jueves, 16 de julio de 2015

Huida vertical

Lo cierto es que cuando decidió seguir aquella ruta para descender de la montaña, no pensó que fuera tan difícil. Bien es verdad que sabía que no iba a ser fácil, pero ahora se encontraba allí frente a un desnivel que rompía, casi verticalmente, la ya de por sí pronunciada pendiente. La caída que se presentaba ante sus ojos era de unos cuatro metros, y daba paso, sin solución de continuidad, y precisamente éso era lo malo del asunto, a una pendiente con una inclinación de unos sesenta grados. Por tanto, si no calculaba muy bien sus movimientos y llegaba abajo con mucha inercia, lo más probable es que siguiera cayendo sin más remedio.
«¡Ánimo!, Teodoro —se dijo—, si pasas esto, el resto será pan comido.» Lo cual, tampoco era del todo cierto, pues existía otro cortado más. Había, pues, que pensar y medir todos los movimientos. Por suerte, esta ruta tenía, casi en todo su recorrido, una pared que formaba con ella un ángulo de unos noventa grados, con lo cual se podría ayudar mucho con sus brazos, empujando hacia los lados para contrarrestar, de alguna manera, la fuerza de la gravedad. Había que decidirse, el momento urgía, así que puso su mano derecha lo más abajo que pudo sobre una pequeña grieta de la pared. Con su mano izquierda hizo lo propio y con su mirada trató de buscar algún saliente, por pequeño que fuera, para colocar los pies. Hizo fuerza con sus brazos como queriendo separar las paredes que, en ángulo de noventa grados, se le ofrecían y, a la vez, relajó el cuerpo para que fuese cayendo poco a poco. Mientras, con lo pies buscaba algún saliente donde colocar sus zapatillas. Le dolían los brazos cansados y cargados después del esfuerzo del día. Las piernas hacía rato que habían comenzado a dar muestras de flaqueza. ¿Entonces por qué no parar y continuar en otro momento? No podía. Tenía que llegar cuanto antes al punto de extracción, único lugar donde podría encontrarse seguro.
Huida peligrosa
Al borde del precipicio
Calculó que habría un metro desde sus zapatillas al fin del desnivel. Si se dejaba caer no era nada, salvo que la pendiente continuaba y casi no existía sitio para frenar el golpe. Buscó un lugar donde sujetarse en caso de fallar. Los brazos, debido a la tensión acumulada, empezaban a temblarle. Las pocas fuerzas que le restaban, comenzaban a dar serías muestras de abandono. No encontró lugar alguno donde poder aferrarse; pero estaba claro que debía lanzarse, puesto que no podía dar marcha atrás. Se dejó caer. Notó el golpe e intentó amortiguarlo todo lo posible para que su cuerpo no se moviera. Sus pies trastabillaron e irremediablemente comenzó a rodar por la pendiente tal y como había temido. Su cuerpo se fue golpeando según iba cayendo. Una peña de enormes aristas se alzaba ante él unos quince metros más abajo. A pesar de sus intentos por detenerse, su cuerpo iba ganando cada vez más velocidad. Sus manos, descarnadas ya, intentaban asirse a todo lo que podían cual zarpas de gato. De repente su cabeza golpeó brutalmente contra la peña... En ese isntante notó el suelo frío, su respiración agitada y el cuerpo bañado en sudor, su cabeza le dolía... y su cama, de la cual se había caído, permanecía a su derecha.

martes, 14 de julio de 2015

Mitos (mentiras insidiosas), que se derrumban, sobre los griegos

Impuestos en porcentaje del PIB
Impuestos en porcentaje del PIB
Tras años de machacarnos, interesadamente, los oídos diciendo que los griegos no pagan impuestos, ahora nos enteramos de que lo que pagan actualmente los helenos en tributos es muy superior a lo que se paga en otros países europeos: el 45,8 % de su PIB va a parar a las arcas del Estado en forma de impuestos. En España, por por poner un ejemplo cercano, sólo el 37,8 %.
Asímismo, el mito de que los griegos se jubilan pronto y cobran mucho, es otra mentira interesada que se desmorona tras las siete reformas llevadas a cabo en su sistema de pensiones desde 2010, y que, por cierto, han tenido un impacto enormemente negativo en las condiciones de vida de los pensionistas griegos al acercarlos a niveles de pobreza: la cuantía de las pensiones, en general, son muy bajas y la pensión media griega es de 665 euros, frente a los 1.000 euros que cobran los pensionistas españoles. Y esto no es nuevo, ya en 2010, y según los datos que nos brinda Eurostat para la percepción anual media por pensión de jubilación, señalaban que Dinamarca contaba con la pensión más alta (18.579,8 €) seguida por Holanda (18.035,6 €). Del otro lado, España, con una cuantía de 11.702 €, era la tercera por la cola aventajando únicamente a Grecia (8.362,0 €) y a Portugal (7.099,7 €).
Por otro lado, su edad de jubilación no dista mucho de la de otros países europeos: la edad media real de jubilación en Grecia (datos de 2013) se establece en los 64,4 años, frente a los 64,3 de España y los 63,2 de media en la eurozona, y todo ello a pesar de la pésima situación del paro en Grecia.
¿A qué viene ahora presionarlos sin piedad en las negociaciones para un tercer rescate que, debido a las duras condiciones impuestas, no podrán pagar?
¿Tal vez, como ningún país puede ser expulsado del euro, se trate de obligar a Grecia a que pida su baja?
Mentiras, mentiras, mentiras...
Salvemos Grecia
Salvemos Grecia

