El cuerpo sin vida del pequeño Aylan yace sobre la playa. |
Hace dos décadas, por estas fechas, murieron 37 personas en un mercado de Sarajevo, entre ellas una criaturita de cuatro años que, en su corta vida, sólo había conocido la guerra. Ayer murieron Aylan Kurdi, un niño sirio de 3 años junto a su hermano de cinco, su madre y tres niños más. Ahora, el cuerpo de Aylan yace tirado en algún tanatorio de Turquía, frente a cuyas costas se ahogó cuando huía con su familia de un conflicto bélico. En su corta vida no conoció la paz, sino los horrores de la guerra y la indeferencia, en el mejor de los casos, de las autoridades de los países por los que cruzó durante su peregrinaje. No ha sido, ni será, la última víctima inocente de algo que, seguramente, ni él mismo alcanzaba a comprender: la aplastante lógica de la guerra. La guerra, por tanto la muerte, para él era la vida, el día a día, no había conocido otra cosa, salvo la constante huida en penosas condiciones. ¿Cómo imaginaría la paz una mente de tres años si jamás la había respirado? ¡Toda una vida, aunque breve eso sí, de guerra y éxodo! ¿Servirá para algo su inmolación? ¿Qué opinión merecerá a sus desgarrados familiares la comunidad internacional por no haber sido capaz de brindarles refugio, de actuar con efectividad en tanto tiempo? Si por fin se lograra el armisticio, ¡ojalá! ¿Qué paz encontrará su desconsolado padre, al que se ha privado de ver crecer a sus hijos y compartir la existencia con su mujer durante el resto de sus vidas? ¿Hasta dónde necesitamos que se destape la barbarie humana para que de una vez por todas se revuelvan nuestras acomodadas conciencias de avestruz?
Médicos sin fronteras, más necesarios que nunca. |
Toda vida es sagrada, pero aún lo son más las de los inocentes y se debe hacer todo lo humanamente posible para que las mismas sean protegidas y respetadas. La foto de Aylan hoy abre todos los noticiarios y es triste portada en todos los periódicos. Una foto que jamás debería haberse disparado. Era algo que se veía venir, como están por venir nuevas tragedias similares porque, en esta vergonzante e indolente Europa, todo se mide en porcentaje de votos.
Estamos en el umbral del tercer milenio y mi alma rebosa angustia. Angustia por Aylan y por todos los que huyen, igual que lo haríamos nosotros en idénticas circunstancias. Sin importar la edad o el país de origen. Y también porque este primer mundo es cada día más despreocupadamente inhumano.
Estamos en el umbral del tercer milenio y mi alma rebosa angustia. Angustia por Aylan y por todos los que huyen, igual que lo haríamos nosotros en idénticas circunstancias. Sin importar la edad o el país de origen. Y también porque este primer mundo es cada día más despreocupadamente inhumano.