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El Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU ha dictaminado que la reclusión de Julian Assange, creador de WikiLeaks, en la embajada de Ecuador en Londres, donde está refugiado desde junio de 2012, es injustificada y solicitan que sea puesto en libertad inmediatamente, al tiempo que requiere a Suecia y al Reino Unido que “garanticen y faciliten su derecho a la libertad de movimientos” y le otorguen una indemnización.
La ONU tiene, entre otros objetivos, luchar contra la injusticia en el mundo y, aunque los dictámenes de este comité de expertos no son vinculantes, sí deberían ser suficientes para que, Reino Unido y Suecia, países miembros de esta Organización, depusieran su actitud de rechazo a esta petición. Si no reconocen la autoridad que de ella emana, deberían ser consecuentes y solicitar su salida.
Con el nacimiento de WikiLeaks en diciembre de 2006 llegó el análisis indagatorio de la información que nos transmiten las instituciones, el resurgir del periodismo de investigación y un reverdecer de la libertad de expresión, algo que, en medio de tantos recortes de libertades, algunos ya daban por finiquitado.
A Assange le debemos un sinnúmero de informaciones que merecen ser investigadas. A Estados Unidos, Reino Unido y Suecia viene bien recordarles lo que la Corte estadounidense dijo en la sentencia sobre el caso Watergate que derribó al presidente Richard Nixon: “Sólo una prensa libre y sin restricciones puede revelar honestamente los engaños del Gobierno”. Definitivamente le debemos mucho a Assange y no se merece el infierno que está viviendo.
Insisto en dos certidumbres:
• Nadie abandona sus raíces, su familia, sus amigos, su país, la tierra que le vio nacer, porque sí.
• Usted, señor Jean-Claude Juncker, usted que me está leyendo, y yo, haríamos lo mismo que ellos en idénticas circunstancias.
¡Qué monumental deshonra para esta vieja, acomodada e hipócrita Europa!
La ONU tiene, entre otros objetivos, luchar contra la injusticia en el mundo y, aunque los dictámenes de este comité de expertos no son vinculantes, sí deberían ser suficientes para que, Reino Unido y Suecia, países miembros de esta Organización, depusieran su actitud de rechazo a esta petición. Si no reconocen la autoridad que de ella emana, deberían ser consecuentes y solicitar su salida.
Con el nacimiento de WikiLeaks en diciembre de 2006 llegó el análisis indagatorio de la información que nos transmiten las instituciones, el resurgir del periodismo de investigación y un reverdecer de la libertad de expresión, algo que, en medio de tantos recortes de libertades, algunos ya daban por finiquitado.
A Assange le debemos un sinnúmero de informaciones que merecen ser investigadas. A Estados Unidos, Reino Unido y Suecia viene bien recordarles lo que la Corte estadounidense dijo en la sentencia sobre el caso Watergate que derribó al presidente Richard Nixon: “Sólo una prensa libre y sin restricciones puede revelar honestamente los engaños del Gobierno”. Definitivamente le debemos mucho a Assange y no se merece el infierno que está viviendo.
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En otro orden de cosas, el inclemente y frío invierno ya está aquí, señor Jean-Claude Juncker, presidente de la CE, y sus palabras de tahúr resultan infladas, pomposas, grandilocuentes, afectadas, hipócritas, engañosas, falsas, tramposas, insensibles, vacías, huecas y febles, mientras la ineptitud y dejación de funciones de su política europea, entre cuyas obligaciones cuenta con el vinculante cumplimiento, desde 2009, de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE que, en su artículo 18 sobre el Derecho de Asilo reza: “Se garantiza el derecho de asilo dentro del respeto de las normas de la Convención de Ginebra de 28 de julio de 1951 y del Protocolo de 31 de enero de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados y de conformidad con el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea”, hace que miles y miles de refugiados, niños, jóvenes, adultos y ancianos continúen su innecesario y trágico calvario por las tierras y costas de Europa que muchas veces concluye trocando su esperanza por la lóbrega tumba. Gobernantes de Europa: Asuman sus responsabilidades o que todos esos muertos inocentes, incluidos los pequeños angelitos en sus blancos ataúdes, atormenten sus acomodadas conciencias.Insisto en dos certidumbres:
• Nadie abandona sus raíces, su familia, sus amigos, su país, la tierra que le vio nacer, porque sí.
• Usted, señor Jean-Claude Juncker, usted que me está leyendo, y yo, haríamos lo mismo que ellos en idénticas circunstancias.
¡Qué monumental deshonra para esta vieja, acomodada e hipócrita Europa!