían a gastos bélicos. Además, al hablar de guerra se da pábulo a teorías conspiranoicas con virus gestados en laboratorio que nos alientan a destapar enemigos de carne y hueso, a constreñir libertades y a asignar dinero a los servicios de inteligencia.
Y ya que estamos, la puesta en escena de las ruedas de prensa desde Moncloa con tanto general condecorado, me retrotrae a tiempos escalofriantes y ya caducos.
¡No a la guerra!
Es obsceno hablar de guerra cuando la mayoría de la población, salvo los que están en hospitales plantando cara a la muerte estamos, dentro de lo que cabe, confortablemente en casa sin temer que nos haga puré una bomba. En los conflictos armados casi todos los fondos, incluidos los de la ciencia, se desvían a gastos bélicos. Además, al hablar de guerra se da pábulo a teorías conspiranoicas con virus gestados en laboratorio que nos alientan a destapar enemigos de carne y hueso, a constreñir libertades y a asignar dinero a los servicios de inteligencia.
Y ya que estamos, la puesta en escena de las ruedas de prensa desde Moncloa con tanto general condecorado, me retrotrae a tiempos escalofriantes y ya caducos.
¡No a la guerra!
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