En estos días de canícula, hay una crónica que ha pasado de tapadillo y, sin embargo, merecería ser destacada para desenmascarar la catadura moral de los negacionistas del cambio climático, desde aquel que dijo tener un primo catedrático de Física Teórica, incapaz de diferenciar entre tiempo y clima, hasta la del protagonista de la noticia, el presidente de Brasil y discípulo de Trump, Jair Bolsonaro, que con su provocador plan de dar luz verde a las industrias y derogar las leyes protectoras de reservas medioambientales e indígenas, arrasa la Amazonía.
En sus ocho meses de mandato ha crecido la deforestación de este pulmón mundial un 39% debido a los intereses de la industria agropecuaria, hidroeléctrica, constructora, minera y maderera; pero muy preocupado por sus consecuencias, nos propone como solución para salvar el planeta «hacer caca un día de cada dos». Si no fuera por la perversa insensatez de este personaje, y otros como él, sería para reír y no parar.
En sus ocho meses de mandato ha crecido la deforestación de este pulmón mundial un 39% debido a los intereses de la industria agropecuaria, hidroeléctrica, constructora, minera y maderera; pero muy preocupado por sus consecuencias, nos propone como solución para salvar el planeta «hacer caca un día de cada dos». Si no fuera por la perversa insensatez de este personaje, y otros como él, sería para reír y no parar.
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