viernes, 10 de junio de 2016

La corrupción: una lacra que todo lo ensucia

La corrupción en las comunidades de vecinos: mal endémico
La corrupción en las comunidades de vecinos: mal endémico
Nada escapa a su maleficio. Como los tentáculos de un pulpo, lo abarca todo y las comunidades de vecinos, especialmente vulnerables, no son ajenas a este mal endémico que emerge en el rellano de nuestras casas tejiendo una red clientelar que hipoteca muchas vidas. Desde conserjes, que obligan a fontaneros y electricistas a pagar la correspondiente mordida para poder acceder al edificio, hasta los presidentes y administradores, que adjudican obras, en connivencia con constructores y arquitectos, a cambio de comisiones muy altas a los proveedores, es fiel y triste reflejo de una sociedad en la que muchos ciudadanos despreocupados votan al corrupto porque es “su corrupto”. En las comunidades ocurre lo mismo, y muchos corruptos acuden a las juntas amparados con demasiadas representaciones de copropietarios indolentes que hacen imposible una votación democrática que redunde en beneficio del interés de los propios vecinos. Y cuando al administrador se le exige rendir cuentas, lo hace de una forma tan farragosa que no hay quien se aclare, iniciándose un intercambio de acusaciones que no conduce a nada. Y, por este oscurantismo, las subvenciones para obras quedan sin gestionarse porque la documentación que la administración de la comunidad debería aportar les dejaría en evidencia.
Advirtió el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos que “el poder de infección de la corrupción es más letal que el de las pestes”. Por eso, o acabamos con la corrupción o la corrupción destruirá nuestro modo de vida.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

martes, 7 de junio de 2016

La doble moral

La doble moral de algunos que sólo piensan en dinero
La doble moral de algunos que sólo piensan en dinero
Uno está ya hastiado de las prédicas moralizantes e indecentes de tanto intelectual orgánico que el tiempo termina desvelando como un golfo ejerciendo su rol en el sistema. Todos están cortados por el mismo patrón: elevados salarios, contratos blindados, múltiples prebendas… pero sólo predican bajada y contención salarial, abaratamiento de despidos, flexibilidad laboral, movilidad geográfica… Todo lo que ellos no aceptarían lo reclaman para los demás.
Una sugerencia, no mía sino de Demóstenes, orador y político ateniense: “Toda palabra es vana y vacía a menos que vaya acompañada de hechos”. Así que ya saben, antes de hablar, aplíquense sus propias recetas y a ver si logran sobrevivir con menos de 800 euros al mes y con la turbadora incertidumbre de si mañana serán despedidos.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

sábado, 4 de junio de 2016

La realidad fiscal española desvelada

España: fiscalidad injusta
Evidentemente, Hacienda sólo son algunos
Según datos del Eurostat, la presión fiscal en España es del 34,4 % del PIB, muy lejos de la media de la eurozona que es del 41,5 %. En nuestra vecina Francia, llega al 47,9 %.
Según cálculos, un español con un salario medio en torno a los 25.000 euros anuales, paga al erario, entre impuestos directos como el IRPF, e indirectos como el IVA, casi la mitad, el 49,8 % o, lo que es lo mismo, tiene que trabajar 182 días al año para hacer frente a sus deberes con Hacienda. Estos datos desvelan la injusta realidad de la presión impositiva española y se colige que si un sueldo medio contribuye muy por encima, más 15,5 puntos, de la presión fiscal media en nuestro país, es porque esta carga la soportan principalmente las rentas de trabajo, sobre todo las de clase media y baja. Las grandes fortunas y las grandes empresas parecen estar exentas y apenas tributan al Estado. Por eso se puede concluir, sin temor a caer en la demagogia, que la fiscalidad en España es palmariamente injusta y hay que lograr que aquellos que más rendimiento obtienen de la sociedad, colaboren a mantener el Estado con idénticas reglas de juego que los ciudadanos de a pie y así acercarnos a la media de la eurozona. Como resultado, los trabajadores pagarán menos y, los que hasta ahora cotizan nimiamente, deberán aportar más para equilibrar la balanza. Así, y sólo así, podremos argumentar que España es un país más justo.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!

