jueves, 23 de julio de 2020

De humanos y dinosaurios

El maltrato del ser humano al planeta que habita, lo destina a su autodestrucción
El maltrato del ser humano al planeta que habita, lo destina a su autodestrucción
Estudios científicos punteros revelan que la colisión de un meteorito de 10 km en la península de Yucatán hace 66 millones de años, no fue la causa sino el golpe de gracia que provocó la extinción de los dinosaurios. Antes del impacto, equivalente a 10.000 millones de bombas de Hiroshima, ya estaban condenados: un cúmulo de circunstancias adversas –cambio climático con variación en el nivel de los mares, movilidad de especies entre continentes, vulcanismo, acidificación de los océanos y pérdida de biodiversidad– originó estrés en la flora y fauna desencadenando terribles pandemias. En registros fósiles se observa cómo, antes de la brutal colisión, ya disminuían las especies de dinosaurios y su cuantía.
El pasado nos alerta de lo que nos acecha en el presente. Hoy el ser humano, en su infinita codicia agota frenéticamente el patrimonio natural, extingue especies e incrementa el metano y CO2 en mares y atmósfera, abriendo así la caja de Pandora que lo convoca a su propia aniquilación. Y, aunque el problema que afrontamos es de extrema gravedad, lo más desalentador para mí es la indolencia social hacia nuestros pequeños, los mismos que a diario mimamos con ternura, pero a los que, sin embargo, legamos un futuro emponzoñado y cruelmente devastador con sequías, hambrunas, guerras y pandemias que solo acaban de mostrar la patita.

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