lunes, 13 de julio de 2015

Sentimiento extraño

—Será mejor que te quedes esperando en la plaza, sentado a la sombrita —le dijo su mujer.
—Sí, no es mala idea.
Así pues, mientras su esposa se internaba en el supermercado de aquella apacible localidad costera para hacer la compra, Alfredo se dirigió al centro de la plazoleta donde un grupo de niños armaba infantil bulla con sus juegos. Se sentó junto a la fuente buscando la sombra de los árboles y el frescor que el agua le pudiera proporcionar, pues el día recién amanecido se presentaba, sin ninguna duda, caluroso.
El embriagador perfume de la flor de azahar, omnipresente en las localidades mediterráneas, impregnaba el ambiente. No se estaba mal allí y más teniendo en cuenta que sentía su cuerpo extraño y un tanto cansado, sin poder hallar para ello ninguna explicación plausible. Sin darse cuenta y a la vez que dejaba volar su imaginación, se quedó mirando el chorro que, mientras salía verticalmente de la fuente, dibujaba imposibles figuras en el aire. Ello fue haciendo que Alfredo se relajara lentamente mientras todos sus sentidos le fueron embargando poco a poco.
No sabría decir cuánto tiempo permaneció en esta suspensión temporal del alma pero, de repente, se dio cuenta de que, aparentemente, el chorro de la fuente y el agua de la misma se habían congelado. ¿Era eso posible en pleno verano? Miró a su alrededor para ver si las demás personas se habían percatado de este insólito hecho; pero vio, con estupefacción, como toda la gente que podía divisar, a su vez había suspendido su existencia. Es más, incluso unos pájaros que en aquel momento cruzaban el cielo de color azul intenso, se habían petrificado suspendidos en él sin caerse. El aire, las nubes, las ramas de los árboles, antes apaciblemente mecidas por el viento, se habían detenido como si quisieran hacer un paréntesis en su pasar por la vida. Todos y todo cuanto le rodeaba, menos él, se hallaba estancado en el tiempo. ¿Qué estaría ocurriendo?
Le parecía estar viviendo una alucinación. Se levantó y, en un gesto de sana curiosidad infantil, tocó el agua inmovilizada. Para mayor sorpresa, podía atravesarla, al fin y al cabo sólo era agua —pensó él—, pero sin mojarse, ni alterar su forma por más que lo intentó, aunque pudiera notar su frescor. En su mente se cruzaban atropelladamente miles de ideas. Súbitamente, algo le impulsó a salir corriendo hacia el supermercado para ver qué había sucedido con su mujer. Con tan sólo este objetivo, nítido y anclado en ese instante en su mente, cruzó la improvisada sala de aquel museo de cera al aire libre. Los coches, que en el momento de producirse el evento circulaban con normalidad por la calle, ahora, al estar detenidos, no representaban ningún peligro. Así que, sin pensárselo dos veces, eligió el camino más corto y cruzó por delante de un inmenso todoterreno.

*     *     *

—No le vi aparecer. Se lo juro. Un instante antes no estaba y un segundo después... Fue como si surgiera de la nada... No lo entiendo —fue todo lo que el atónito e incrédulo conductor del todoterreno pudo balbucir ante los agentes de la policía municipal cuando se dispusieron a tomarle declaración.
Mientras, la que desde hacía años y hasta aquel día había sido la esposa de Alfredo, lloraba sin consuelo al lado del cadáver de su marido cubierto con una manta.

