El hedor es tan nauseabundo que en Génova se platean la mudanza. Y no porque el tufo les incomode, sino porque les desagrada que los hayan pillado. |
Presuntamente el Gobierno de Rajoy, con dinero de todos y sirviéndose del aparato del Estado para beneficio propio, zancadilleaba a la justicia y a la oposición. Este modo “miserable” y depravado de instrumentalizar el poder para perpetuarse a toda costa, destapa una trama de intereses espurios en el Partido Popular.
Indiciariamente, a la corrupción y saqueo de las arcas del Estado se suma ahora una mafia orquestada desde la cúpula del PP, para ocultar y destruir pruebas de corrupción que le perjudicaran y para elaborar otras falsas que pusieran en aprietos a la oposición. El hedor es tan nauseabundo que en Génova se platean la mudanza. Y no porque el tufo les incomode, sino porque les desagrada que los hayan pillado.
Es lo peor: que los delincuentes sean delincuentes, pase; pero que quien es garante de la ley se dedique a vulnerarla… Perentoriamente debe suspenderse de empleo y sueldo a los funcionarios conocedores de la maquinación hasta que haya sentencia. O se acaba ipso facto con los comportamientos mafiosos, o la mafia acabará con la democracia. Lo acaecido desuela el alma al tiempo que demuele los cimientos del Estado de derecho.
Lo sucedido, aunque hoy Casado –en la ejecutiva cuando los hechos acontecían–, como ayer Rajoy, calle, eche balones fuera o se niegue a condenar, es actualidad, no es pasado; porque el pasado, como decía Faulkner, jamás se muere y ni siquiera es pasado.
Indiciariamente, a la corrupción y saqueo de las arcas del Estado se suma ahora una mafia orquestada desde la cúpula del PP, para ocultar y destruir pruebas de corrupción que le perjudicaran y para elaborar otras falsas que pusieran en aprietos a la oposición. El hedor es tan nauseabundo que en Génova se platean la mudanza. Y no porque el tufo les incomode, sino porque les desagrada que los hayan pillado.
Es lo peor: que los delincuentes sean delincuentes, pase; pero que quien es garante de la ley se dedique a vulnerarla… Perentoriamente debe suspenderse de empleo y sueldo a los funcionarios conocedores de la maquinación hasta que haya sentencia. O se acaba ipso facto con los comportamientos mafiosos, o la mafia acabará con la democracia. Lo acaecido desuela el alma al tiempo que demuele los cimientos del Estado de derecho.
Lo sucedido, aunque hoy Casado –en la ejecutiva cuando los hechos acontecían–, como ayer Rajoy, calle, eche balones fuera o se niegue a condenar, es actualidad, no es pasado; porque el pasado, como decía Faulkner, jamás se muere y ni siquiera es pasado.
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