jueves, 27 de agosto de 2015

¿Por qué el indulto, tan tardío, a la abuela Josefa?

Muchas personas nos hemos hecho esta pregunta, y la única explicación plausible para tamaño despropósito es, aparentemente, por electoralismo.
¿Qué explicación tiene, si no, que esta mujer haya ingresado en la cárcel?

Josefa Hernández
Josefa Hernández nunca debería haber ingresado en prisión
Muy sencillo: si se concede el indulto en el momento en el que se tenía que haber concedido, este hecho hubiera pasado desapercibido, no teniendo el recorrido mediático que ha tenido. Sin embargo, dejando pasar el tiempo, esta noticia ha ido calando en la sociedad que ha interpretado estar presenciando, una vez más, el doble rasero de medir de la justicia. La indignación ha ido creciendo y al permitir que se produzca el ingreso en prisión, a costa del disgusto y sufrimiento de familiares y amigos del entorno de la condenada, y una vez que el asunto está en boca de todos, Mariano Rajoy se apunta lo que él piensa que es un maravilloso tanto y, en los pasillos del Congreso de los Diputados, ante los atónitos ojos de los periodistas, que lo ven más accesible que nunca, anuncia que ellos en el gobierno sí se preocupan por los ciudadanos cuando se producen situaciones injustas e informa que, en el próximo Consejo de Ministros, concederá el indulto a Josefa.
¡Qué pena que, para lograr un puñado de votos, Josefa y su familia lo hayan tenido que pasar tan mal!

viernes, 21 de agosto de 2015

Flujos migratorios

Dejemos las cosas claras: salvo excepciones, nadie abandona su país, arriesgando su vida y dejando atrás toda su existencia si en la tierra que le tocó nacer encuentra oportunidades para poder vivir con un mínimo de dignidad. La gente que se marcha es víctima, y lo hace huyendo de múltiples formas de miseria: conflictos bélicos, hambrunas, pobreza, discriminación racial, persecución política, pandemias, futuro desolador… Por eso, los movimientos migratorios que se han producido a lo largo de los tiempos y que presenciamos a diario desde finales del pasado siglo, son imparables. No hay “efecto llamada” sino “efecto huida de la miseria”. Y sean cuáles sean las vergonzantes medidas disuasivas que implanten los gobiernos de cualquier rincón del mundo, no existe, ni existirá fuerza capaz de detener la tremenda acometida de la desesperación humana: para el que todo está perdido, no hay nada más que perder.
¿Qué se puede hacer? La solución es bien sencilla, pero nuestros gobernantes miran para otro lado para no perder votos en las urnas, y piensan que para ganarlos sólo tienen levantar infamantes hileras de alambradas con concertinas, erigir muros de ladrillo, establecer campamentos de refugiados (que no son más que un eufemismo de campos de concentración, donde mayores y niños malviven en unas condiciones deplorables) o enviar policías e incluso soldados para cerrar el paso a la angustia. Si no queremos que esta masa desesperada, que pone su vida en peligro para huir, llegue a nuestros territorios, logremos que no sienta deseo de partir de sus países de origen. ¿Cómo? La respuesta también es obvia: con dinero y actuado donde radica el problema. Exceptuando la muerte, no conozco nada que el dinero no solucione o palie. Y si se decide no poner ningún remedio ¿quiénes somos nosotros para impedir el libre movimiento de alguien que hace lo mismo que haríamos nosotros en idénticas circunstancias? ¿Por qué alguien que ve cómo su hijo se muere de hambre, mientras en el país vecino eso no ocurre, no puede cruzar la frontera? ¿Por qué alguien que ha nacido al otro lado de una raya imaginaria no tiene derecho a cruzarla? ¡Ah!, pero eso sí, si el que pretende cruzar tiene poder o mucho dinero, no hay problema.
barca
En esto llegan a cruzar los mares

martes, 18 de agosto de 2015

¿Porqué Rato es bueno y Bárcenas malo?