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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

jueves, 2 de junio de 2016

Por una ciudadanía responsable

Diversión y responsabilidad cívica
Diversión y responsabilidad cívica no deben ser incompatibles
La vida no es fácil y, en consecuencia, no se debe desaprovechar la ocasión de divertirse en cuando se presente. Por eso resulta maravilloso que para celebrar la undécima del Real Madrid, decenas de miles de personas llenaran calles, plazas y un inmenso estadio, festejándolo en apasionado jolgorio. O cuando en 1995 los aficionados entendieron que el descenso administrativo a Segunda de sus equipos era una decisión injusta, y dos ciudades como Sevilla y Vigo se llenaron de protestas hasta revertir el veredicto. Sin embargo esa expresividad espontánea se torna en amargo desencanto cuando, en este mismo país, se recortan derechos laborales, libertades, gastos sanitarios, educativos, de dependencia, etc., cuestiones nada baladíes conquistadas con mucho sufrimiento y que hacen la vida más justa, o gravísimos casos de corrupción institucional, pero las avenidas y plazas no se abarrotan en igual medida. No cabe duda de que la individualista sociedad moderna es moldeada en gran medida por los políticos, que forjan ciudadanos indiferentes para que no les incomoden en sus turbios enredos. Y he aquí la piedra de toque: la indiferencia ciudadana es el peor de los males posibles para una democracia, porque la deteriora hasta ponerla en grave riesgo. Esperemos que los nuevos partidos, en un esfuerzo titánico por el bien y la pervivencia de la libertad democrática, reviertan esta perversa tendencia y sepan ilusionar a la gente formando ciudadanos responsables y comprometidos con lo cívico.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Por otro lado, después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás imaginamos poder llegar a ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria intelectual con su único esfuerzo”.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

miércoles, 1 de junio de 2016

Por qué Sánchez no pactó con Iglesias

Negros nubarrones sobre la sede del PSOE
Negros nubarrones
se ciernen sobre
Ferraz
Desde su legalización en febrero de 1977, se quiera reconocer o no, una derecha moderada se ha ido infiltrando en puestos clave del PSOE. Sólo basta recordar quién ha marcado la senda de enmiendas conservadoras que luego el PP ha rematado de manera brutal; y para muestra, un botón: recién llegado al poder en 1983, Felipe González crea las SICAV para que las grandes fortunas no paguen impuestos. En 1984, la reforma laboral de González abre la puerta a los empleos temporales. En 1991, González crea la hoja de ruta para la privatización de la Sanidad. En 2010, Zapatero facilita y abarata el despido. En 2011, Zapatero de la mano del PP, reforma la Constitución para el que el pago de la deuda pública tenga prioridad sobre las necesidades de la ciudadanía. Además, en 2012 incrementará la edad de jubilación.
Se vislumbra con facilidad como, pasito a pasito, esa derecha ha ido conquistando cargos orgánicos hasta atar de pies y manos al Secretario General. Actualmente su poder es tal que ha impedido a Pedro Sánchez pactar con Podemos para alcanzar la presidencia del país y lograr un auténtico cambio. En el hipotético caso de que Sánchez hubiese tenido el arrojo de desobedecer a esos barones y a la acomodada vieja guardia que en consonancia se ha ido escorando a la derecha, en su investidura se hubiera encontrado con un cisma en el que muchos de sus diputados le habrían negado el voto. Para evitar esta amarga circunstancia, que además le hubiese costado la cabeza, Sánchez optó por aliarse con Ciudadanos, formación conservadora respetada por la derecha reaccionaria del PSOE, mientras solicitaba a Podemos sus votos a cambio de nada.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Por otro lado, y después de muchos meses de muertes de inocentes, dejaciones y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás pensamos ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo. Incluso varias ONG como Médicos Sin Fronteras o ACNUR, han suspendido todas sus actividades en el centro de registro de refugiados por entender que se ha convertido en un ignominioso centro de detención.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria humana con su único esfuerzo” y el compromiso que mantiene con los derechos humanos es puro delirio.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

sábado, 28 de mayo de 2016

La ONU ¿modelo para la humanidad?

