«Estoy (en Bruselas) para hablar mal del Gobierno»

Pablo Casado es uno de los mayores antipatriotas del mundo. Su deslealtad con España no conoce límites

El PP sigue su tozuda y ridícula cruzada en Europa para denostar y sembrar desconfianza en la gestión del Gobierno de los fondos de recuperación europeos que, por otro lado, ha sido alabada por la UE, con especial felicitación de altos cargos del Partido Popular Europeo. Pero Casado, en la sede del Europarlamento, sin ningún rubor y en un inusitado arrebato de sinceridad, ha manifestado que «él está allí para hablar mal de lo que está haciendo el Gobierno» –que no de lo que el Gobierno hace mal, aclaro–. En román paladín: no está para ser oposición fiscalizando y controlando el poder, ni proponer, ni facilitar el diálogo, sino para destruir, polemizar, alimentar el conflicto con antipolítica y sabotear los engranajes, haga bueno el Gobierno o haga malo.
En ningún otro país de la UE el jefe de la oposición es tan desleal que quiere que su país no funcione.
Casado es demoledor.

 

De sequías, pantanos y eléctricas

 

Algunas eléctrica son responsables de la sequía: que paguen sus consecuencias

Al margen de la grave crisis climática que padecemos, conviene recordar que hace tan solo unos meses, algunas eléctricas con absoluto desprecio y falta de ética, vaciaron los pantanos para forrarse subiendo ficticiamente el precio de las energías renovables.
Como todo acto tiene consecuencias, que se investigue cómo estaríamos si no se hubiese dilapidado tan preciado y vital líquido. Y, sin son culpables, que asuman sus consecuencias y que paguen ellas el coste de llevar agua a personas, agricultores y ganaderos.

Ayuso, en olor de multitudes

 

Incomprensiblemente, Ayuso despierta fervor allá donde va

En una conocida fábula de Andersen, unos sastres vividores detallan a un rey su destreza para tejer la tela más delicada jamás confeccionada, que además es invisible para aquel que sea estúpido u ostente un cargo por encima de sus posibilidades. Cuando le muestran la supuesta prenda, el altivo monarca no se arriesga a decir que no la ve y, así, de él para abajo todos alaban el precioso vestido, hasta que un día en un desfile un niño grita: «¡Pero si el rey va desnudo!».
Si hace años alguien me hubiese dicho que en política triunfaría quien hace antipolítica –miente, insulta, es prepotente, promete lo que incumple, manipula, privatiza servicios públicos–, le habría evidenciado su insensatez.
Pero este mundo no para de sobrecogerme. Isabel Díaz-Ayuso, tejida en la mente de Miguel Ángel Rodríguez y engalanada con sus ropajes, igual que el rey de la fábula va desnuda de ideas que mejoren la vida ciudadana –solo antipolítica y populismo–, y explota emociones para que la gente la aclame allí donde va.

Desestabilizar a un país

 

Pablo Casado, en realidad todo el PP, piensa que el poder les pertenece "por la G. de Dios"

La actitud provocadora e irresponsable que mantiene Pablo Casado, tensiona a la sociedad y socava el tejido institucional desde dentro, sometiéndolo a una prueba de estrés insólita.
Es intolerable que un partido que ansía gobernar, cada vez que las urnas no lo aúpan al poder, utilice la táctica de la demolición. No esconden su rabia por no estar en tiempos de Franco, cuando el poder les pertenecía «por la Gracia de Dios» y les trastorna la tremenda apostasía del electorado. No se encuentran a sí mismos en el juego democrático ni aceptan sus reglas. No dudan en esparcir las mayores barbaridades para desgastar y derribar al Gobierno legítimo.
En política no todo vale. Y usted, señor Casado, traspasa el límite tercamente: cuestiona la legitimidad del Gobierno, pone en duda el sistema democrático, agravia dentro y fuera del Parlamento, denigra a España en el extranjero, siembra dudas en Europa… y, lo peor, crispa faltando a la verdad en todo momento hasta hacer irrespirable la vida pública.

Reforma: leña al fuego

 

El PP, impelido por Vox, sigue la senda "trumpista"

El 3 de febrero debería haber sido un día grande para la política por la recuperación de derechos; pero en vez, tras una jugada del PP buscando el descrédito político para hallar el desapego ciudadano, subiendo su apuesta del “tamayazo” de las Asambleas Regionales de Madrid y Murcia al Congreso de los Diputados con los trásfugas de UPN, lo fue para la ignominia.
No contaban con el destino que se alió con la justicia poética. El error humano –que no informático– de un diputado del PP al votar, hizo que la maquinación de la derecha quedara en nada. Cuando te equivocas votando, no hay marcha atrás. Ahora y coléricos al fallarle la encerrona que tenían preparada, se aferran a la pataleta “trumpista” de desacreditar la votación democrática extendiendo la sombra del fraude, como han hecho las Nuevas Generaciones del PP calificándola de «secuestro a nuestra democracia», o Casado de «fraude democrático» y, además, judicializan de nuevo la política.
No merecemos esta oposición. Estoy desolado.

Lorca: asalto a la democracia

Cuando se caldea el ambiente con discursos incendiarios, debe asumirse las consecuencias

En Lorca, municipio con elevado número de macrogranjas, una manifestación legítima fue precedida de una gran campaña de desinformación que terminó en un irracional asalto al pleno municipal donde se debatía una moción sobre la idoneidad de situar nuevas explotaciones, al menos, a 1,5 kilómetros de las viviendas.
Aquellos que pretenden imponer sus ideas con embustes y por la fuerza, irrumpieron con amenazas y violentamente –recuerda el asalto al Capitolio– en la sede de la soberanía popular obligando a suspender el pleno. La derecha alimenta cada día la mentira y el bulo con un relato cada vez más encendido que desinforma y crispa hasta provocar el estallido, que podía haber sido mucho más grave. Lo imprudente de insuflar infames soflamas como «España vive las horas más oscuras» que Casado sostiene, no solo no cortan estas actitudes, sino que minan desde las instituciones la propia democracia hasta ponerla al borde del abismo. El que crispa debe asumir las consecuencias de su discurso.

La escuela portuguesa

 

Hay que escuchar lo que dicen las urnas del país hermano

Espero que la izquierda española haya tomado buena nota de las elecciones portuguesas. Tras la negativa de la izquierda a apoyar los presupuestos del Gobierno de Antonio Costa, la ciudadanía la penalizó y premió a los socialistas y su gestión, que ahora cuentan con mayoría absoluta.
Si saben leer, ¿se atreverán los socios de investidura aquí en España, a votar en contra de la reforma laboral que, esta vez sí viene para recuperar derechos y mejorar la vida de los trabajadores? Y el PP y demás partidos que no la apoyen, ¿serán penalizados? Y a Casado, que continúa cuestionando la llegada de fondos europeos hasta hacer saltar a Bruselas para decirle que ya está bien, ¿le pasará factura tanta deslealtad a España?