La balanza del PP
¿Es mejor Rato que Bárcenas?
A raíz de la reciente reunión en el despacho del Ministro del Interior entre su titular Jorge Fernández Díaz y el imputado Rodrigo Rato, mostrando un trato de favor sin parangón en la democracia, he podido escuchar las declaraciones de un sin fin de dirigentes del Partido Popular apoyando a su ministro y sosteniendo que ellos también se reunirían con Rodrigo Rato sin ningún problema pero que, con el imputado Luis Bárcenas no. Intrigado en el por qué de esta discriminación sin razón aparente, y recordando que el juez José de la Mata atribuye a la antigua cúpula financiera del PP ser una organización criminal y asociarse ilícitamente, llego a la siguiente conclusión: Es sabido que en las organizaciones criminales fuertemente jerarquizadas y organizadas, impera un código de honor, en el que las máximas son la lealtad absoluta y la Ley del Silencio. Por medio de este código queda prohibido informar sobre los asuntos internos considerados delitos que puedan implicar a personas de la organización, de manera tal que si algunos miembros resultan detenidos e imputados, prefieren permanecer callados para proteger a otros culpables y tragarse ellos solitos todo el marrón. Si se cumple esta norma queda claro que "es uno de los nuestros". En el caso que nos ocupa, es sabido que Bárcenas ha hablado y mostrado papeles a la prensa que han puesto en un brete al Partido Popular, por lo que merece el desprecio público de todos. Por el contrario, Rato, ha sido dócil y ha permanecido callado, dentro de los límites establecidos, mostrando con ello una gran lealtad y, probablemente, obteniendo la aprobación y admiración de sus compañeros.

lunes, 17 de agosto de 2015

¿La fe mueve montañas?

Don Julio, de ochenta y muchos años y párroco de Nuestra Señora Milagrosa y Piadosa de Madrid, hombre de fe donde los haya, estaba pasando por un estado de salud muy crítico. Es más, seguramente su fin estaba cercano y él lo sabía.
Por ese motivo llamó a su amigo José, obispo diocesano, para confesarse y estar en buena disposición de partir de este mundo.
Cuando llegó su amigo le reconoció que, por primera vez en su vida, tenía miedo a la muerte, a lo que habría tras ese umbral, si es que había algo y que, por tanto, su fe se tambaleaba, que tenía dudas.
—Pero hombre… ¡a estas alturas! —respondió Don José poniéndole todo el énfasis que pudo—, si usted sabe mejor que nadie que en la casa del Padre hay muchas moradas, y que allí cabemos todos. A cada uno se le dará según sus obras y usted ha sido un santo ayudando a la gente necesitada, estando con ellos día a día… por si fuese poco, jamás ha hecho mal a nadie sino todo lo contrario. Usted ha sido un reposo… un consuelo… un hombro sobre el que llorar. Usted ha seguido a Jesús toda su vida y Jesús es el camino para llegar allí. Esté tranquilo, no se turbe su corazón que tendrá su premio y, en la casa del Padre, estará feliz y encontrará el eterno descanso… Además, precisamente usted me ha confesado en más de una ocasión no entender a los creyentes, que viendo su final cercano se angustian, porque usted, llegado ese momento y pensando en el paraíso, en su merecido estar con Dios, desearía marcharse y dejar este valle de lágrimas para sentarse en la mesa con el Padre…
—No, si ya… si todo eso lo he dicho y lo sé; pero es que como en la casa de uno, en ningún sitio
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jueves, 13 de agosto de 2015

¿Esperanza Aguirre consentidora de la corrupción?

