El hombre no para de destruir el medio ambiente |
Ante el agónico estado del medio ambiente, el pasado 28 de julio la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó –demasiado tarde– por 161 votos y 8 abstenciones, una resolución que equipara el derecho a un medio ambiente saludable con un derecho humano universal. Solo tiene dos graves problemas: implementarlo llevará tiempo –tiempo que no disponemos– y la resolución no es vinculante. Aunque, por abrir un rayo de esperanza, podría ser un primer paso que promoviese el ineludible y deseable cambio de mentalidad.
La emergencia climática no es algo que se avecine. Ya es tan real como la extinción de especies, la contaminación que mata a millones de personas, los residuos tóxicos o el continuo adelanto del día de sobrecapacidad de la Tierra –día del año en que consumimos todos los recursos que nuestro planeta es capaz de generar en 365 días–.
Lo único que, tal vez, pudiese hacer nuestro futuro menos aciago es la ejecución inmediata y forzosa de esta resolución. Lo demás, marear la perdiz.