Si no se combate con firmeza la inflación, los ladrones que parasitan consejos de administración se forrarán con nuestro dinero |
Hace nada, España era un país asequible en combustibles. Ahora, los ventajistas a pesar de la ayuda del Gobierno, que se la han fumado brindando con champagne, lo han trocado en uno de las más caros. Es la ola de sinvergonzonería que nos envuelve.
En la Segunda Guerra Mundial, para frenar la inflación –excusa liberal para subir precios y obtener pingües beneficios–, la nación por antonomasia paradigma del libre mercado –EE.UU.– intervino precios topando los de bienes escasos. También en 1951, durante la Guerra de Corea, y sin menguar el empleo, impuso la congelación de precios y redujo la inflación del 11% al 2% anual.
En 1985 Israel, con una inflación galopante del 500% anual, congeló precios y salarios. El plan obtuvo un éxito rotundo.
Si no se toman medidas drásticas de este tipo, imprescindibles en tiempos de guerra y de sinvergüenzas aprovechados, la acechante ultraderecha populista nos barrerá y Putin se alegrará.
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