¿consentidora de la corrupción?
Esperanza Aguirre
Al hilo de la corrupción, la presidenta del PP de Madrid doña Esperanza Aguirre, ha declarado recientemente que “lo que no puedo de ninguna manera es sentir que ustedes piensen que yo he sido consentidora”. Lo cierto es que, si revolvemos un poco la hemeroteca, y por poner sólo un par de ejemplos de cada trama corrupta que afecta a su partido, a mí se me hace imposible pensar otra cosa. Veamos:

Finales de 2004 (Trama Gürtel): Según la propia Esperanza, en una reunión en la sede nacional del PP a la que ha sido citada por el entonces tesorero Álvaro Lapuerta, y la que también asiste el presidente del PP Mariano Rajoy, hoy presidente del Gobierno, la advierten de ciertas operaciones urbanísticas en Arganda del Rey y Majadahonda en las que se pretenden vender parcelas edificables a precio muy inferior al de mercado. Esperanza Aguirre, para quitarse de en medio a los dos implicados, en vez de tomar medidas, los promociona: a Guillermo Ortega, apodado “el Rata” por la trama y hasta entonces alcalde de Majadahonda, lo pone de gerente del Mercado Puerta de Toledo con un sueldo superior al que tenía de alcalde, y a Narciso de Foxá, al que hace presentar su dimisión como concejal de urbanismo, le cede la alcaldía vacante de Majadahonda. No cabe duda de que Aguirre, una vez más, encarnizada e incansable luchadora contra la corrupción, les impone un cruel castigo. Lo que aún no me cuadra es por qué todos permanecen impasibles y no denuncian estas maniobras ante la policía, impasibilidad ésta que por cierto castiga y contempla el Código Penal como “favorecimiento para impedir el descubrimiento de un delito” (Art. 451.2). Ya lo dijo la escritora Concepción Arenal “No es tan culpable el que desconoce un deber como el que lo acepta y lo pisa”.

Primeros de 2005 (Trama Gürtel): Cuando el concejal del PP en el ayuntamiento de Majadahonda José Luis Peñas, junto a su también compañero y concejal Juan José Moreno, denuncian en su partido las conductas “inmorales e irregulares” que se están produciendo en algunos municipios, lo que reciben a cambio es la apertura de un expediente de expulsión. Estos dos concejales indignados, tratan de reunirse con Esperanza Aguirre para entregarle un dossier describiendo las corruptelas e irregularidades urbanísticas que han podido observar en los ayuntamientos de la zona norte de Madrid. Ella se niega a recibirlos y además, según el propio Peñas, la escucha decir a través de la puerta entreabierta que “No quiero ver a esos dos hijos de puta”. Muy poco después resultan expulsados del PP. Ellos que destaparon la Gürtel. En este punto traigo a colación lo que el ensayista inglés Charles Caleb Colton ya sugirió:  “La corrupción es como una bola de nieve: una vez que empieza a rodar seguirá creciendo”.

Octubre de 2006 (Trama Púnica): El coche que viene usando la mujer del consejero de Presidencia de Esperanza Aguirre, Francisco Granados, y que está a nombre de una empresa constructora de Valdemoro que hace trabajos en el municipio, aparece quemado, al parecer intencionadamente. Esperanza Aguirre, en lugar de investigar algo que no huele nada bien y que se asemeja a un guión para una película de la mafia, sale al paso echando balones fuera y manifestando que es “el primer atentado” que se comete contra un político de la Comunidad de Madrid, al tiempo que siembra dudas y apremia al Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, a que averigüe quién ha quemado el coche en vez de “incitar a algunos medios de comunicación” acerca de si Granados “compró un coche de segunda mano y no hizo la transferencia”. Además, con su habitual lengua lacerante añade que Rubalcaba es “el Ministro del ¿quién ha sido?”. No, si ya nos previno el médico y psiquiatra José Ingenieros que “Nadie piensa, donde todos se lucran; nadie sueña, donde todos tragan”.

