Sencillamente: no son demócratas |
Son herederos del franquismo. De ahí su nulo perfil democrático para aceptar las reglas del juego y reconocer la legitimidad de quien conforma una mayoría. Creen que solo ellos tienen derecho a gobernar “por la gracia de Dios”. Por lo mismo, y aunque engañen, tampoco admiten la libertad de prensa. «Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Idiotas. Que os den», amenazaron sin complejos al medio que destapó los amorales negocios y turbios delitos de la pareja de Ayuso y, además, extendieron bulos contra la prensa.
Y, como están obsesionados con derribar al Gobierno, ni son oposición ni tienen una propuesta de país en temas trascendentales que a todos nos atañen, ni les importa dañar las instituciones. Ni tan siquiera son capaces de arrimar el hombro en momentos trágicos como la pandemia. Es un hábito altamente peligroso que emponzoña la convivencia y devasta las instituciones –a las que denigran cuando les quitan la razón– hasta desbordarse e incendiar las calles trayendo crispación y desafección de la política, único medio de transformación social, que es lo que realmente persiguen.
Señorías del PP: ¡Paren ya!