La inoperancia de quienes dirigen ambos territorios pueden llevar a la ruptura |
El 1-O por la noche, un Rajoy que durante años ha obsequiado al independentismo con razones para ir a votar, compareció con un discurso victorioso que desbarató la oportunidad de abrir diálogo. No sólo habló como si ya estuviese resuelta la cuestión catalana, sino que admitió su esterilidad política al declarar que ha «actuado con la ley y solo con la ley», reconociendo haber dejado un problema político en manos de jueces y fiscales sin asumir su gran responsabilidad por la ausencia de diálogo.
Las desoladoras imágenes de una actuación policial totalmente inadecuada que agranda más la fractura entre ambos antagonistas, recuerdan a las de una España en blanco y negro. Un Rajoy, incapaz de entender las singularidades de España, y un Puigdemont enrocado en su quimera, son responsables de alimentar el soberanismo para cosechar votos y que no se hable de lo esencial. Si no recuperan el sentido común, nos abocarán a un punto sin retorno.
Con sinceridad, no nos merecemos a estos políticos.
Las desoladoras imágenes de una actuación policial totalmente inadecuada que agranda más la fractura entre ambos antagonistas, recuerdan a las de una España en blanco y negro. Un Rajoy, incapaz de entender las singularidades de España, y un Puigdemont enrocado en su quimera, son responsables de alimentar el soberanismo para cosechar votos y que no se hable de lo esencial. Si no recuperan el sentido común, nos abocarán a un punto sin retorno.
Con sinceridad, no nos merecemos a estos políticos.
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