Rajoy sólo dice que no tiene autoridad. Es cierto. |
Tres días le ha costado maquinar la excusa. En la cumbre europea de Bratislava, Rajoy tuvo que contestar a los periodistas que le preguntaban sobre el caso Barberá, lo que se ha negado a responder en casa. Pero, para dilatar tres días su respuesta, no ha sido muy brillante que digamos: “Rita ya no es del PP y, por tanto, no tengo autoridad para exigirle el escaño”. ¡Hombre!, así dicho nos queda claro; pero, si era por eso, haberle reclamado primero la entrega del escaño y luego haberle hecho abandonar el partido.
Claro que, por coherencia política y por la misma regla de tres, mejor no pedir la dimisión, ya que todos nos acordamos del “Rita, sé fuerte. Hacemos lo que podemos”. ¡Uy, perdón! Que era Luis.
¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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El pasado 20 de junio se celebró el día mundial del refugiado. Europa, para conmemorarlo, contó con poco más que miles de muertes de inocentes acaecidas durante su intrincado éxodo porque, olvidando sus raíces solidarias, ha sido incapaz de dar respuesta a la grave tragedia humana protagonizada por personas que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de horrores bélicos, políticos, económicos… Los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos, y que ahora presenciamos exponencialmente agravados en la aldea global, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria y del horror de la guerra”. Y sean cuales sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá, fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay más que perder.¿Cómo debemos entender el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentan? ¿Nos prohibirán ser hospitalarios? Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha alcanzado las más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!