sábado, 11 de julio de 2015

Lección de democracia



Es lamentable tener un Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy Brey, con un nivel de conocimiento democrático tan patético. Ayer, sin ir más lejos, durante la Conferencia Política del PP, atacó a Podemos por “apropiarse de muchas alcaldías en España” (sic) que, según él, ganó el PP en las pasadas elecciones municipales.
Mariano Rajoy
Qué nivel. Vaya Presidente.
Vamos a ver, señor Presidente, en democracia, por suerte, nadie se apropia de nada que no le pertenezca, "salvo alguna cosa". Si el PP hubiera ganado de verdad esos municipios nadie podría habérselos arrebatado. Que yo sepa, las alcaldías que usted considera que, con malas artes, le han sido arrebatadas por “esos en los que está pensando”, han ganado legalmente unas votaciones constituyentes en la que han alcanzado la mayoría necesaria para ser alcaldes, todo ello siguiendo las reglas que esta sociedad se ha marcado para el juego democrático. Algo muy sencillo y absolutamente legítimo.
Resulta desolador que el Presidente de Gobierno se dedique a caldear los ánimos ciudadanos que, debido a la corrupción, el paro y los recortes, bastante acalorados están. Usted debería tener algo de responsabilidad y vergüenza y ser mesurado en sus actuaciones para fomentar la paz y la tranquilidad en la población, y no dejarse llevar por su orgullo mal entendido generando desconfianza entre la ciudadanía y haciéndola creer que algunos están asaltando el poder de manera ilegal. Parece que usted estuviera siguiendo el consejo de Henry Louis Mencken, periodista y crítico social estadounidense, cuando dijo aquello de que “el objetivo de la política práctica es mantener alarmada a la población amenazándola con una serie incesante de espantajos, todos ellos imaginarios”. Sería mejor que siguiese el consejo del vicepresidente estadounidense Hubert H. Humphrey: “La propaganda, para ser eficaz, debe ser creída. Para ser creída, tiene que ser creíble. Para ser creíble, debe ser verdad”. No manipule el cambio democrático que estamos viviendo y recuerde que George Steiner, escritor y filósofo francés, advirtió que “las palabras que han sido saturadas con mentiras o atrocidades no vuelven a la vida fácilmente”. Y es que luego ocurre lo que ocurre, y ya vaticinara la novelista y filósofa francesa Simone de Beauvoir: “Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”.
Aprenda a aceptar los resultados de las urnas. Eso es la democracia. Y si no, aténgase a lo que nos dice el acervo popular: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que deben obedecer pierden el respeto”.

viernes, 10 de julio de 2015

La fiesta, ¿de quién?

¿La fiesta de quién han estado pagando los alemanes? ¿La de los griegos que están a la cabeza de Europa en número de horas trabajadas?
Sí, señoras y señores. Resulta que los griegos, según los datos publicados este jueves por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), trabajan de media 2.042 horas al año, ocupando el puesto número uno en Europa, y el cuarto a nivel mundial, sólo por detrás de México, Costa Rica y Corea del Sur.
Alemania se come a Grecia
Alemania se come a Grecia.
Adivinen quiénes son los que menos horas trabajan en Europa. Sí, justo, los alemanes con 1.371 horas. Es decir, un griego trabaja un 49 % más de horas al año que un alemán o, lo que es lo mismo, 671 horas anuales más que, en jornadas de 8 horas al día y 20 días al mes, supondrían 4,2 meses más al año de trabajo.
Por contra, el salario medio alemán en 2014 era de 45.952 €, mientras el griego era de tan sólo 20.168 €. Un alemán gana un 128 % más que un griego. Sólo estos dos datos juntos revelan mucho y resultan demoledores.
¿No será que los griegos han estado pagando, pagan y pagarán la fiesta de los bancos alemanes que compraban deuda griega a más del 30 % con dinero prestado del Banco Central Europeo al 1 %?
Y si los bancos alemanes, que cobran esos intereses tan elevados por asumir ese "teórico riesgo", se quedaran ahora sin cobrar ¿no formaría parte del juego, como los que apuestan en el Casino a la ruleta y pierden?
Una vez más, los atónitos ciudadanos europeos, nos hallamos ante una forma de actuar en política indignante.
Por cierto y para su información, los españoles trabajamos 318 horas más al año que los alemanes y, también por cierto, cobramos menos. ¿También les habremos pagado parte de la fiesta?

viernes, 3 de julio de 2015

Arriba, abajo


Arriba nubes viajeras.
Abajo hojas caídas que,
entre el laberinto de calles, vuelan.

miércoles, 1 de julio de 2015

Tan lejana

RosaY yo, ayer, día de Navidad,
en una tarde gris y oscura,
de vuelta a casa,
pensé de nuevo en ti.
¿Qué estarías haciendo?
A lo mejor caminabas como yo,
en ese preciso momento,
pensando en mí,
como yo en ti.
Y tú, tan lejana en la distancia,
tan cercana en el pensamiento,
y nosotros sin saberlo,
nuestros dos corazones
al unísono latiendo.