Febrero de 2009 (Trama Púnica): Cuando salta el escándalo de la mansión de lujo de 1.000 m2 que está construyendo una promotora inmobiliaria en Valdemoro, pueblo en el que Francisco Granados ha sido alcalde desde 1999 hasta 2003, conforme a un proyecto encargado por el mismo Granados y su mujer tras el incendio del coche, mansión a la que por cierto acude su mujer todos los martes para ver la marcha de las obras y que no aparece a su nombre, Aguirre, en lugar de sorprenderse e indagar qué está ocurriendo, y más teniendo en cuenta los antecedentes, mira para otro lado e impide a la oposición investigar los bienes de Granados, al tiempo que lo mantiene como Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid hasta junio de 2011 y como secretario general del Partido Popular de Madrid, hasta noviembre de 2011. Me viene a la cabeza, no sé por qué, aquello que la cantante folk Joan Baez mencionó: “Si no luchas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”, y lo que el sabio comediógrafo griego Menandro ya nos advirtió hace más de 20 siglos “No os equivoquéis: las malas compañías corrompen las buenas costumbres”.

Y, volviendo al principio, si esto no es consentir, señora Aguirre, se le parece mucho.

Abraham Lincoln lo tuvo muy claro: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. A algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. A mí, desde luego, doña Esperanza, no me engaña desde hace muchísimo tiempo.

lunes, 10 de agosto de 2015

España en llamas

Este verano de 2015, la calurosa y seca España está ardiendo por los cuatro costados. Seguro que el abandono de nuestros montes debido a los recortes en el presupuesto, que han derivado en la reducción de personal, la falta de mantenimiento para limpiarlos y desbrozarlos y la renovación del material antiincendios, habrá tenido mucho que ver.
Dicho esto, a mí me surge la duda de si en realidad el incremento de incendios forestales de este año no habrá sido más bien fruto de la aprobación por parte del Partido Popular, durante el pasado mes de julio, de la reforma de la Ley de Montes. Sólo recordar que esta reforma abrió la puerta a que las autonomías puedan recalificar las zonas forestales quemadas “cuando concurran razones imperiosas de interés público de primer orden”.
Así visto, probablemente esta reforma esté cumpliendo sus objetivos encubiertos y se esté especulando ya con los terrenos calcinados.
¡Pobre España!

Filosofía, ¿para qué?

—¿Y para qué sirve la filosofía, profe?
El profesor, que se encontraba en aquel momento de espaldas al alumnado escribiendo en la pizarra un cuadro sinóptico con lo fundamental del pensamiento de Descartes, se quedó sorprendido por la pregunta que le formulaba todo un alumno de instituto de enseñanza secundaria.
Se volvió con parsimonia, respiró profundamente para oxigenarse el cerebro y recuperar el control sobre sí mismo tras la peregrina cuestión, mientras que a la vez trataba de hallar una respuesta contundentemente adecuada al perfil del público que tenía delante. Su ingenio, una vez más, no le defraudó y, casi al instante, continuó:
—Mire, joven, ¿cuántos de ustedes han probado el caviar alguna vez en su vida?
En un segundo —cómo iban a admitir todos aquellos adolescentes ante sus propios compañeros que jamás lo habían probado— la clase se llenó de manos alzadas con sus dedos apuntando al techo al mismo tiempo que las voces comentaban: ¡yo, una vez!
Cuando la tranquilidad regresó de nuevo al aula, el profesor añadió:
—Bien, pues yo he tenido la fortuna de probarlo algunas más: unas siete u ocho veces a lo largo de mi vida.
Y se dio la vuelta y prosiguió escribiendo en el encerado. Al poco, una voz a sus espaldas preguntó.
—Pero… ¿qué tiene que ver la filosofía con el caviar, don Juan?
De nuevo se giró con absoluta lentitud para añadir con irónica serenidad, tratando de que sus palabras calaran en lo más hondo de sus interlocutores, como lo hace la lluvia fina y pausada en la tierra sedienta.
—Pues que tanto el caviar como la filosofía, además de servir para marcar diferencias de tipo social y cultural, valen, sobre todo, para ser paladeados con sumo deleite.