Bandera y casco de Naciones Unidas
Los cascos azules culpables de crímenes deberían ser juzgados
Existen ocasiones en las que uno siente estupor, indignación y rabia: cuando el juez, atenazado por el miedo o movido por oscuros intereses, prevarica; cuando el policía, atraído por la tenue llamada de lo ajeno, resulta ser el delincuente; cuando el político, ávido por el color del dinero fácil, se convierte en corrupto; cuando el militar, en un arrebato de patriotismo mal entendido, se torna en salva patrias y somete al pueblo al que se debe; cuando el gobernante sintiéndose llamado a mayores glorias, se convierte en cruel dictador; cuando el banquero, tentado por la riqueza desmedida, comete usura; cuando el empresario, educado con mentalidad neoliberal, en lugar de coordinar personas cree que maneja simples mercancías y se torna en un mero explotador; cuando el religioso, en lugar de predicar la Buena Nueva, saca al pederasta, inquisidor o fundamentalista que lleva dentro; cuando el médico olvida su juramento hipocrático y no atiende al inmigrante por falta de papeles… cuando aquél que es llamado a sanar las lacerantes heridas de una humanidad en conflicto, se torna en origen y pesadilla viviente de sus males. Como ahora lo son las abyectas violaciones de mujeres inválidas, los abusos cometidos con menores o las tramas corruptas para vender raciones de comida en supermercados; delitos perpetrados por cascos azules de la ONU durante el desempeño de sus “misiones humanitarias de pacificación”, amparados precisamente en la incapacidad de mujeres y niños para escapar de sus garras.
En estas ocasiones me indigno por ser parte de la humanidad, indignación que se acrecienta tras recordar las increíbles declaraciones de hace años en el sentido de que la ONU no tiene capacidad para hacer casi nada a tan infames miembros de un ejército violador de mujeres y niños desvalidos. Por tanto, sólo se me ocurre una respuesta coherente a esta tenebrosa cuestión: por favor, indíquenme dónde tengo que inscribirme para presentar mi baja testimonial del género humano, en tanto que los culpables de estas espeluznantes atrocidades no sean sometidos a un juicio público y castigados, como corresponde, de manera efectiva, tal y como sucedió en Núremberg con los responsables de crímenes contra la humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial.

P.S.: Como ha pasado mucho tiempo y las tropelías que comenten fuerzas de la ONU no se corrigen, si no que aumentan, este artículo es un remake de otro que escribí en febrero de 1999. Con seguridad que se están produciendo más casos deshonrosos de los que no nos enteramos porque las víctimas lo padecen en injusto silencio.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Por otro lado, y después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás pensamos ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo. Incluso varias ONG como Médicos Sin Fronteras o ACNUR, han suspendido todas sus actividades en el centro de registro de refugiados por entender que se ha convertido en un ignominioso centro de detención.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria humana con su único esfuerzo” y el compromiso que mantiene con los derechos humanos es puro delirio.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!

viernes, 27 de mayo de 2016

Barcazas, pateras y desarrollo

Aylan Curdi, una, de muchas muertes, que debe pesar en nuestras conciencias.
Aylan Kurdi, niño víctima de un naufragio que,
con medidas políticas, se podría haber evitado

