El PP, como el escorpión de la fábula que pica a la rana que le ayuda a cruzar el río, es fiel a su naturaleza y no puede evitar, una y otra vez y a pesar de la sangría de votos, negar la mayor y tirar de teoría de la conspiración en lugar de regenerarse expulsando a quien no cumple su deber con ética.
Declaran sin rubor y prietas las filas que “esto no es una trama del PP, es una trama contra el PP”, o que “nadie podrá probar…”, o envían un “se fuerte”, o en cerrada ovación de todo el aparato del partido “tenemos que defender lo nuestro y a los nuestros”.
Estas prácticas establecidas de quien hoy ostenta el poder, que para salvarse deshonran las instituciones, envenenan la convivencia y logran que la podredumbre se instale en los organismos del Estado con tanto arraigo que su erradicación es tan ardua que amenazan nuestros valores. Por acción u omisión alejan a la ciudadanía de las instituciones y convierten la democracia en una cáscara vacía de contenido.
Declaran sin rubor y prietas las filas que “esto no es una trama del PP, es una trama contra el PP”, o que “nadie podrá probar…”, o envían un “se fuerte”, o en cerrada ovación de todo el aparato del partido “tenemos que defender lo nuestro y a los nuestros”.
Estas prácticas establecidas de quien hoy ostenta el poder, que para salvarse deshonran las instituciones, envenenan la convivencia y logran que la podredumbre se instale en los organismos del Estado con tanto arraigo que su erradicación es tan ardua que amenazan nuestros valores. Por acción u omisión alejan a la ciudadanía de las instituciones y convierten la democracia en una cáscara vacía de contenido.
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