Estamos envenenando este planeta |
Este virus, trágico, dañino e inquietante, requiere sosiego y rigor para que la realidad no se torne obsesiva zozobra. Pero hay otras muchas heridas largo tiempo abiertas que siguen ahí y, aunque también se cobran muchísimas vidas al año, se las otorga escasa asistencia al no afectar a la economía: el hambre que apuñala mortalmente a más de 9 millones, de ellos, 6 millones niños; la contaminación ambiental que se lleva a 9 millones; los accidentes de tráfico que matan a 1,3 millones y dejan 50 millones de lisiados; el tabaquismo, que consume la vida de 8,2 millones de fumadores activos y pasivos en muerte agónica; el cáncer, a 6,4 millones descontados los del tabaco; y lo que será, aunque muchos no lo crean, el apocalipsis sanitario/económico, nuestro acelerado tren de vida que devastará el planeta. Para estas otras plagas, casi no existe respuesta. Sin querer restar ni un ápice de gravedad a la pandemia, si a todos estos desafíos pusiéramos la mitad de interés, concienciación y visualización que a la covid-19, probablemente los resolveríamos.
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