¿Qué hago aquí, Dios mío? El dinero que pedí prestado a mis vecinos para llegar a Europa, ¿lo podré devolver algún día? ¿Merecerá la pena o será una locura?... Me siento como un pelele sin voluntad propia al que fueran a mantear. Es como si no tuviera capacidad de acción, simplemente me dejo llevar atrapado por los acontecimientos: asustado, metido en esta barcaza de mala muerte que rebosa con otros muchos que, como yo, van en busca de una oportunidad. En esta noche sin luna, plena de estrellas, puedo oler sus miedos. Puedo ver sus enormes ojos blancos exageradamente abiertos. Percibo el brillo del sudor que, en pequeñas gotas, perla sus frentes... Me doy cuenta de que mis manos están heladas pero sudorosas, de que, a pesar de no estar haciendo nada malo, comparto sus miedos y angustias: estamos en medio del agitado mar entrando en un país que no es el nuestro, entrando de forma ilegal en un país extraño... Es injusto. No comprendo por qué no podemos ir a donde queramos. Los ricos y poderosos sí pueden... En esta barcaza abarrotada las olas, con sus crestas blancas sobre el oscuro telón de la noche, que en un barco de línea ni se dejarían sentir, dan terror. Me pregunto una vez más para qué tanto riesgo, por qué. Sí, ya sé: para dar un futuro mejor a mi prole, por dar una esperanza por la que vivir a mi familia que ahora siento tan desgarradoramente lejana. Mi familia... qué palabra tan evocadora de gratos momentos... Pero, ¿qué ocurre? ¿Qué son esos focos? Aquellos gritos remotos vienen de otras barcas como la nuestra. ¡Dios mío! ¿Qué hacéis? ¡No os lancéis al agua! ¡Quietos! ¡Vais a volcar el bote! ¡No sé nadar! Si me ocurre algo, ¿qué será de mis hijos anclados en la miseria y sin esperanza? ¡Qué alguien me ayude, esto se vuelca!...
En la escuela, Pepito ante un mapamundi físico observa abstraído el mundo como lo que es: algo insignificante y sin las fronteras disgregadoras que trazan los hombres.
Juan, que lee en el periódico la trágica noticia del naufragio de una barcaza llega a la conclusión que lo único que puede ayudar a solventar estas vergonzosas muertes, de las que todos somos alícuotamente responsables, es un desarrollo justo, equilibrado y verdadero, henchidor de anhelos y esperanzas en las zonas deprimidas del planeta que habitamos.
P.S.: Ha pasado mucho tiempo y esta situación ha empeorado. Para denunciar los recientes naufragios que se están produciendo en el Mediterráneo de barcazas repletas de refugiados, y como en este mundo nada cambia para bien salvo para los ricos, hago un remake de otro artículo que escribí en julio de 1998. Con seguridad que se están produciendo más naufragios de los que no nos enteramos porque los refugiados mueren en silencio.

¡Ay, Carmena! ¡La que estás liando!
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Aquí en Europa y después de muchos meses de muertes de inocentes, dejación y dudas, se ha consumado lo que muchos europeos contemporáneos jamás pensamos ver: la incapacidad de dar respuesta a una grave crisis de refugiados que huyen, al igual que nosotros en el pasado, de los horrores bélicos, políticos, económicos…
El indecente pacto que ha acordado la política europea para expulsar a Turquía a los refugiados que llegan a Grecia, es una burla colosal que incumple los principios de derecho internacional por quebrantar las garantías de protección, que Europa tiene obligación de cumplir, como son la Convención de Ginebra y el Estatuto de los Refugiados, porque así lo manifiesta en su artículo 18 la Carta Europea. Todo lo demás es pura patraña. Los europeos decentes nos hallamos sumidos en la consternación, la indignación, el dolor  y el sonrojo. Incluso varias ONG como Médicos Sin Fronteras o ACNUR, han suspendido todas sus actividades en el centro de registro de refugiados por entender que se ha convertido en un ignominioso centro de detención.
Con esta firma Europa olvida sus raíces cristianas. ¿Cómo entenderemos, a partir de este indecente acuerdo, el concepto de ciudadanía europea? ¿Qué valores nos sustentarán? ¿Estará prohibido ser hospitalario en Europa? A pesar de esta obscena traición a nuestros principios solidarios, nada frenará el flujo si el horror persiste. Seguirán intentándolo una y otra vez.
Dos certezas se instalan en mi conciencia para defender a los refugiados: Nadie deja atrás sus raíces, su familia, sus amigos, su país, sus seres queridos, la tierra que le vio nacer, porque sí. Usted que me lee en este preciso momento, y yo, haríamos lo mismo en idénticas circunstancias: buscar lo mejor para nuestras familias.
Parafraseando a Groucho Marx: “Europa, partiendo de la nada, ha logrado alcanzar la más altas cumbres de la miseria humana con su único esfuerzo” y el compromiso que mantiene con los derechos humanos es puro delirio.
Me niego a aceptar este despropósito. ¡Qué descomunal deshonra para esta decrépita, acomodada e hipócrita Europa!