Es de Justicia acabar con la tortura |
Tristemente cada año, con la llegada de la canícula –cuando los resecos campos se desbordan con las notas del estridente canto de las cigarras– y durante la celebración de las fiestas patronales, una bárbara y ancestral costumbre encubierta de diversión –anacrónica del paisaje del siglo XXI– hace que se inmolen atrozmente millares de animales, en especial novillos y toros, engalanando las abrasadas tierras de España con los ropajes color sangre del suplicio.
En el presente, no es ético ni defendible convertir en espectáculo festivo la tortura de un animal, y si el Gobierno tiene la valentía de prohibir sin ambages el maltrato a todo ser vivo, sin duda contribuirá a consolidar una sociedad mucho más justa. Y como ocurrió con otras leyes avanzadas –matrimonio homosexual, divorcio, ley antitabaco, memoria o carné por puntos–, en poco tiempo no podremos creer que en el pasado cercano se permitía maltratar animales como pasatiempo de unos y negocio de otros.
En el presente, no es ético ni defendible convertir en espectáculo festivo la tortura de un animal, y si el Gobierno tiene la valentía de prohibir sin ambages el maltrato a todo ser vivo, sin duda contribuirá a consolidar una sociedad mucho más justa. Y como ocurrió con otras leyes avanzadas –matrimonio homosexual, divorcio, ley antitabaco, memoria o carné por puntos–, en poco tiempo no podremos creer que en el pasado cercano se permitía maltratar animales como pasatiempo de unos y negocio de otros.
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