La contaminación por combustibles fósiles causa al menos 27.000 muertes en España |
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, 27.000 españoles mueren anualmente de manera prematura por la polución atmosférica. El pasado año, según la OMS, 44,7 millones de españoles respiramos aire contaminado, el 95% de la población. Urgen actuaciones encaminadas a velar por la salud de la ciudadanía y cumplir la normativa de restricciones al tránsito rodado por contaminación.
En 2015 murieron en las carreteras españolas 1.018 personas. Las autoridades patrocinan costosas campañas publicitarias apelando a una conducción responsable destinadas a reducir las bajas en accidentes de circulación, contrastando con la inacción para reglamentar el uso del vehículo privado en las ciudades, responsable por sus nocivos efectos de un número de fallecimientos 27 veces superior al que se cobra el asfalto. Aunque el coste sanitario por alta contaminación representa cerca del 4,6% del PIB español, unos 46.000 millones de euros, parece que acometer actuaciones para mitigarla no es políticamente rentable. Los planes de mejora de calidad del aire en nuestro país son prácticamente inexistentes por falta de voluntad política, sin embargo muchos ciudadanos veríamos con buenos ojos que las urbes volvieran a ser un lugar de encuentro para disfrutar y vivir, y no sufrirlas con ruidosos y humeantes vehículos que invaden los espacios que deberíamos ocupar las personas.
En 2015 murieron en las carreteras españolas 1.018 personas. Las autoridades patrocinan costosas campañas publicitarias apelando a una conducción responsable destinadas a reducir las bajas en accidentes de circulación, contrastando con la inacción para reglamentar el uso del vehículo privado en las ciudades, responsable por sus nocivos efectos de un número de fallecimientos 27 veces superior al que se cobra el asfalto. Aunque el coste sanitario por alta contaminación representa cerca del 4,6% del PIB español, unos 46.000 millones de euros, parece que acometer actuaciones para mitigarla no es políticamente rentable. Los planes de mejora de calidad del aire en nuestro país son prácticamente inexistentes por falta de voluntad política, sin embargo muchos ciudadanos veríamos con buenos ojos que las urbes volvieran a ser un lugar de encuentro para disfrutar y vivir, y no sufrirlas con ruidosos y humeantes vehículos que invaden los espacios que deberíamos ocupar las personas.