Sin piel |
Lo que relato a continuación es una descripción concisa de la mortificación a la que son sometidos estos seres vivos, y se me revuelven las tripas sólo al escribirlo, es nauseabundo; por tanto puede herir su sensibilidad si decide continuar leyendo. Advertido queda: No es que “únicamente” se les mate para usar sus pieles tras haber tenido una existencia natural al aire libre, no. Es que no han vivido al aire libre. Han vivido un infierno interminable durante toda su vida. Han sido criados en granjas, dentro de jaulas pequeñas hacinadas en las que día tras día, animales habituados por su instinto a la libertad, casi no pueden moverse, lo que les provoca una angustia y estrés descomunal que hace que su salud mental se desquicie y derive en graves problemas neurológicos, como suelen ser la automutilación o, si conviven en jaulas colectivas, el canibalismo; lo mismo que nos pasaría a nosotros en circunstancias similares. Cuando llega la hora de matarlos, lo que para ellos sería una liberación después de semejante tormento, como su piel no puede resultar dañada, se convierte en su última tortura ya que son liquidados mediante electrocución anal, vaginal o bucal, simple desnucamiento a palos o, más habitualmente, en una lenta y agónica asfixia por inhalación de monóxido de carbono que, en demasiadas ocasiones, tan sólo les atonta, pues es más fácil, y por tanto más rentable, arrancarles la piel con la sangre aún caliente. Luego, sus cuerpos desnudos y sangrantes, son indecentemente arrojados a sus compañeros como alimento.
Es una práctica totalmente abominable, repulsiva. El lucro no puede generar tanto sufrimiento ni estar por encima de cualquier ética. Con esta cruel, e increíble por inmoral, narración de la realidad se comprende lo que ya en el siglo XIX apuntara el filósofo alemán Arthur Schopenhauer: “El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”. A ver si entre todos logramos lo que anhelara su coetáneo, el escritor francés Théophile Gautier cuando decía que “Una de las glorias de la civilización sería haber mejorado la suerte de los animales”.
Pues eso, a ver si entre todos somos capaces de mejorar la suerte de los animales. Basta ya de crueldad. Sin piel. Pues claro que sí.
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En
otro orden de cosas, el otoño continúa avanzando y el duro invierno llama a las puertas mientras la ineptitud y dejación
de funciones de la política europea hace que los refugiados sigan
pasándolo muy mal.
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