Para que los pueblos alcancen paz, prosperidad y dignidad, debe desterrarse el rechazo al diferente por cualquier motivo o condición personal o social. Y eso solo se logra con educación y una justicia que erradique la pobreza, distribuya la renta, garantice la igualdad de oportunidades y blinde derechos.
Las naciones poseen desde 1948 la Declaración Universal de Derechos Humanos, un mecanismo irrefutable capaz de transformar el mundo y lograr tan noble fin; pero al no ser obligado su cumplimiento, es ineficaz.
Como el neoliberalismo global coarta el progreso hacia una sociedad más justa, social y sostenible, y ya que todos los países han ratificado al menos parte de la Declaración, habría que declararla de cumplimiento universal para que nos guie a un futuro en el que por fin reine la Justicia Social.
Las naciones poseen desde 1948 la Declaración Universal de Derechos Humanos, un mecanismo irrefutable capaz de transformar el mundo y lograr tan noble fin; pero al no ser obligado su cumplimiento, es ineficaz.
Como el neoliberalismo global coarta el progreso hacia una sociedad más justa, social y sostenible, y ya que todos los países han ratificado al menos parte de la Declaración, habría que declararla de cumplimiento universal para que nos guie a un futuro en el que por fin reine la Justicia Social.
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